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—¿Y cómo te fue en el primer día de trabajo? —preguntó Romeo a la noche, cuando Junior, cansado, entró a la casa. Romeo estaba sentado en el sillón viendo un partido de fútbol, pero se levantó y se acercó a él. —¿Pudiste concentrarte o se te iban los ojos?


      Junior se preguntaba si su hermano estaba hablando de lo que creía que estaba hablando.
—¿Qué? —preguntó el menor.
—Nada —respondió Romeo de una, pero se lo quedó mirando fijamente.
     Junior llegó a la conclusión de que Romeo estaba hablando de lo que él creía que estaba hablando.
—Se me iban los ojos. —Entonces, contestó, mirando a cualquier lado, menos a su hermano mayor. Este sonrió.
—Muy bien. Pero trata de que Dante no te eche.
—Sí —rio Junior, esta vez mirándolo. Fue entonces directo a la escalera—. Voy a darme un baño.
—¡Junior! —Llamó el otro chico, haciendo que el menor frenara a media escalera y lo mirara—. Me alegro mucho. Deciselo a Blas también.
—Gracias.
     Junior volvió a subir, pero después bajó.
—Pará, ¿cómo…?
—No son nada disimulados —dijo el mayor. —Y las paredes son muy delgadas. Me alegro también de que no me lo negaras.
—Yo también. Creo que ya estoy empezando a liberarme y hacer lo que Blas merece. Somos novios hace poco, pero… —Junior se acercó al sillón y se sentó.
—Me alegro también que estés intentando ser feliz. Son novios hace poco, ¿pero hace cuánto tenés sentimientos por Blas? —Romeo le dijo todo eso mientras iba a sentarse al lado.
     Junior resopló y se llevó el cabello para atrás.
—Creo que siempre tuve sentimientos hacia él, pero no sabía qué tipo de sentimientos.
—¿Hasta qué…?
—Hasta que lo besé.
—¿Y cuándo fue eso?
—En la fiesta de primavera. ¿Te acordás? —Romeo alzó las cejas de la sorpresa—. Fuimos a buscar bebidas. Entre una cosa y otra, terminé besándolo. Ahí el mundo se me abrió, muchos sentimientos afloraron, eran muchos sentimientos, empecé a replantearme todo. El por qué lo miraba. Por qué lo buscaba siempre en los recreos. Por qué esperaba con muchas ganas que llegara cada clase de inglés que él me daba. Por qué no se me iba la intriga por saber quién era la persona que a Blas le gustaba y siempre sacaba el tema. Por qué me llenaba de paz y me hacía sentir muy bien. Me asusté mucho. Y terminé comportándome como un idiota. Empecé a acercarme a muchas chicas, porque tal vez lo de Blas solo era un momento, una confusión. Pero al mismo tiempo sabía que no. Al mismo tiempo, sabía que si Blas se alejaba, yo me moriría.
—Y se fue a Canadá.
—Sí, porque soy el más boludo de los boludos. Hasta hace poco no quise aceptar que me pasaban cosas con un chico.
      Romeo se lo quedó mirando.
—¿Por eso salías con todas las chicas que podías encontrar?
—Sí, ni que me gustaran las minas.
—¿Por qué no nos decías nada? No te íbamos a juzgar. Pero ya está —sonrió Romeo—. Se nota que estás feliz.
    A Junior le brillaban los ojos de tan solo pensar en su Rulitos.
—Todavía falta hacer una cosa, pero estoy en camino.
—¿Qué cosa?
—Gritarle a todos que estoy con Blas, que lo amo, que me gustan los chicos, que soy lo que soy y quiero vivirlo. Y quiero vivirlo con Blas. —Para decir todo eso se había inclinado un poco hacia su hermano. Después, se echó nuevamente hacia atrás hasta el respaldo del sofá y continuó: —Está re fuerte mi novio.
    Romeo soltó un carcajada, y después sonrió anchamente.
—Bueno, eso lo sabrás vos.
—Dale, pero ¿no viste lo que es?
    Romeo volvió a reír.
—Bueno, tiene facha —dijo.
—Tiene facha, lindos ojos, es buena persona, está muuuy bueno, ¡tiene todo!
—Estás con toda. Me parece bien. Expresá lo que sentís sin miedo. ¡Muy bien, enano! —Romeo lo agarró de la nuca y lo atrajo hacia sí para estrujarlo un poco contra su pecho. Cuando lo soltó, le dijo: —¿Así que hoy no podías concentrarte en el trabajo por estar mirando al chico re fuerte de tu novio?
—¿Le estás diciendo que está re fuerte a mi novio? —Bromeó Junior, mientras se hacía el disgustado. —Dante me va a terminar echando. —Cambió el tono de  voz a uno serio—. Es que es imposible. Voy por las mesas, hago tragos, llevo bandejas y Blas está ahí también. Es como que me atrae... Pero a Blas no lo va a echar, porque parece que se concentra muy bien. No me miró en ningún momento —Junior dijo aquello último algo afligido.
     Romeo rio.
—Ay, pobrecito, se pone mal porque Blas no lo mira —bromeó el mayor mientras empujaba a Junior por el hombro. Junior también rio. —Bueno, pensá que estaba ocupado el chico.
     Junior lo miró achicando los ojos.
—Vos también estabas ocupado, pero vos sos vos.
—Buen punto… creo… pero eso no me hace sentir mejor. ¿Y vos con Lula cómo estás? ¿Mi sobrino?
—Bien, bien, todo bien —respondió Romeo mientras sonreía. —Estoy con muchas ganas de que nazca.
—¿Ya saben cómo le van a poner a mi ahijado?
—Ah, ya es tu ahijado.
—Obvio.
—Lo vas a tener que cuidar vos cuando no podamos nosotros.
—Que sea Dante el padrino mejor.
     Ambos rieron.  Pero Junior recordó la pelea en el bar y a Blas lastimado y la risa calló de golpe.
—¿Qué te pasa?
—Hoy Blas se peleó con unos tipos en el bar.
—¿Qué? ¿Cómo?
—No sé. Van a molestarlo. Lo voy a llamar para ver cómo está.
    Se puso de pie y al pasar por delante de Romeo en el sillón, este le dio unas palmadas en la espalda.
       Junior llegó a su cuarto y llamó inmediatamente a Blas. Blas dijo “¿Junior?” y:
—¿Cómo estás?
      Blas rio.
—Junior, es la cuarta vez que me llamás desde que nos despedimos fuera del bar.
—¿Ah, sí?
      Blas seguía riendo, y se quejaba un poco cuando le dolía el labio.
—Estoy bien. Me duele menos que antes. Tu curación sirvió.
—Bueno, solo te pasé alcohol y… 
—No hablaba de esa parte de la curación —Junior comprendió entonces que se refería a los besos y a la caricia de su lengua sobre sus labios.
—Ah. ¿Seguro estás bien?
—Estoy bien.
—Bueno. Te dejo. Beso.
—Beso.
—Beso.
—Beso —repitió Blas, riendo un poco.
—Dale, cortá.
—Bueno, beso.
—Beso.
—Beso.
    Junior rio esta vez.
—No puedo dejar de mandarte besos —comentó Blas.
—Yo tampoco. Tampoco quiero dejar de escuchar tu voz cuando me manda besos —dijo Junior.
    Blas volvió a reír y a quejarse por el labio.
—Esto es muy difícil. Beso.
—Beso. Bueno, ¿quién va a cortar?
      Junior volteó a mirar a la puerta y vio a Dante apoyado ahí, mirándolo con los brazos cruzados y una sonrisa de costado.

Amor en el silencio (Blasnior)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora