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       Blas siguió riendo mientras continuaba con el trago.

—Bueno, ahora dejá de pensar en mi hermano y no derrames más bebidas —bromeó Dante—. Bueno, podés pensar en mi hermano, pero sin derramar nada. —Se retractó.

      Dante lo dejó solo y Blas continuó lo que estaba haciendo, sin poder dejar de sonreír.

     Lo que les había pasado los había llenado de felicidad a ambos.
     

     Junior se quedó casi toda la tarde en su cuarto. Había dormido siesta y soñado con Blas. Lo extrañaba y no veía la hora de que cerrara el bar para que volviera a la casa. Ahora, cerca de la noche, Junior estaba escuchando música con una sonrisa enorme y cantaba a todo volumen. Romeo pasó por ahí y lo escuchó. Sonrió porque lo notó contento y siguió camino al living.
 
     Junior terminó de cantar la última canción del reproductor del celular, batiendo las manos como si tocara una batería invisible, se puso de pie y bajó al living. Se acercaba la hora en que llegaba Blas y quería esperarlo y verlo llegar. Hubo momentos de la tarde que estuvo tentado en enviarle un mensaje con “Te extraño mucho”, pero no se animó por resultarle pesado a esa altura de la relación, y dejó el asunto ahí.
 
    Romeo estaba sentado en el sillón con Lula cuando bajó Junior, todavía cantando.

       Romeo se puso de pie y se le acercó.

—¿Y a vos qué te pasa que estás así? Sonriendo, cantando.

—Nada —respondió Junior empezando a acercarse a la puerta de calle para abrirla y espiar si Blas llegaba.

—¿Estuviste con alguien? ¡Dale, decime! —insistía Romeo.

       Junior frenó a medio camino hacia la puerta y giró para mirar a su hermano.

—¡Déjame de hinchar! —Blas abría la puerta de entrada en ese momento. —Acá siempre me preguntan qué te pasa. Estoy triste: ¿qué te pasa?, estoy enojado: ¿qué te pasa?, estoy aburrido: ¿qué te pasa?, estoy feliz: ¿qué te pasa? ¡No se puede estar ni triste, ni enojado, ni aburrido, ni feliz en esta casa!

        Se dio la vuelta y se chocó con Blas, que se había estado acercando.

—¿Y cómo estás hoy? —preguntó Blas. Ambos se sonrieron. —Nos vemos en el playroom —le susurró Blas a Junior y luego siguió camino—. Hola, Romeo, Lula.
 
     Los chicos lo saludaron y Junior esperó unos cinco minutos en la cocina antes de ir al playroom. Bajó las escaleras y Blas lo esperaba sentado en el brazo del sillón con una sonrisa. Al verlo aparecer, se levantó y se acercó a él. No se dijeron nada que empezaron a besarse. Los besos de Junior seguían siendo un poco tímidos.
 
   Blas se alejó y le volvió a preguntar:

—¿Y cómo estás hoy?

—Feliz —respondió Junior, riendo.

—¿Se puede saber por qué?

      Ambos largaban risas nerviosas. Los ojos brillando.

—Por esto —respondió Junior señalando a ambos.

—Yo también.
 
     Junior rio.

—¿Quién iba a pensar, no? —preguntó Junior.
 
     Blas se puso serio de repente y se alejó de Junior para sentarse nuevamente en el sillón y mirarlo desde ahí. Junior se preocupó y se acercó.

—¿Qué pasa? —quiso saber.

—¿No vas a arrepentirte, no?

      De repente, Blas tenía ese miedo. Dante bajó las escaleras rápido, haciendo ruido y ambos miraron en esa dirección.

Amor en el silencio (Blasnior)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora