Las hojas crujen con violencia bajo mis pisadas mientras esquivo las ramas como puedo. Este bosque no es el lugar perfecto para una persecución.
-¡Por aquí!-escucho una voz lejana a mi espalda.
Mierda, estaba corriendo en la dirección equivocada. Freno en seco y hago una pausa de dos segundos para controlar la respiración antes de volver a la carrera, intentando afinar el oído en busca de cualquier sonido que me diga hacia dónde debo ir. No estoy nada de acuerdo con esto que estamos haciendo, pero es mi trabajo y soy muy consciente de que nos pueden estar vigilando ahora mismo. Y prefiero parecer implicada a sufrir las consecuencias de no estarlo.
Un grito ahogado interrumpe mis pensamientos, seguido de otros cuantos muy distintos: estos suenan a celebración.
-¡La tengo! ¡La tengo!-esta vez reconozco la voz de Héctor, está mucho más cerca-¡Jódete, cabrona!
Con la respiración agitada, consigo encontrar a los protagonistas de la caza de hoy entre los árboles del bosque al que nos han traído. Ahí ya está casi toda la patrulla, celebrando, y dos oficiales llegan a paso ligero justo detrás mía. Héctor suelta los brazos de la chica, que está tirada en el suelo boca abajo, para cederles el espacio a los oficiales. Ahora son ellos quienes la esposarán y se la llevan arrestada.
Hace más de cinco años que me dedico a esto, al principio te cuentan que estás ayudando a tu gobierno, que eres un héroe, que vas a ayudar a que la ciudad sea un poco mejor. Y yo al principio me lo creí, al principio era de los que celebran cuando atrapamos al sospechoso. "Sospechoso" es la palabra formal, la que se usa de cara a los ciudadanos. Para ellos hacemos "redadas". De lo que no tienen ni idea es de que esto no son redadas, ni arrestamos a "sospechosos"; lo que hacemos es dar caza a presas que intentan huir sin saber que les va a resultar imposible. Se me revuelve el estómago, pero pongo mi mejor sonrisa para disimularlo.
-¿Estás bien?-me pregunta Javi, que sabe perfectamente que cada vez me cuesta más esto.
Asiento con una sonrisa bien falsa y dejo que me rodee con su brazo y me aprisione contra su pecho. Javi es mi mejor amigo aquí, lo es desde los 16 años, edad a la que entramos en la residencia para que empiecen a valorar nuestras aptitudes y puedan decidir cuál será nuestra función en la sociedad a partir de los 21 años.
Entramos en la furgoneta que nos trajo hasta aquí, y apoyo la cabeza en la ventanilla, cerrando los ojos.
-¡Eh, Natalia! ¿Se puede saber qué te pasa?-me llama Héctor, dando voces aunque solo está un asiento por delante mía- ¡Celebra, coño! ¡Un apestoso menos!
-Ojalá tuviera la misma energía que tú-le respondo sonriente-, pero me duele muchísimo la cabeza. Igual estoy demasiado vieja para esto de correr tanto.Me mira poco convencido, pero no le da mayor importancia, ahora mismo lo único que le interesa es contar cada detalle de la persecución para que toda la atención esté puesta en él. Vuelvo a cerrar los ojos y finjo quedarme dormida durante el resto del trayecto. Lo de que me duele la cabeza no es mentira del todo, me palpita como si pretendiese salir de mi cráneo a toda costa. Es por eso que intento apagar mi mente completamente y aislarla de todo el júbilo que hay a mi alrededor, hasta que la presión de una mano sobre mi rodilla me trae de vuelta a la realidad.
-Nat, ya estamos aquí.-me dice Javi.
Cuando abro los ojos, el sol del atardecer me da de lleno en la cara y, aunque no brilla con demasiada fuerza, sí lo hace con la suficiente para que tenga que volver a cerrarlos rápidamente. A mi lado, Javi se ríe de la cara que he puesto, y yo le doy un codazo mientras espero con impaciencia a que todos mis compañeros bajen de la furgoneta. En total somos seis en la patrulla: Javi, Héctor, Joan, Marta, Lucía y yo; y dependiendo del número de sospechosos, vamos una sola patrulla o más. Hoy solo hemos ido nosotros, ya que únicamente teníamos que arrestar a una chica; pero si hubiésemos sabido de más sospechosos, seguramente nos habría acompañado otra patrulla.
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Sempiterno || Albalia
Fanfiction"-Nat, ¿tú crees en el destino?-Alba gira su cabeza, apoyada en mis piernas, hacia mí. -¿Y esa pregunta? -No sé. ¿No la contestas? -No sé si en el destino como tal-respondo, arrastrando la manta que cubre su cuerpo hasta su hombro-. Creo que eso es...