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Junior mostró los dientes en una amplia sonrisa, lo agarró del cuello y unieron sus labios. Dos segundos después, escuchaban pasos y Junior se separó de Blas como si quemara.

  Dante pegó un salto en los últimos escalones y luego apareció tras él Romeo.

   Todos se quedaron paralizados mirándose.

     Romeo y Dante tenían las manos en la espalda. Tardaron en reaccionar unos segundos.

—¡Los estábamos esperando! —dijo Junior con una sonrisa y levantando los brazos, corriéndose un poco para ponerse delante de la mesa y tapar la vela con la cinta roja.

—Ya les íbamos a mandar mensaje para que vengan —agregó Blas.

—Trajimos copas, vino…

—Justo, justo.

   El único que hablaba era Romeo, porque Dante se había dado cuenta de que habían interrumpido algo y no sabía dónde meterse.

—Te mandamos mensaje, Junior, así veníamos los tres.

—Dejé el celular en el cuarto hace rato.

—Bueno, creo que hay que hacer una mini despedida a Blas —continuó hablando Romeo y luego se enderezó, poniéndose listo.

   Junior pensaba que estaba de más decir que él quería hacerle una mini despedida a Blas también, pero a solas. Quería matarse por dentro. Pero vio a Blas, los ojos achicados, la sonrisa amplia, la nariz arrugada. Estaba feliz con la idea y aquello lo convenció de tragarse su frustración. Además, compartir con sus hermanos también le pareció una buena idea. Todavía quedaba la bienvenida al departamento.

—¿Y qué hacemos? —preguntó Blas.

—Un partidito en la play, música…

—Comida —agregó Junior.

—Suena bien —sonrió Blas. Y si sonaba bien para Blas, sonaba bien para Junior.

—Bueno, ¡empecemos! —dijo Romeo, mirando a Dante. Ambos seguían con las manos en la espalda.

   Al mismo tiempo, Dante y Romeo sacaron sus manos de la espalda y le empezaron a tirar serpentina en aerosol a Blas, de arriba abajo.

   Junior rio. Blas no lo esperaba y tardó en reaccionar, pero cuando lo hizo, se lanzó a Romeo y trató de quitarle la botellita. En el medio del forcejeo y la confusión de cuerpos, Dante le tiraba más y Junior miraba riendo, hasta que se avivó, corrió hasta la vela, sopló, y la tiró a cualquier lado para que Romeo no la viera. Después, regresó a su lugar y se siguió divirtiendo, hasta que Blas lo miró y le preguntó como pudo:

—¿De qué lado vas a estar?

—La verdad, no sé, esto es muy divertido.

   Blas siguió con el forcejeo y Junior se tiró de pronto a la espalda de Dante para alejarlo de su objetivo, que era Blas. Y luego intentó sacarle el frasco a él, pero entonces, se dio cuenta de que tenía otro aerosol metido en el pantalón y se lo sacó y empezó a tirarle. Blas le sacó a Romeo también y le tiró.

   Romeo sacó el otro que también tenía escondido en la espalda y empezaron a tirarse. Blas y Junior contra Dante y Romeo. Pero en un momento Blas se volvió hacia Junior y le tiró a él.

—¡Eh! ¿Eso por qué? —se desconcertó el menor.

—No sabías de qué lado estabas y dijiste que era divertido.

   Entonces, Junior le tiró a Blas. Blas a Junior otra vez. Y así comenzaron la guerra entre ellos. Dante y Romeo se los quedaron mirando sin saber qué hacer. Blas y Junior estaban en su mundo, tirándose serpentina, forcejeando, tratando de quitarle el arma al otro, y Dante y Romeo olvidados por completo.

    Los chicos se mataban de risa mientras forcejeaban y se tiraban serpentina en cuanto podían. Hasta que, finalmente, a Junior se le acabaron las municiones.

—Je, je —dijo Blas y le tiró en la cara.
—Listo, gané.

   Dicho esto, ambos chicos voltearon a mirar a los olvidados Romeo y Dante.

—Tengo hambre, ¿ustedes no? —preguntó Junior.

—Recién acabamos de comer —dijo Blas riendo.

—¡Bueno, qué queré que haga! Y pasaron como mil horas de la cena. ¡Vamos por el postre!

   Los demás rieron y empezaron a darle palmadas. En la espalda, en los hombros, en la cabeza, hasta Blas le frotó la mano por la cabeza, despeinándolo apropósito. Junior daba manotazos.

—Bueno, vamos a la cocina a preparar algo —dijo Dante.

    Primero, se sacaron la serpentina que tenían en el cuerpo y luego Dante y Romeo fueron en dirección de la escalera y subieron. Blas estaba apunto de ir tras ellos, pero Junior lo detuvo, agarrándolo del brazo, lo agarró de la cara y asegurándose que no lo veían, le dio un suave beso en los labios y le susurró: “Te voy a extrañar”. Rápidamente, lo soltó, y Blas, con una sonrisa siguió a Junior hacia la cocina. Dante y Romeo lo esperaban en el living. No preguntó, pero Romeo estaba confundido por su tardanza.

   Los cuatro chicos, tratando de no hacer ruido, fueron a la cocina. Estaba todo oscuro, tuvieron que encender la luz.

    Decidieron hacer un bizcochuelo fijándose la receta en la caja. Pusieron los ingredientes en el bol y Junior empezó a batir. Junior le puso un poco de la mezcla a la mejilla de Blas, y Blas, se  sacó lo sucio de la cara y se lo pasó por la cara a Junior, y Romeo se quedó pensando. Junior ni se imaginó que eso pudiera significar algo.

—Blas, ¿vos no estás saliendo con nadie?

    ¡Paf! A Junior se le había caído el bol a la mesada, por poco no se cae la mezcla.

—¡Junior, qué hacés! —exclamó Dante.

—No pasa nada, podemos seguir —dijo Romeo.

—Sí, estoy saliendo con alguien —respondió Blas mientras Junior seguía batiendo, aunque no era necesario, y además, a una velocidad tampoco necesaria.

       Junior volteó a mirarlo bruscamente, Dante igual y Romeo sonrió.

—Aaah Ailín, ¿no? La otra vez estaban…

—No, no, es Ailín.

—Ah, pero ¿la conozco?

—Lo. Ya lo vas a conocer.

       El corazón de Junior no latía, saltaba. Tragó saliva. Estaba rojo de pies a cabeza y le ardía la cara.
Romeo se lo quedó mirando confundido, pero luego entendió.

—Ah. Bueno.

     Blas se encontró con la mirada seria de Junior, y Junior se encontró con la mirada seria de Blas. Miraron en seguida para otro lado. Blas resopló y siguió mirando a Junior de reojo. Junior seguía batiendo.

—Junior, Junior, ya está eso —le dijo Dante.

    Lo pusieron en el horno, y decidieron empezar a jugar a la play mientras esperaban que se hiciera. Blas y Junior no se hablaban y se tiraban miradas serias de vez en cuando, en momentos coincidían. Jugaron Dante y Junior primero, y ganó Dante. Junior estaba bastante distraído.

   El bizcochuelo salió bastante bien. Esperaron que se enfriara mientras Dante y Romeo jugaban esta vez. Junior y Blas sentados separados, cada uno en una punta. Romeo y Blas jugaban y Romeo parecía con muchas ganas de ganarle. Al final, ganó Blas, y Romeo se disgustó un poquito.

   Comieron el bizcochuelo y brindaron. Fue entonces cuando acordaron ayudar a Blas temprano a la mañana con los muebles que debía llevar. Blas decidió en ese momento guardar su ropa. Dante, Romeo y Junior se despidieron y los dos primeros subieron la escalera.

     Junior estaba por subir, pero se detuvo al pie de la escalera, retrocedió unos pasos y le lanzó una mirada a Blas, que ya había  empezado a guardar las cosas en el bolso.

    Junior y Blas estaban en silencio. Ninguno se atrevía a hablar.

Amor en el silencio (Blasnior)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora