45

414 32 18
                                    

       —Esto está que explota —le dijo el mayor.
—Sí —le respondió Junior, sin mirarlo y sacándose el chaleco. Agarró su campera, que había dejado bajo la barra, y luego fue hasta la salida.
     Blas no entendía nada, lo alcanzó y le puso una mano en el hombro. Junior volteó a mirarlo.
—¿Qué te pasa? —le preguntó Blas.
—¿Qué me pasa con qué?
—No sé… Decime vos…
    Junior seguía serio cuando dio media vuelta y se fue del bar.

    Dante se le puso al lado a Blas, que miraba hacia la salida con las manos en la cintura y tratando de tener un poco de comprensión.
—¿Junior dónde está? —preguntó a su amigo.
    Dante lo necesitaba y lo siguió, pero no dejaba de pensar en que Junior parecía enojado con él, y además, no sabía qué era lo que había hecho.
—Discúlpame, Dante, ¿te puede ayudar otro?
—¿Qué te pasa? —quiso saber Dante.
     Blas se sinceró con él, le contó lo que estaba pasando, que parecía que Junior se había enojado.
—¿Mi hermano es tonto?
     En ese momento, le llegó un mensaje de Junior que decía que se había ido a la casa.
—Se fue a casa.
—Tengo que hablar con él. Dante, por favor, después nos matás si querés.
     Dante suspiró.
—¡Pero qué les pasa a ustedes! Andá a hablar con él.
—¡Gracias! —dijo Blas y corrió hasta su auto.
     Una hora después estaba en lo de Junior. Había ido hasta su casa antes a buscar algo. Lucre le abrió la puerta y pidió hablar con él.
—Está en el playroom.
—Permiso.
—Sí, sí, pasá.
     Junior estaba sentado en el brazo del sillón cuando apareció Blas. Este frenó en las escaleras y dijo:
—¿Qué te pasa, Junior?
     Después bajó del todo y se puso frente a él, quién se ponía de pie. Blas esperaba una respuesta.
—¿A vos qué te pasa? —le soltó Junior.
—No entiendo.
—En el bar no me diste ni cinco de pelota.
     Junior pensó en ese momento que Blas había hecho lo mismo que él hacia Blas en algunos momentos. Blas suspiró. Ya entendía.
—Cada vez que te toco o algo en algún lado con gente, te alejás. Yo ya no sé cómo actuar, Junior.
—Pero eso era antes… ¿Querés cortar conmigo? —Sintió miedo Junior.
—No quiero cortar con vos. Yo solo quiero que vos estés bien y todavía tenés algo que te aprisiona por dentro. Creía que te sentías incómodo. Te estoy dando lugar.
—Pero no me estabas dando bola —repitió Junior.
—Tal vez me pasé un poco. No sé qué hacer, Junior. Yo quiero que estés bien. Hice eso por vos. Bueno, sí, me gustaría que no estuviéramos escondiéndonos de nadie…
—Pero… —Junior iba a decir lo que había intentado hacer en el bar.
—Déjame terminar. Me gustaría que no nos escondamos de nadie, que podamos estar juntos y felices sin estar preocupándonos por cómo nos mira la gente. Pero creo que es todo un proceso y ya va a llegar el día en el que puedas ser libre y gritar al mundo lo que realmente sos sin que te importe nada. Yo sé que ese día llegará y muy pronto… Y vas a ser feliz, Junior… Afrontemos todo esto juntos. —Sacó una llave del bolsillo y la alzó para que la viera Junior.
—¿Y eso?
—Hace unos días hablamos de ir a una cabaña, solos, un fin de semana. Creo que este fin de semana es perfecto, ¿no? —A Junior se le estaban iluminando los ojitos y una sonrisa aparecía en su rostro. El corazón se le iba a explotar de amor, de felicidad, de todo. —Pero no alquilé una cabaña.
—¿Y entonces? —se confundió Junior.
—Mi viejo nos prestó la casa de Mar de Plata.
—¿Tu viejo? —se sorprendió Junior.
—Sí. Pero en vez de dos días, van a ser cuatro, ya hablé con Dante... ¿No querés?
   Junior sonrió.
—Sí que quiero… —Ahora al que se le iba a explotar el corazón era a Blas. —Blas, yo en el bar… —empezó nuevamente a explicarle Junior, pero se escucharon gritos de alegría, cantos, pasos y bajaron Leo, Dante, Agus, Ailín, Chipi, Romeo, Lula (sin muchas ganas de estar ahí, en realidad, pero iba a estar con Romeo un rato y luego se iban a ir solos), Trini y Simona.
—¡Así que estaban acá! —exclamó Leo.
—Blas y yo nos tenemos que ir —dijo Junior de una.
—Pero vamos a seguir con “la fiesta” acá —dijo Leo.
    Junior agarró a Blas de la mano. Lo que no había podido hacer en el bar lo iba a hacer en ese momento. Los chicos se miraron confundidos, Blas tampoco entendía nada.
—Esto quise decir hace rato en el bar —Junior miraba a Blas, quien estaba entendiendo y no podía creerlo.
    Junior miró a los otros.
—Blas y yo somos novios.
    Leo se quedó de piedra. Romeo y Lula se miraron cómplices, con una sonrisa. Las chicas festejaron con vivas, saltos, aplausos y se tiraron a abrazar a los chicos, excepto Agus. Ella le sonrió a Junior y Dante le mostró el pulgar, también con una sonrisa.
—¿Novios? ¿Cómo novios? —preguntó Leo—. ¿De qué me perdí?
—Que me gustan los chicos —respondió Junior. Blas lo miraba sonriendo de orgullo y felicidad. —A ver si queda más claro así —continuó el menor, quién soltó a Blas, lo agarró de la cara y lo besó. Leo entendió pero igual quedó petrificado. Las chicas volvieron a festejar y a abrazarlos. Romeo sonreía.
    Cuando se soltaron, Junior le dijo a Blas:
—Siempre supe que te merecés a un chico que se la juegue por vos. Esto intentaba en el bar. Agarrarte de la mano delante de todos, abrazarte, y al final de la canción besarte y decirle a todos que estábamos juntos. Me estuve acercando mucho a vos…
—Y en todas esas veces me alejé, y lo habías hecho adrede, pensé que no querías que nadie se diera cuenta, por eso me alejaba, porque yo no iba a poder resistirme sin acercarme a vos ni besarte, me la estabas haciendo difícil… y ni cuenta de que ibas a besarme en el escenario… Si lo hubiera sabido, no me habría alejado. Si hubiera sabido que querías que te tocara delante del todo el bar…
—¡EEHHH!
—¡EPA!
    Se pusieron rojos. Blas carraspeó.
—Si hubiera sabido que no te importaba que me acercara en modo novio a vos, no me habría comportado como un tonto.
—Sí, al menos lo hubiera hablado con vos antes… Soy otro boludo.
—Sí —espetó Dante.
       Blas rio.
—Parece que no terminamos de cagarla —dijo el chico de rulos.

Amor en el silencio (Blasnior)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora