—Nadie me dijo que festejabas tu cumpleaños acá.—Por algo fue. No quiero verte nunca más en la vida, viejo, ¿cuándo lo vas a entender?
—No me digas eso, hijo. Me partís el alma.
—¡Ja!
—¿Qué hacía Blas acá? ¿Volvieron?
—¿Qué te importa? Pero no, no volvimos. Él solo se apareció. ¿Estás feliz, no? Ándate, no te lo digo más.
—Hijo…
—¡Basta de llamarme “hijo”!
—¿El otro pibe te estaba molestando, no? Blas lo echó…
—Que te vayas, ¿no entendés?
Junior dio media vuelta y estaba por entrar al bar, pero la mano de su padre rodeó su brazo.
—¡Sóltame!
Dante y Romeo salieron al ver el lío y ayudaron a que Mauro finalmente se fuera.
Junior entró a su habitación después de la fiesta. Al rato de haberse ido Mauro y Blas, pidió a Romeo y Dante que se terminara todo. Ellos le dijeron que, si quería irse, que se fuera, que se encargarían de todo en el bar. Así que ahora estaba ahí, solo en su cuarto, llorando fuerte. Abrió el cajón de la mesita de luz y agarró de ahí la pulserita roja.
No podía deshacerse de ella y tampoco quería. Recordó la conversación con Blas, recordó ese momento especial en el que se pusieron las pulseras. Para él había sido así, especial, a pesar de que para Blas solo había sido un momento más.
Dante y Romeo le llevaron los regalos en bolsas al cuarto y los dejaron arriba de su cama. Era tarde, pero Junior quiso distraerse, por lo que empezó a verlos.Todos los regalos tenían etiquetas, ese que sostenía sobraba y no tenía nota. Se puso de pie y fue al living, en donde estaban Dante y Romeo viendo una película de acción en la televisión. Se puso delante y dejó el regalo sobre la mesita. Lo miraron con un interrogante en la cara.
—¿De quién es ese regalo? No tiene etiqueta.
Sus hermanos lo miraron serio.
—Vos sabés muy bien de quién es —le respondió Dante.
—¿Por qué fue a mi cumpleaños? —Ahora preguntó el menor, fulminándolos con la mirada.
—¿Por qué no se lo preguntás a él?
—Dante, devolvele el regalo de mi parte. No lo quiero.
—¿Por qué no se lo devolvés vos? No me metan en el medio.
—¡Gracias, eh! ¡Gracias!
Junior, enfurecido, agarró el paquete y volvió a su cuarto.A decir verdad, sentía una curiosidad de lo que podría ser. Sentía curiosidad de por qué fue a su cumpleaños. De por qué le había hecho un regalo. De por qué había saltado por él ante Agustín. ¿Por qué había hecho todo eso después de que le había roto el corazón en mil pedazos y estos seguían sueltos sin manera de volverse a juntar?
Al día siguiente, Junior despertó a las tres de la tarde. No había puesto despertador y tampoco nadie lo había despertado. No había ido a trabajar, pero no le importó, no estaba de ánimos y no tenía ganas.
El regalo de Blas había quedado en la mesita de luz. Había pensado mucho en lo que iba a hacer. Llamaría a Blas para verlo y devolverle el regalo, y para decirle que no quería que se acercara más, y no era porque, en realidad, quería volver a verlo, para nada.
ESTÁS LEYENDO
Amor en el silencio (Blasnior)
Hayran Kurgu"No vas a ser feliz si no sos completamente libre" Junior y Blas y su historia de amor