—Quiero que no te lo olvides.
—¿Lo qué?
—Que te amo. Te amo desde el colegio, te amaba ya en ese beso que me diste en la fiesta de primavera, desde siempre te amé, te amo y te seguiré amando. Y que nada ni nadie…
—Te haga pensar que no —completó Junior, recordando lo que Blas le había dicho unos minutos antes.
—¿Me creés? —le preguntó Blas—. Necesito que me creas.
—Te creo —respondió Junior, sin dudar.
Blas sonrió y se besaron, reanudando el pacto de amor que habían iniciado.
Blas abrió los ojos a mitad de la noche, las lámparas estaban encendidas y no encontró a Junior al lado suyo. Se movió y lo vio en el marco de la puerta, mirándolo. Se había puesto el boxer y se tapaba con una manta.
—No quiero dormir —dijo Junior.
—¿Por qué?
—Porque nos vamos.
—Pero las horas pasan igual si estás dormido o si estás despierto.
—No es lo mismo. Me duermo y pasan las horas rapidísimo. Y acá estamos bien.
—Allá también estamos bien, Junior.
Junior bajó la cabeza dos segundos.
—No tengas miedo —Blas salió de la cama y se acercó a él. —Todo va a estar bien. ¿Vos estás dispuesto a quedarte al lado mío, a quedarte conmigo pase lo que pase?
—¡Por supuesto, amor! —respondió Junior.
—Y yo estoy dispuesto a quedarme con vos pase lo que pase. Siempre voy a estar con vos —Blas alzó la mano y le mostró la pulserita roja que Junior le había puesto en el casamiento simbólico. —No va a pasar nada malo. Y nada ni nadie va a arruinar lo que tenemos si no queremos, ya te dije.
—Sos lo mejor que me pasó en la vida, Blas.
Blas le sonrió.
—Volver de Canadá fue la mejor decisión que tomé en mi vida.
—Te hice sufrir…
—Vos tampoco la estabas pasando bien. Bueno, ya está, estamos juntos, no pensemos más en cosas tristes. Vamos a estar bien. A dormir, dale.
Se hicieron unas caricias más, y luego se durmieron.
Mauro salió de su casa rápido a la mañana. Con buzo capucha, que le cubría la cabeza. Un bolso con unas cuantas cosas sostenía en una mano. Fue en dirección del auto, en el que subió y comenzó el recorrido a Mar del Plata.
Blas abrió los ojos primero. Se habían dormido desnudos, Blas abrazando a Junior desde atrás, y dejando las luces encendidas. Se quedó como estaba un ratito, con su mentón descansando en el hombro suave de su novio, pero la piel de Junior lo llamó y empezó rozar sus labios en la piel del hombro del menor. Junior se removió y poco a poco fue abriendo los ojos. Blas frenó al notar eso.
—Seguí —pidió Junior.
Blas volvió a acercar sus labios al hombro de Junior y el roce de labios en su piel se convirtieron en besos largos y delicados que fueron subiendo hasta el cuello.
—Me despertaste con besitos, entonces sí funciona —bromeó el menor.
—¿Tuviste que ver que te despertaba con besitos para darte cuenta?
—No, en realidad, ya lo sabía, pero quería ver cómo funcionaba.
Blas rio y le dio dos besos más.
—Y funciona a la perfección, déjame decirte. Quiero que sigas despertándome con besitos donde quieras siempre —permitió Junior.
—Yo también quiero eso. Que me despertés con besitos donde quieras.
Junior recordó que el que se despertaba siempre antes era Blas. Él despertó antes alguna que otra vez, pero Blas le ganaba.
—Si llego a despertarme antes, con mucho gusto.
Blas rio.
—Hoy podemos quedarnos todo el día en la cama, ¿no? —preguntó el menor de pronto.
—Tenemos que volver.
—¿A dónde? —Se hacía el tonto Junior.
Blas rio.
—Tenemos que volver —repitió el mayor.
—Ya sé —lloriqueó el otro.
En ese momento, sonó la alarma del celular de Blas.
—Qué mala onda esa alarma, che —protestó el menor.
Blas volvió a reír.
—Está celosa porque me vas a despertar con besitos.
—Que se joda —soltó Junior.
—Tonto —rio Blas, dándole un empujoncito, Junior rio también. —Bueno, hay que levantarnos, limpiar y acomodar todo.
—Pero nos vamos a la noche. ¿Nos vamos a pasar el día limpiando?
—Sí, pero juntos.
—Solo por eso me alegro.
—Loco —le dijo Blas y le dio un último beso en el hombro esa mañana antes de levantarse. —Dale, Junior, más rápido empecemos, más rápido terminamos.
Junior se acomodó hasta quedar mirando el techo como un zombi y luego se sentó en la cama. Blas había ido al baño.
—Dale, bebé, así terminamos rápido y nos bañamos juntos. —Apareció otra vez Blas y empezó a vestirse.
Junior se había levantado y empezaba a vestirse. Mientras, contemplaba a Blas ponerse su ropa.
—Me gustan tus ideas, amor. —Junior resopló—. Solo quedan horas sin que nos rompan las pelotas.
—Por eso, a disfrutarlo.
Eran las once cuando empezaron la limpieza. Primero, habían desayunado. A Mauro le faltaban unas horas para llegar. Se imaginaba agarrando a Junior a la fuerza si era necesario, para alejarlo de ese chico. Lo salvaría de ese pendejo. Lo llevaría de vuelta con él, que Blas se arreglara solo.

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Amor en el silencio (Blasnior)
Fanfiction"No vas a ser feliz si no sos completamente libre" Junior y Blas y su historia de amor