(68) Prólogo. 2da parte

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Cuando Mauro se fue, Blas miró a Junior con una sonrisa

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Cuando Mauro se fue, Blas miró a Junior con una sonrisa. Junior también estaba sonriendo. Se abrazaron fuerte.
—¡Lo hiciste! —Se alegró Blas.
     Junior largó una risita rara de felicidad.
—Lo hice —soltó el menor.
    Blas rompió el abrazo y lo agarró de sus mejillas.
—Sí, amor.
   Juntaron sus frentes sin dejar de sonreírse.
—Soy libre.
Sos libre.
—Somos libres.
Sos libre —repitió el mayor y se acercó a besarlo.

Fin de la primera parte

Segunda parte. Prólogo:

       Ahora Junior y Blas se sentían más livianos. Bueno, Junior se sentía así. Todo desde que le había dicho a su padre que Blas y él estaban juntos. Que lo hubiera aceptado hizo también el asunto más fácil. Ahora no se escondían en ningún lado. Ni en el bar. Ni en la calle. Ni en la casa. Aun cuando Mauro estuviera ahí mirando a la pareja.
      Junior estaba feliz. Contrariamente a lo que había pensado, Mauro había aceptado su relación realmente. Hubo comidas con él  y Blas en la misma mesa, su charla bastante amable, pero muy triviales. En los momentos que se besaban, no decía una palabra. Ni siquiera sabía si los estaba viendo o no, pero aquello no importaba, porque lo estaban haciendo con libertad, más relajados, con el mismo amor o tal vez un poco más. 
       Blas se sentía raro con todo ese asunto. Era lo que había esperado y querido hacía tiempo, pero la amabilidad o indiferencia de Mauro lo hacían sentir incómodo y no tenía idea del por qué. Como que sentía que había algo raro. Pero las cosas estaban yendo bien y eso era lo que importaba, y entonces lo olvidaba.
   Los chicos no se escondían en ningún momento y  Lucre quería matarlos a veces. De vez en cuando, se ponían a besarse en el living de la casa y eso era un problema, porque ella estaba sola y solo le hacían recordar su vida vacía  y solitaria.
—¡Pero por qué me hacen esto! —les dijo en una ocasión, mientras sacudía la almohada contra el sillón, peligrosamente cerca de Junior, que se corría para no recibir un golpe. Blas y Junior riendo. —Esto no puede ser. Contrólense un poco. ¡Esto es un casa de familia!
—Te vamos a encontrar un novio, vas a ver.
—¿Y quién dijo que yo...? Ay, sí, chicos, sí.
    Blas y Junior volvieron a reír y a besarse. Lucre, simplemente, rodó los ojos y los dejó solos.
    Dante y Romeo no perdían oportunidad de cargarlos cuando se ponían cariñosos uno al otro, o sea, todo el tiempo. Pero estaban felices por ellos. Todos en la casa lo estaban.
      Todos querían a Blas. Confiaban en él. Eso se notó en Diego cuando una vez bajó al playroom y los encontró en un momento de besos en el que Blas se inclinaba para acostar a Junior en el sillón. Al escucharlo, se apartaron rápido y se pusieron rojos.
—Perdón, Diego —dijo Blas, mirando a cualquier lado menos a él.
—Tío —solo expresó Junior.
—No pongan esas caras —les dijo Diego—. Eemm, me gustan que estén acá. Si van a hacer algo, me gusta que sea acá o en lo de Blas y no en cualquier lado.
    Ahora menos podían verlo a la cara.
—Solo cuídense… Y avisen —dijo por último, para después alejarse.
—Pero ¿a qué viniste? —le preguntó Junior.
—Ya no me acuerdo —respondió su tío  y entonces los dejó solos otra vez.
    Blas y Junior  se habían mirado y reído nerviosos.
    Desde que había hablado con su padre y él los había aceptado, Junior sentía que era completamente libre.

Amor en el silencio (Blasnior)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora