Llegaron a la casa y Junior cerró la puerta con llave.
—Bueno, nos vemos más tarde —dijo Junior de pronto, un poco nervioso, pero feliz
—Nos vemos —le respondió Blas.
Se sonrieron y luego Blas se fue al playroom y Junior a su cuarto todavía con una sonrisa en sus caras. Estaban nerviosos, ansiosos y felices por esa cena. Ninguno de los dos lo había acordado como una cita, pero lo sentían como una.
Blas se fue antes que Junior, mucho antes, y un poco antes de que el bar cerrara. El menor entró a bañarse tipo nueve y media, y a las diez ya estaba vistiéndose en el cuarto. Se había puesto un jean negro, zapatos, una camisa negra con garabatos blancos por casi toda la prenda y una corbata negra. Estaba por echarse perfume cuando entró Dante.
—Ah, pero qué pinta…
Junior se roció el perfume mientras miraba a su hermano, que lo miraba con una sonrisa.
—¿No me vas a contar? —le preguntó Dante.
—¿Qué te voy a contar? No te hagas el tonto.
—No me hago el tonto. No te hagas el tonto vos. Me gustaría que una vez, por lo menos, me contaras las cosas sin que yo tenga que suponer nada. Eso.
—No te enojes —sonrió Junior.
—No, no me enojo —replicó Dante, serio.
—Bueno, me voy —dijo Junior, luego de agarrar un abrigo.
—¡Saludos a Blas!
Junior, en su camino hacia la puerta, se acercó a su cama, agarró una almohada y se la tiró a su hermano a la cara.
Entonces, abrió la puerta para salir y se topó con Simona.
—¡Apa, qué facha!
—Gracias, Simona. Chau, Simona.
El chico no se detuvo a hablar y fue directo a la cocina a buscar el postre que le había pedido a Lucre que preparara. Luego, mandó un mensaje, que decía que estaba en camino, a su cita.
Blas estaba en el bar. Había preparado una mesa para los dos y la comida estaba calentándose. Miró todo y se frotó las manos, sin parar de sonreír. Tal vez no debería estar tan feliz, para Junior aquella cena solo era entre amigos, como una deuda que le debía, pero lo estaba. Se escuchó el timbre y fue a abrir.
Junior estaba del otro lado, esperaba casi pataleando, o estaba nervioso o tenía frío, pensó Blas, aunque no se imaginaba por qué podría estar nervioso. No estaba tan errado. El menor tenía frío y sentía nervios al mismo tiempo. El corazón del chico no dejaba de pegar fuerte contra su pecho, parecía que quería salirse de ahí. Resopló y entró.
Llevaba una bolsa con un taper. Blas se lo quedó mirando y sonrió, al verlo así vestido y al darse cuenta de que se había puesto perfume. Se había esmerado en la vestimenta para comer “hamburguesas” con él y eso le hacía más ilusión. Qué lindo que estaba, pensó el mayor, mientras lo miraba ir hacia la barra y dejar la bolsa ahí. Junior lo miró y vio que seguía ahí parado cerca de la puerta. Blas se despabiló y se acercó al menor.
—El postre —informó Junior, al sacar el taper de la bolsa y abrirlo. Era tiramisú.
—¿Tiramisú? —se sorprendió y entusiasmó Blas—. Mi postre favorito.
—Exacto.
El corazón de Blas iba a explotar. No se había imaginado nada de eso. Tenía la intención de sorprenderlo él a Junior, y al final, era Junior quien lo sorprendía a él.

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Amor en el silencio (Blasnior)
Fiksi Penggemar"No vas a ser feliz si no sos completamente libre" Junior y Blas y su historia de amor