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—Te amo —le contestó Junior, y le dio un nuevo besito. —Yo te amo más.
—No, yo te amo más.
—¿Me queré medir? ¿A ver quién ama más? —preguntó Junior, divertido, y después le empezó a dar más besos mientras Blas iba para atrás y Junior avanzaba.
—¿Qué, me estás desafiando?
—¡Nos medimos, dale! —seguía diciendo Junior.
    Entonces, las piernas de Blas encontraron el brazo del sofá y se fue hacia atrás hasta quedar medio acostado en el sillón con Junior encima de él. Rieron.

     Junior se acercó a besarlo, y cuando se separaron, se miraron y Blas le preguntó:
—¿Ahora vas a irte sin querer hablar del beso?
—¿Y vos vas a irte a Canadá? —retrucó Junior.
—Ni loco… Solo si venís conmigo —Junior sonrió al escucharlo decir aquello y Blas tiró de él hacia sí. Siguieron besándose y luego siguieron desprendiéndose de sus ropas.
    Despertaron tempranísimo, acostados en el sillón, Junior encima de él, y fueron a darse una ducha en el baño de abajo. Para cuando Lucrecia, Javiera y Simona se levantaron y bajaron al living listas para trabajar, los chicos salían del playroom ya bañados, con los dientes lavados, listos para ir al bar, limpiar un poco más y abrir.
    Las tres mujeres los vieron salir del playroom, bastante felices.
—Hola, Simona, Lucre, Javi —saludó Junior como si nada, mientras las mujeres los miraban raro.
—Hola —dijo Blas.
      Y sin más, salieron.

     Fueron pasando los días hasta la noche del karaoke. En el bar estuvo todo tranquilo, no hubo ninguna otra pelea o contratiempos con Blas.
     Junior se quedó a dormir dos o tres noches más en la casa de Blas. Pero estaban tan cansados que apenas terminaban de comer se acostaban a dormir. La noche antes del karaoke, Junior fue a lavarse los dientes en lo de Blas después de comer y se sentó rendido en el sillón mientras esperaba a que Blas saliera del baño. Cuando Blas salió del baño, lo vio muy dormido. Sentado, con la cabeza un poco hacia atrás. El mayor sonrió y se acercó. Le dio un beso suave en la mejilla y le acarició el rostro, pero Junior simplemente se acomodó para el costado sin despertar.
     Blas lo entendía, porque todos aquellos días habían estado yendo al bar muy temprano para limpiar y abrir, y además, él también tenía sueño. Pasó un brazo por la espalda del menor y otro bajo las piernas y con esfuerzo lo levantó. El menor no pesaba casi nada y pudo llevarlo hasta la cama, en la que lo acomodó y tapó. Después, fue a apagar la luz del living y a acostarse al lado de su novio. Se recostó de costado, de cara a él, para poder verlo por última vez aquella noche antes de quedarse dormido.
     A la mañana temprano, tipo seis y media, Blas y Junior entraban al bar.
—¿Cómo pude quedarme dormido? Me hubieras despertado.
—Estabas cansado, Junior.
—Pero yo quería tener un momento lindo con vos. Ya van tres noches que nos quedamos dormidos. Las únicas noches que pasamos juntos estos días. —Junior dijo eso como protestando.
       Blas había agarrado la escoba, y apoyado en ella, miraba a Junior con una sonrisa.
—Ya vamos a poder pasar momentos juntos —le dijo el mayor.
—¿Vos decís? —preguntó Junior.
—Sí. Ya vas a ver. Además, yo pasé un momento lindo.
—¡Que vas a pasar un momento lindo viéndome dormir!
—Para mí eso fue muy lindo. Fue muy lindo ver cómo dormías y se te caía la baba —bromeó Blas.
—¡Andá!
—Con saber que estoy con vos, me alcanza. ¿A vos no?
—¡Claro que sí, salame!
      A pesar de ese contratiempo, Junior estaba feliz, porque aquel día de karaoke tenía algo en mente.
   El día fue pasando, hicieron tragos, sirvieron bebidas y comida, y llegó el momento de preparar todo para el karaoke. Estaban por colgar el cartel que anunciaba el karaoke (los dos subidos a unas pequeñas escaleras) cuando Blas le preguntó a Junior:
—¿Estás listo para tu gran presentación con la banda?
—Estoy listo para muchas cosas —respondió el menor.
—¿Cómo cuáles? —preguntó Blas, sin entender a qué se refería el chico.
—Cantar con vos, por ejemplo.
—Dalo por hecho.
     Junior rio.
—Van a venir todos nuestros amigos.
—Junior, quiero decirte una cosa: Me alegra mucho tener que pasar vergüenza con vos —bromeó Blas, divertido.
—¡¿Vergüenza, por qué?! Si somos unos maestros del canto. Yo más que vos, pero…
—¿Qué decís? Maestros de la desafinación somos.
—En eso nadie me gana.
     Blas rio ahora.
     Pero cuando quedaron en silencio, Blas se quedó pensando. “Van a venir todos nuestros amigos”, y la sonrisa se le fue. Colgaron el cartel y se sacudieron las manos. Se fijaron si estaba bien puesto y luego se alejaron. Se acercaron al mismo tiempo a la barra, donde dejaron las escaleritas a resguardo, y en ese momento llegaron Trini y Leo juntos. Trini iba agarrada del brazo de Leo y se tambaleaba un poco por los zapatos que llevaba. En cualquier momento se caían los dos al suelo. Después, llegaron Simona, Agus, Ailín y Chipi, saltando como locas más o menos.
     Junior había agarrado a Blas de la mano, pero cuando vio que las chicas se acercaban a ellos, el mayor la apartó y Junior quedó como agarrando el aire. Hubo sonrisas, saludos. Leo y Trini, después de saludar a Romeo y Dante, que se habían acercado al escenario, también fueron hacia donde estaban ellos.
—¡Eeey…! —dijo Leo.
—¡Junior, Junior! —llamó Romeo, que llegaba con Dante—. ¡Ya tocamos!
    La batería de Junior, los micrófonos y el teclado de Dante estaban en el escenario.
—¡Vamos, Junior! —exclamó Blas.
    Junior sonrió y fue hacia delante para darle un beso en la boca a Blas. Sí, aun cuando estuvieran ahí las chicas, Leo y todo el bar delante de ellos. Pero Blas le puso una mano en el hombro y apretó. Aquello detuvo a Junior cuando apenas había empezado a moverse para acercarse a él.

Amor en el silencio (Blasnior)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora