—¿Lo seguís protegiendo a pesar de lo que te hizo?
—¡Yo todavía lo amo!... Pero ya me voy a olvidar de él, poco a poco, y a vos no te tiene que importar lo que yo haga o lo que sienta o por quién sienta, ¿me entendiste? ¡Me estuviste mintiendo todo este tiempo! ¡Seguro nos estuviste deseando lo peor! Y ganaste, porque Blas me dejó. ¿Era lo que querías, no?
Junior gritaba y lloraba.
—¡Quiero que te vayas! ¡No te quiero ver nunca más! Y te lo repito: dejá a Blas en paz.
Dio media vuelta y salió del playroom corriendo. Mauro se lo quedó mirando, algo impactado.
Los días seguían pasando, llenos de soledad, pensamientos y recuerdos, que Blas y Junior no podían olvidar. Y esos sentimientos por el otro seguían ahí, apareciendo, insistiendo.
Ailín y Blas seguían viéndose. Generalmente, se veían en la casa del mayor. La chica le traía noticias siempre, como aquella de que Junior no quería volver a ver a su padre tras enterarse de que, en realidad, nunca había aceptado su sexualidad. Se había enterado de todo un día que había ido a lo de los Guerrico a hablar con Simona.
—No te me acerqués más, viejo, ¿cuántas veces te lo tengo que decir?
Junior y Mauro estaban peleando en el living. Después de aquel día en que Junior le había dicho que se alejara de Blas, Mauro había insistido en hablar con él tres veces. Las dos veces anteriores, Mauro lo había ido a ver al bar, pero Junior no había ido a su encuentro.
Aquella era la tercera vez. Ya se había cansado y había ido a decirle que lo dejara en paz. Romeo, Dante y Ailín (que esperaba a Simona) estaban allí también.
—Pero yo te quiero, hijo.
—Vos no me querés un carajo.
Romeo y Dante separaron a Junior de Mauro. El chico lo empujaba con la intención de que Mauro fuera hasta la puerta de calle, pero su padre no se movía del lugar.
Junior se puso a llorar y sus hermanos se quedaron uno al lado de él.
—No sé qué hiciste, viejo, pero ándate. Junior no quiere verte.
—Hice lo que hice para cuidarlo.
—¿Qué hiciste, viejo?
—Se hacía el que me aceptaba, el que nos aceptaba a Blas y a mí, pero estaba mintiendo.
—¿Qué? Ándate, viejo, por favor —insistía Romeo, señalando la salida.
—No podés ser tan turro, chabón —soltó Dante.
—Es mi hijo y…
—Es tu hijo y ya no te quiere ver.
—Y yo tampoco —dijo Romeo.
—Yo menos —habló Dante.
—No te vuelvas a acercar a nosotros, ¿escuchaste? Te metiste con nuestro hermano, ahora bancátela —le pidió Romeo.
—No te vuelvas a acercar a mí y no te vuelvas a acercar a Blas —dijo Junior, dando un paso hacia su padre.
—¿Él te dejó, él te dijo que no te ama más y el culpable soy yo?
Junior se quedó callado, no había querido recordar… Más lágrimas desbordaron.
—Ándate —insistieron Romeo y Dante al mismo tiempo, pero Mauro seguía ahí.
—Pero, hijo, yo a vos te quiero… Yo los quiero…
Cansados, Romeo y Dante casi sacaron a patadas a Mauro de la casa.
Blas hacía como que no quería saber nada de Junior, pero la mirada de curiosidad y preocupación por todo lo que pudiera estar pasando con Junior lo delataba. Ailín se lo quedaba mirando insistentemente hasta que el chico de rulos terminaba diciendo: “Algo sabés. Cóntame"
Aquel día no fue la excepción. Pero esta noticia lo quebró por dentro.
—Creo que está con un chico.
—¿Está viéndose con alguien? —Preguntó Blas. No podía ser. Solo quería pensar que había escuchado mal, pero sabía que no.
—Se juntan de vez en cuando. Se llama Lucas. Junior lo conoció por Internet.
Blas tragó saliva y se la quedó mirando fijamente a la chica.
—Te pusiste mal.
—No. ¿Por qué me pondría mal? Yo lo dejé. Quiero que esté bien.
—¿No me vas a contar nunca por qué decís que no lo amás más si no es verdad? ¿Por qué lo dejaste?
Otra vez esa sensación. Esas ganas de largar todo a la mierda y decir la verdad. Y otra vez el recuerdo de la amenaza de Mauro lo hacía desistir.
—Tenés miedo de algo, Blas. Tu cara.
—No me pasa nada.
Junior estaba en el bar, sentado solo a una mesa. Dante, Romeo, Lula y Leo lo miraban desde otra. El chico miraba sus manos, que apoyaba sobre la madera.
—¿Está saliendo con Lucas? —preguntó Leo.
—Según él, solo son amigos. ¿Qué pasa? ¿Querés salir con él?
Leo alzó las cejas.
—Yo no, gracias. Mi primo está interesado. Podemos presentárselo. Agustín ya lo vio en la competencia de bandas y quedó flasheado. Dijo que estaba muy bueno. No sé qué vio para decir eso, pero si a él le gusta...
—Bueno, tráelo. Pero eso sí, no sé si le va a dar bola, eh.
—¿Y si le gusta? Así le sacamos la carita de perro mojado que tiene, mirá.
Los cuatros volvieron a mirar hacia la mesa donde estaba sentado Junior cabizbajo, con ojos tristes.
Agustín se presentó con Leo en el bar días antes del cumpleaños de Junior. Un cumpleaños que no quería festejar, pero que sus amigos insistían en festejarle. Como el chico decía que ese día solo se dedicaría a comer, tal vez ver una película, y dormir, a Dante, Simona, Romeo, Ailín y Agus se les ocurrió hacerle una fiesta sorpresa.
Leo y Agustín entraron al bar mientras buscaban a Junior. Lo encontraron solo en una mesa, comiendo algo antes de que empezara su turno de trabajo. Estaba almorzando hamburguesa completa como si no hubiera comido nunca en su vida.
Junior solo pensaba, mientras los chicos se le acercaban, que se venía su cumpleaños. Un cumpleaños que iba a “festejar” sin Blas. Pero entonces los vio acercarse y les prestó atención mientras se limpiaba las manos con un trapo mojado, que le había dejado su hermano, y después se secaba con una servilleta.
—Hola —dijo el menor.
Agustín lo miraba sonriendo.
—Junior, él es mi primo —le dijo Leo, poniendo una mano en su hombro. Leo le guiñó el ojo y luego lo señaló con la cabeza, dándole un mensaje a Junior, que este comprendió.
El primo de Leo extendió su mano para que Junior se la estrechara. Era de piel morena como la de Leo. Ojos oscuros.
Y tenía rulos en su cabello.
Pero no eran como los rulos de Blas.
No eran los rulos de Blas.
Los rulos de Blas eran únicos y especiales, perfectos. Aquellos hacían que Junior tuviera ganas de tocarlos y acariciarlos. Eran los rulos de Blas, todo en él era perfecto.
Basta.
Junior no tenía que estar pensando en los rulos de Blas, no tendría que estar pensando en él ni en nada que viniera de él. Resopló, trató de sonreír, y finalmente, le tomó la mano al chico en la presentación.
Blas dejó el paquete envuelto en papel de regalo color azul en la cama. Había estado pensando en Junior otra vez, no podía sacárselo de la cabeza. Su sonrisa. Sus tostadas quemadas. El baile sexi a la Junior. La de veces que Junior le había pedido a él que le bailara sexi. Se rio porque no se imaginaba para nada haciendo eso.
El timbre apenas lo sacó de sus pensamientos. Seguía pensando en Junior al tiempo que se acercaba a la puerta a abrir.
Blas le había pedido a Ailín que se vieran porque necesitaba hablar con ella con urgencia. Dante estaba ocupado y parecía que Ailín no, así que no le pareció mal hablarlo con la chica.
—Acá estoy —dijo la chica, al tiempo que entraba a la casa.
—Ya preparé mate. Nos espera en la mesa.
Se sentaron a la pequeña mesa y Ailín empezó a cebar el mate.
—¿Vas a ir a ver a Junior por su cumpleaños?
—Le vamos a hacer una fiesta sorpresa en el bar. Te lo iba a decir.
—Tengo un regalo para él. ¿Se lo podés dar vos por mí?
Se trataba de dos palillos para la batería.
—Dáselo vos.
—No puedo hacer eso, pero quiero.
—¿Lo extrañás mucho, no?
—¿Sigue viendo a Lucas?
—Sí. Él dice que son amigos, pero no sé. Pero supongo que eso no debe interesarte, ¿no? No lo amás.
Pero Blas se la quedó mirando sin decir nada y entonces explotó. Empezó a llorar con todo y se tapó la cara, mientras las lágrimas caían sin parar, sin querer estar en su interior ni un rato más, y Ailín se puso de pie y se acercó a él para abrazarlo.
—Blas.
—Fue por Mauro, Ailín, fue por él. Él me dijo que me alejara de Junior si no quería que Junior saliera lastimado.
Y entonces, empezó a contarle como fue todo.
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Amor en el silencio (Blasnior)
Fanfic"No vas a ser feliz si no sos completamente libre" Junior y Blas y su historia de amor