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-¿Junior? ¿Todo bien?


-Sí, sí, todo bien.


-¿Qué pasa?


-¿Te acordás del día que te hablé de que me gustan los chicos? ¿Y hablamos de Blas? Me dijiste: "Me hago cura solo para casarlos".



Luego de hablar con Junior, Dante, que estaba en el cuarto, bajó al living a abrir la puerta, porque habían tocado el timbre. Era Mauro, entró como si nada.


-¿Cuándo piensa volver Junior? -preguntó Mauro a Dante.


-Está bien Junior en la casa de Mar del Plata de Blas... Todavía le queda varios días allá. Puede que el año que viene vuelva -le respondió Dante-...si vuelve.


-Dale, Dante.


En ese momento, aparecía Romeo desde la cocina.


-En serio te digo, tal vez se queden a vivir allá. Yo me tengo que ir. Chau.


Dante, con una sonrisa burlona, se acercó a la puerta y salió. Mauro resopló como toro furioso.


-Viejo -le dijo Romeo, que se había puesto al lado de él-. ¿Otra vez viniste a ver cuándo volvía Junior? ¿Por qué tan insistente? Qué manía que tenés con Blas y Junior. No te enrosques. Córtala. Junior la está pasando bien. Son dos amigos que están de vacaciones, nada más.


-Quiero hablar con él. ¿Por qué no fueron ustedes también?


-Todavía no vuelve. No sé qué decirte. No fuimos porque tenemos cosas que hacer acá. Yo también tengo que irme, Lula y la mamá me están esperando.


Mauro volvió a resoplar enojado y fue en dirección de la cocina.


-¿El papá de Blas, no?


Mauro escuchó que Lucre hablaba por celular, volvió a cerrar la puerta un poco, pero se quedó escuchando.


-Por la casa de Mar de Plata. Blas me dio su número. ¿Cuánto costaría alquilarla una semana?


Lucrecia escuchaba.


-Buenísimo. ¿Quiere pasarme la dirección?


Lucre repitió la dirección en voz alta, pensativa, tratando de recordar.


-Ah, sí, conozco ahí...


Mauro no se quedó a escuchar más y apresurado salió de la casa de los Guerrico.


Los chicos fueron a un shopping. Comieron, se sacaron fotos en la máquina, vieron locales de ropa, se hicieron las siete y media y Junior le pidió a Blas de volver a la casa.


-¿Ya? Es temprano todavía, hoy es la última noche.


-Dale, vamos, estoy cansado.


-Bueno, vamos.


Entraron a la casa y Junior dijo que se iría a bañar. Dejó que Blas entrara al baño antes y Blas entró a bañarse cuando el menor ya había salido y se había vestido, con el pijama.


Veinte minutos después, Blas se terminó de bañar y salió. Escuchó voces, pero pensó que tal vez Junior estaba hablando con alguno de sus hermanos o viendo una película. Cuando llegó al living, la mesita estaba con un mantel blanco con puntilla, que habría encontrado en el mueble del living, y sobre ella la Notebook de Junior, en videochat, con la cara de Dante mirando. Una vela encendida a cada lado, y Junior ahí, enfrente, mirando hacia él con intensidad, los ojos brillantes, nervioso. Se acomodó el moño que llevaba. Resopló.


Blas no entendía nada. Además, el menor vestía una camisa con un moño raro y un pantalón de jean negro roto por las rodillas. El mayor había frenado mirando confundido.


También distinguió las pulseras rojas al lado de la Notebook.


-Señor Blas Martín Quevedo Linares, puede acercarse -le pidió Dante.


Blas se acercó y se puso al lado de Junior, que lo miraba.


-Estamos acá reunidos para celebrar el casamiento simbólico de Blas Martín Quevedo Linares y Junior Ricardo Fúnes Guerrico.


Blas lo miró a Junior.


-¿Qué? ¿Casamiento simbólico?


Todo quedó en silencio. Junior se puso colorado.


-No, ya la cagué otra vez, te tenía que haber preguntado antes. ¡Me mandé solo! ¡Hago todo mal! Te debe parecer apresurado, pero es un casamiento simbólico, no es de verdad, bueno, sí, es de verdad, pero es algo entre nosotros, así cerramos esta aventura. Te debe parecer ridículo todo esto. ¡No sé por qué no...!


Blas agarró a Junior de la cara y le estampó un beso en la boca.


-Sí, acepto.


-Pará, pará, Cabezón, no llegamos a esa parte todavía -le dijo Dante.


Blas y Junior se miraban y largaron unas risas de emoción y nervios. Pero no fueron las únicas risitas que se escucharon. Blas le soltó la cara al menor y ambos voltearon a ver en dirección de Dante de la pantalla.


-¿Estás solo? -le preguntó Junior a Dante.


-Sí.


Se escucharon nuevamente unas risitas, de chicas.


-No, dale, ¿hay alguien ahí con vos? Te dije que vos solo.


-Estoy yo, enano. ¿Me ibas a dejar afuera de tu casamiento?


Romeo se puso frente a la cámara, y Dante tuvo que correrse un poquito.


-No es un casamiento, casamiento -aclaró Junior.


-¿Me ibas a dejar afuera de tu casamiento simbólico con Blas?


Otra vez se escucharon risas. Dante y Romeo se miraron y Romeo volvió a salir del foco de la cámara.


-¿Quiénes más están? -preguntó Junior.


Blas miraba todo como apunto de reír.


Aparecieron las caras de Simona, Ailín y Agus de repente, por detrás de Dante.


-¡Hola!


-Quería que fuera íntimo -dijo Junior, todo colorado.


-¿Vieron, chicas? Estamos re metidas acá -mencionó Agus.


-Sí -espetó Junior de una.


-¡Ay, dale! -exclamó Simona.


-¡Déjanos estar! ¿Sí? ¡Por fi, por fi! -insistía Ailín con las manos en gesto de rezo.


Blas rio.


-¡No!


-Vamos, chicas -decía Agus.


-Sí, vayan, chicas -insistía Junior-. Dante y Romeo se quedan.


Se escucharon pasos, puerta que se abría y cerraba.


-Ahora sí.


-¿Seguro?


-Sí, pendejo... Bueno, ¿empezamos?



Amor en el silencio (Blasnior)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora