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Cuando salieron del bar, Mauro quiso llevarlo a su casa, pero declinó la idea. “Tengo que ir a otro lado", le dijo. Y sin más, aunque Mauro le ofreció llevarlo a ese lugar, Junior lo dejó plantado al ver un taxi acercarse. Lo paró y se subió a él. 


Llegó a la casa de Blas veinte minutos después. Abrió la puerta. Estaba todo oscuro, salvo por la luz de las lámparas que venían de la habitación del mayor. Lo encontró ahí, acostado en la cama.
—Nah, sos un chanta —le dijo. Blas le sonrió y palmeó el lado vacío de la cama.
—Dale, vení —le pidió  
—Paso al baño y vengo.
    Se sacó los abrigos, los tiró al sillón y después fue al baño: se lavó los dientes, y fue entonces directo a acostarse al lado del mayor. Ninguno estaba tapado.
—¿Cómo te fue con tu viejo? —preguntó entonces Blas.
—¿Sabés que bien? —dijo Junior, incrédulo.
     Blas alzó  las cejas, sorprendido.
—Hablamos de nosotros, me preguntó cómo me fue en las vacaciones, no te mencionó, no dijo nada en contra tuyo… ¿Sabés lo que es eso?: extraño, muy extraño.
—Parece que está aflojando.
—¿Vos decís?
—¿Podemos decirle ya o no?
—Esperemos un poquito más…
—Dale, dijiste unos días y ya pasaron como dos semanas, Junior. Tu viejo no me jodió más.
—No te enojé —le pidió Junior mirándolo con ojos de cachorro.
—No me enojo… Es el último paso que te falta para que seas libre del todo, es eso.
—Unos días más, es por tu propio bien.
—Bueno, unos días más.
    Junior se quedó mirando a Blas con una sonrisa.
—¿Qué pasa?
—Mi papá nos interrumpió en un momento importante.
—¿Lo del bailecito que le hiciste al productor?
—Mi bailecito sexi  a la Junior es todo tuyo, de nadie más.
—Ah, ¿sí?
—Posta… ¿Y te estaba gustando?
—Hubo una parte que me gustó más.
—¿Cuál?
—Cuando casi te caés del sillón.
     Junior le dio un empujoncito. Después miró al cielo razo y cruzados de brazos quedó algo pensativo.
—Estoy pensando en hacerte algo en este momento.
—Besarme  —tiró Blas, con muchas ganas.
—No, eso no —Junior lo miró un segundo al decirlo, para después volver la mirada hacia el techo.
      Blas lo miró sorprendido.
—¿No?
    Junior miraba hacia arriba todavía.
—No. Frío. Frío.
—¿Vas a seguir con el bailecito?
—Tampoco. Frío, muy frío.
     Blas ya estaba todo confundido.
—¿Entonces?
—Esto —respondió Junior al tiempo que se incorporaba y se ponía en una posición en la que le resultaba fácil hacerle cosquillas a Blas.
    Blas empezó a reír con todo y retorcerse. Junior lo miraba reírse y deseaba que riera siempre… Su naricita arrugada, los ojos achicados… No podía creer que se había  perdido esa risa por años, se había perdido todo de él por años, solo por ser un tonto.
—¿Creíste que vos solo podías hacerme cosquillas a mí?
—Para, pará, pará. —Junior le hizo caso y lo miró. Blas lo miraba sonriendo y con los ojos brillosos de lágrimas de la risa.  —¿Esto es venganza?
Junior  no le contestó y siguió haciéndole cosquillas. Blas intentaba apartarlo, agarrarlo y hacerle cosquillas a él. Junior entonces se subió encima del mayor, a horcajadas sobre sus muslos, siguiendo con las cosquillas, pero Blas pudo agarrarlo de las muñecas.
—Quiero comerte todo —dejó en claro Junior.
—Cuando quieras —permitió Blas, sonriendo.
—¿Y cuándo es eso? —Preguntó el menor.
—¿Ahora?
    Junior sonrió.
—Caliente, caliente —respondió.
    Se miraron desafiantemente divertidos, hasta que el menor tiró de Blas para que se levantara el torso y empezaron a besarse, recorriendo sus manos por la espalda del otro por encima de sus ropas, pero llegaron a levantar las prendas del otro y masajear su espalda desnuda. Entonces, a las apresuradas, Blas le sacó la remera a Junior, y Junior, a Blas. Seguían besándose cuando las manos de Blas llegaron a la cintura de los pantalones de su novio y empezó a desabrochar el cinturón, y luego el botón, y bajaba el cierre.
    Junior le empezó a dar besitos en el cuello y en el hombro a Blas. Pero como resultaba difícil sacarse los pantalones en esa posición, se pusieron de pie y se desprendieron de sus jeans y los bóxers, para luego Junior rodear el cuello del mayor con los brazos y seguir besándose. Mientras, Blas iba hacia atrás para volver acostarse y Junior iba pegado a él en besos suaves pero profundos, quedando encima. Junior siguió dándole besos por el cuello, hombro, siguió por el pecho…
    Cuando sonó la alarma del celular de Blas, los chicos estaban durmiendo, despatarrados, las piernas enredadas. Abrieron los ojos al mismo tiempo viendo al otro enfrente. Sonrieron.
—Tenemos que ir al bar —dijo Blas—… Y necesito ir urgente al baño.
—Que romántico.
    Blas rio.
—Buenos días, amor —le dijo entonces el mayor.
—Mejor. Buenos días, Mi Rulitos. Hay un problema —le respondió el menor, para después bostezar.
—Tenés sueño —trató de adivinar el chico de rulos.
—Aparte. Vos para las adivinanzas sos malísimo, no acertás una.
—Alguna que otra…
—Una por cada millón.
—Bueno, todo bien no puedo hacer.
—¡Qué te hacés! —Sonrió Junior, mientras le pegaba con su hombro en el hombro. Blas reía.
—Bueno, ¿qué pasó?
—Tengo que ir a buscar el chaleco a casa.
—Sabés que no hay problema, tengo auto.
—Te estoy jodiendo mucho.
—¿Qué?
—¿No soy muy molesto? Tal vez te cansés de verme todos los días.
—¿O vos te estás cansando de mi?
—¡No!
—Yo tampoco me estoy cansando de vos. Nunca me voy a cansar de vos. ¿Por qué decís eso?
     Junior se encogió de hombros.
—No sé, se me ocurrió que podía pasar.
     El bar estaba bastante tranquilo, no había mucha gente y Junior se estaba durmiendo, por lo que salía afuera, caminaba de aquí para allá para no dormirse. Pero no estaba funcionando. De vez en cuando cerraba los ojos y sin darse cuenta estaba dormido, parado, aunque solo durara unos segundos.
      Tipo cinco de la tarde, Junior se encontraba apoyado en la puerta de entrada, en la calle.
—¿Te estás durmiendo? —dijo la voz de Blas, quien se había puesto al lado de él.
   Junior rio.
—Un poco.
—Un poco mucho.
   Junior lo empujó con el hombro, divertido, y Blas se la devolvió.  Estuvieron así como unos segundos hasta que Junior agarró a Blas del chaleco y tiró de él hacia sí, aunque primero tuvo que voltear. Mauro se acercaba desde la vereda del frente.
—Te amo —le dijo Junior, Mauro viendo todo desde el medio de la calle. Junior seguía agarrando a Blas del chaleco. Empezaron a besarse. A ninguno les importaba las miradas de los que pasaban por ahí, pero Junior se moría si se enteraba que Mauro los estaba viendo muy cariñosos uno con el otro. Besándose, chocando suavemente sus narices, acariciando la mejilla del otro, Junior sonriendo, Blas besando los hoyuelos del menor.


Amor en el silencio (Blasnior)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora