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  Siguieron avanzado para comprar todo para la salsa y Junior agarró un delantal blanco y un gorro de chef, y lo puso en el canasto. Mientras, Blas lo miraba confundido.
—¿Es necesario eso, Junior?
—La vida es una sola.

      Ya en la casa, dejaron las cosas en la mesada de la cocina, Junior se puso el delantal y Blas le puso el gorro de chef. Estaban cerca y se miraban a los ojos.
—Te veo con el delantal y el gorro y no sé si voy a poder resistirme —le dijo Blas.
—¿Resistirte a qué?
—Te ves muy bien con esto.
—No me lo voy a sacar nunca entonces.
—No, porque te lo voy a sacar yo.
—Eh, pero qué atrevido es mi novio… Me encanta, sí, sí, sí.
    Blas, con las mejillas ardiendo, sonrió.
     Una hora más tarde,  Junior, todavía con el delantal y el gorro (se había paseado por toda la casa con eso puesto y Blas no había podido dejar de mirarlo), se puso hacer la comida y Blas se apoyó en el marco de la puerta para mirarlo. En un momento, Junior lo miró y le guiñó un ojo y siguió con lo que estaba haciendo. Blas estaba por explotar de felicidad.
     Entonces, Junior empezó a menear, se dio la vuelta y con su movimiento sexi y atrevido se fue acercando a Blas mientras se miraban a los ojos…
—¿Blas? ¡Blas!
—¿Qué? ¿Qué? —Blas salió de su ensimismamiento.
—Te estaba hablando. ¿Qué pasa?
—Nada, nada —le empezó a arder toda la cara.
—Te pusiste rojo…
—No, nada, te estaba mirando y pensando…
—¿Qué pensabas? —preguntó Junior, intrigado y divertido.
—Nada, imaginaba… —Blas seguía rojo.
—¿Qué imaginabas?
—Nada, Junior, ya está.
—Cóntame —insistía Junior.
—Sos hincha, eh —le dijo Blas y Junior puso cara de ofendido en broma—. Nada, te imaginaba…
—Ah, ¿me imaginabas a mí?
—Bailándome con el delantal y el gorro puesto. —Blas contó todo con la cara ardiendo.
—Aaah, ¿te hacía el movimiento sexi? ¿Así?
    Y empezó a menear y a acercarse a Blas y cuando llegó se rodearon con los brazos y empezaron a besarse. Se separaron y Junior le preguntó:
—¿Esto te imaginaste?
—A la parte del beso no llegué porque me hablaste justo. Y esto fue mejor porque fue real.
    Junior sonrió mostrando los dientes, lo agarró de la cara y le empezó a dar besitos en la boca. Luego, siguió con la comida mientras Blas seguía mirándolo.
     Comieron spaguetis con salsa rosa con cebolla, ají rojo, champiñones, aceitunas.
—¿Cuándo vamos a preparar la piscina? —preguntó Junior en medio del almuerzo.
—Esta noche, así la usamos mañana, ¿qué te parece? Hoy está lindo, podemos terminar de comer y salir a dar una vuelta.
—Me parece bien. ¿Y cómo está la comida?
—Muy rica y no quemaste nada.
—Listo, ya me consagro como chef —se agrandó Junior.
—Y yo te contrato para que cocines para mí, pero no hagas tostadas, tostadas no, por favor.
—¡Ya me van a salir! —protestó el menor—. Además, mis tostadas a la Junior tienen un ingrediente especial si es para vos.
—Sí, lo quemado.
—No, así me salen siempre.
     Blas rio.
—¡No! —exclamó de pronto Junior, agarrándose la cabeza y mirando la comida asustado.
—¿Qué? —se asustó Blas.
—No me acuerdo cómo la hice.
    Blas rio.
—Soy un chef trucho —dijo el menor con cara de lamentación.
—Sos mi chef trucho preferido.
    Junior rio ahora, mirando a Blas.
—Podríamos ir a ver una comedia en el teatro mañana. Hay un comediante muy bueno. —Recordó Blas de pronto.
—Me gusta la idea.
    Blas estaba reservando entradas para el teatro en la mesa después de comer y lavar los platos mientras Junior lo miraba con intensidad, sonriendo y relamiéndose los labios de vez en cuando desde el sillón.
     Blas cerró la Notebook y miró a Junior.
—Listo.
    La sonrisa de Junior se intensificó.
—¿Por qué me mirás así? —rio Blas.
—Ahora te toca a vos.
—¿Que me toca a mí qué?
     Junior se puso de pie y le respondió mientras hacía su baile sexi:
—Un movimiento sexi todo para mí.
    La cara de Blas era fuego de pronto.
—Ah, no, no.
—¡Dale!
    Blas seguía ardiendo. Junior le hizo pucherito.
—A vos te sale muy bien. Yo no estoy para eso.
—¿Qué no estás para eso? Yo creo que sí estás para eso. Y para mucho más.
     Junior quedó mirándolo embobado. Blas empezaba a reírse de los nervios.
—No, no, para los movimientos sexis estás vos.
—Buuu —protestó Junior.
     A la noche, salieron a comer afuera. Mientras caminaban a un restaurante conocido por Blas, se miraban de vez en cuando. Junior, tímido, lo agarró de la mano y caminaron con las manos entrelazadas. Muchas personas se quedaban mirando con caras trágicas.

Amor en el silencio (Blasnior)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora