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   —Después tenemos que hablar más tranquilos nosotros dos —le dijo Mauro a Junior, dirigiendo una mirada de reojo al chico de rulos, quien lo miraba atento. Dio media vuelta y volvió a salir del bar, lo que hacía que quedara claro que había ido hasta ahí solo para ver si estaban.
    Junior se volvió hacia Blas y exclamó, con disgusto:
—¡Blas! —dio media vuelta y se alejó, para seguir trabajando.

     Blas se insultó por dentro. Había hablado de más y aquello molestó al menor. Tal vez no debió mandarse solo. Se pasó la mano por la cabeza, tirando sus rulos hacia atrás, preocupado. Debía hablar con él.
     Siguieron trabajando, con un Blas distraído que no dejaba de mirar a Junior. Sus miradas no se encontraron ni una sola vez. Cuando no pudo soportarlo más, Blas le hizo seña a Junior, para que fueran al baño. El menor miró alrededor, nadie le estaba haciendo caso, por lo que empezó a dirigirse hasta allí.
     Entró al baño y vio a Blas mirando en dirección de la entrada, con preocupación.
—¿Estás enojado? —le preguntó de una el mayor. Junior supo por qué le estaba preguntando eso y resopló.
—No estoy enojado. Estoy asustado, Blas. Tengo miedo de que te haga algo.
   Blas suspiró y agarró a Junior de los hombros, todo sin dejar de mirarlo a los ojos. El menor le sostenía la mirada.
—Junior, todo va a estar bien. A mí no me importa lo que me haga tu viejo.
—Pero a mí sí.
—Yo no voy a dejar de luchar, nadie me va a alejar de vos. Me voy a defender. Pero tenemos que enfrentarlo juntos. Y si no se entera por vos, se va a enterar por otro lado. Es mejor que se lo digas vos. Si se lo ocultamos más tiempo, va a ser peor.
    Junior lloriqueó un poco, tapándose el rostro con las manos, todavía en el agarre de Blas. Sus manos permanecieron tapando su cara un montón de tiempo, por lo que Blas lo agarró de las muñecas, alejó sus manos de su rostro, agarrándolas con las suyas, permaneciendo así, sin dejar de mirarlo.
—Escúchame. Podemos hacerlo. No va a pasar nada.
—No sé…
     Junior sabía que Blas tenía razón, pero aún así el miedo persistía.
—Si tardamos en decirle, va a ser peor. Hagamos esto: llámalo para acordar una cita para hablar. Yo voy a estar con vos cuando le digas, no te voy a dejar solo. Se lo vamos a decir juntos. Además, parecía bastante calmado hoy.
—¿Podemos esperar un poco más?
—Junior…
—No, esperá. Esperemos unos días más y vemos cuánto está de calmado… Por favor.
   Junior lo miraba con ojos suplicantes. Blas suspiró.
—Está bien, pero acordate de lo que te digo. Es mejor que se entere por vos y que no pase mucho tiempo.
—Fue mucho el tiempo que pasamos acá. Mejor volvamos a trabajar, que Dante nos va a descuartizar.
—Qué raro: ¿queriendo ir a trabajar? ¿vos? —sonrió Blas, aún no se soltaban las manos.
    Rieron.
—Vamos.
    Blas lo soltó de una mano, pero empezó el recorrido hacia la salida todavía agarrándole la otra.
—Beso —pidió Junior.
    Blas dio media vuelta y vio que su novio esperaba el beso haciendo trompita. Blas lo agarró de la cara y le dio más de un beso. Después, el mayor volvió a agarrarlo de la mano y así salieron del baño. Dante los vio y las sonrisas que llevaban resbalaron de sus caras.
—Así los quería agarrar —les dijo.
   Junior le dirigió una sonrisa angelical.
—Ya nos ponemos a trabajar —dijo Blas.
    Dante los miró achinando los ojos.
—No quiero saber lo que estaban haciendo en el baño.
  Se pusieron rojos y rieron.
—No, no, no —dijeron ambos, con vergüenza. Dante rio.
—¿No se estaban peleando?
—¡Ah! No, no.
     Blas y Junior estaban visiblemente aliviados.
—No me digan que pensaron que lo decía por… Son terribles.
     Los otros dos rieron.
—Bueno, sí, vayan a trabajar.
    Los chicos seguían agarrados de la mano. El bar casi los miraba entero, pero no se hizo mucho problema. Se soltaron y siguieron con el trabajo.
    Aquella noche, Blas y Junior se quedaron en el bar a limpiar y cerrar. Todavía no terminaba ese mes que habían acordado con Dante. Hicieron todo rápido, casi sin hablar, porque estaban cansados. Al cerrar, Junior estaba por despedirse de su amor ahí mismo.
—Te voy a llevar a tu casa, Junior.
—Pero es tarde y estás cansado. Andá a tu casa tranquilo. Me tomo el bondi o un taxi.
—No pasa nada.
—¿Y si te dormís en el volante?
—Qué exagerado.
—Igual, no te quiero joder.
    Junior no dejó que replicara, le dio un besito en los labios, dio media vuelta y se fue. Quería estar todo el tiempo con él, y nunca había sentido eso por nadie, debía ser algo agobiante para Blas. Además, también estaba cansado su novio.
    Entró a su casa a las once de la noche. Lucrecia estaba con Simona en la cocina, preparándole algo para comer, y Mauro lo estaba esperando, sentado en el sillón del living.
—Junior —expresó el padre, poniéndose de pie y acercándose a él.
—Viejo, ¿qué hacés acá? —Preguntó el menor, mientras Mauro lo agarraba del hombro y lo llevaba a sentarse al sillón con él. 
—Quiero hablar con vos —dijo el hombre al tiempo que se sentaban—. Saber cómo estás.
—Estoy bien. Y fuiste al bar hoy a hablar.
—Si hay algo que quieras decirme… —Al decirlo, Mauro miró  alrededor. Junior tragó saliva—. No hay nadie, Papito. Solo estoy yo. No tengas miedo.
     ¿De qué estaba hablando Mauro?
—Sé cómo sos. Si alguien te está molestando…
—No, no está pasando nada de eso.
—¿Por qué fuiste a Mar del Plata con Blas?
    Por ahí venía la mano.
—Para estar tranquilos, relajarnos.
—¿Me estás diciendo que vos querías ir con él?
    ¿Qué estaba insinuando?
—Sí, Blas es mi… —carraspeó nervioso—… Blas es mi  amigo.
    A Mauro no se le había escapado ese nerviosismo en su expresión y tono. Cada vez estaba más  seguro de que Blas lo estaba acosando.
—Hijo, sabés que podés decirme cualquier cosa.
    Junior eso lo ponía en duda.
—¿Estás pensando que fui con él amenazado, obligado? No, nadie me amenazó ni me obligó a ir con él. 
    Mauro lo miró achicando los ojos. Pensaba que tal vez habría un mensaje oculto en esas palabras.
—Ay, hijo, hijo —dijo, agarrándolo de un brazo y tirándolo hacia él para abrazarlo—. Te quiero mucho, hijo —le decía mientras le acariciaba la espalda—. No quiero que te pase nada, quiero que estés bien.
    ¿En serio le sonó sincero eso a Junior?

Amor en el silencio (Blasnior)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora