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—Esas fotos deben estar mal —decía Mauro a Julián. Ambos estaban en la casa de Mauro nuevamente. —Mi hijo no debe ser novio de otro chico, no, no.

—Bueno, se estaban besando.

—Eso no quiere decir nada. Blas puede estar acosándolo. Acá debe haber algo. Mi hijo no es así.

—¿Vamos hacer unas compras? —preguntó Blas.

—Y después, damos un paseo.
     Blas miró a la calle desde la ventana.

—No va a llover. Y si llueve, nos volvemos —dijo Junior.

—Sí, demos un paseo, así nos despejamos.
 
   Hicieron las compras, dejaron las cosas en la casa y fueron a dar un paseo por la playa. El cielo estaba gris, había viento, se estaban congelando, pero estaban felices. Mientras caminaban, Blas no dejaba de mirar a Junior con una sonrisa y los ojos brillantes. Junior miraba al frente, pero se dio cuenta de la insistencia de esa mirada.

—¿Qué? —dijo Junior, sin mirarlo.

—Tenés la nariz rojita —le dijo Blas.

—Me gusta, pero hace mucho frío.

—¿Querés volver?

—No.

—Yo tampoco.
 
   Ambos rieron.

     Ahora Junior se había quedado mirando a Blas.

—¿Qué? —preguntó Blas.

—Los rulos se te descontrolan por el viento. Me gusta. —Sonrió Junior. —¿Sabés lo que estoy pensando? —preguntó Junior de repente.

—Que soy un chico muy sexi.
 
  Junior rio.

—¡No! Bueno, sí, pero no estoy pensando eso. Bueno, todo el tiempo me quedo pensando en que sos un chico muy sexi y estás re fuerte… Te lo tenía que decir…

—Me encanta que me lo hayas dicho.

—...Pero no estoy hablando de eso. —Continuó el menor—. Creo que nos vendría bien un jacuzzi. O a lo sumo una bañera.

—Bueno, no tengo eso, pero en el patio cubierto de la casa hay una pequeña piscina climatizada.

—¡Jódeme! ¿En serio? ¿Y ahora me decís? La vamos a usar.

—No lo dudes que la vamos a usar.

—Se re portó tu viejo, eh.

—Sí, la verdad que sí. No creo que todavía entienda mis actitudes o que no quiera que estudie Psicología o algo en la facultad, pero me acepta, finalmente.

—Quiere lo mejor para vos. —Dicho esto, Junior se quedó callado.
 
     Blas lo miró y vio la cara de preocupación que tenía de pronto.

—¿Te pasa algo?

—Muchas veces me pregunto si yo soy lo mejor para vos. Si no es mejor que…
 
    Blas se puso inmediatamente frente a Junior, haciendo que frenara.

—Vos sos lo mejor para mí. No pensés más eso. ¿No estoy acá con vos?

—Sí.

—Dejá de decir pavadas entonces.

—¿Y si tu papá…?

—No me importa. Me importás vos. Me importa que estemos juntos, que vivamos nuestro amor. Me importa nosotros. A nadie hacemos mal.
 
  Al terminar de decirle eso, Junior asintió con la cabeza, y Blas se acercó a besarlo. Luego, se separó y le dijo:

—Yo estoy dispuesto a pelear contra todo y contra todos por vos. Nadie nos va a separar. Yo no quiero separarme de vos.

—Yo tampoco quiero separarme de vos.

   Volvieron a besarse hasta que sintieron unas gotas que caían. Se separaron y Blas dijo:

—¿Estás listo?
 
   Y empezaron a correr. Junior seguía a Blas porque mucho no recordaba el camino hacia la casa.
 
    Llegaron sin problemas, ni se habían mojado porque, por el momento, solo se había tratado de unas gotas.

—Pongo el pollo y me voy a bañar —dijo Blas, entrando a la cocina y agarrando el pollo, que estaba cortado en partes.

—Yo también —dijo Junior de una.

—Me encantaría que nos bañemos juntos, pero hoy no. —Prendió el horno y puso el pollo.

—¡¿Por qué?!

    Blas se quedó callado sin saber qué decir.

—Porque así hago algunas cositas mientras vos te bañás.

—¿Qué cosas?

—Cosas sobre la casa y eso —Blas dijo eso sin mirarlo. Se puso de pie y empezó a prepararse para entrar a la ducha.
 
   Junior se quedó haciendo pucherito. Miró alrededor, vio que no tenía mucho por hacer y se desplomó en el sofá.

   A los quince minutos, salió Blas de bañarse y vio a Junior durmiendo en el sillón. Agradeció aquello, así empezaba con la comida con tranquilidad. Junior despertó mientras estaba en la cocina preparando papas fritas.

—¿Blas? —preguntó Junior, adormilado.

—Estoy haciendo la comida, podés ir a bañarte mientras.

—Sí, ya voy.

—Tomate tu tiempo, debes estar congelado. —Blas ya se sentía culpable por haberlo hecho esperar.

   Necesitaba que Junior estuviera en otro lado por unos minutos. Media hora después, Junior salía de la ducha. Ya vestido, el pelo mojado, peinado. Ya se había largado a llover. No era una tormenta, pero era bastante potente.

—Está lloviendo, pero ¿dónde vamos esta noche? —dijo Junior, al que unas gotitas no iba a asustarlo.

    Entonces vio una mesa preparada en el living. Con velas. Botella de vino. Copas.

Amor en el silencio (Blasnior)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora