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Me despiertan los bigotes de Queen haciéndome cosquillas en la cara y el peso de su cuerpo sobre mi pecho. Abro los ojos y me encuentro con su hocico pegado a mi nariz, y con Elena apoyada en mi hombro tal y como se quedó dormida anoche.

-Buenos días-susurro ante el ronroneo de la gata restregándose contra mi cara, y le acaricio el lomo mientras compruebo qué hora es-. Coño.

Son las once de la mañana, y he dormido del tirón por primera vez desde que llegamos aquí, sin necesidad de ninguna tila, y estoy convencida de que gran parte de la culpa la tiene mi visita a Natalia. Me anoto mentalmente agradecer a María y Julia por convencerme de que fuera mientras recuerdo el rato que pasé anoche con ella. Dentro de lo mierda que es que no tenga ni idea de quién soy, estuvo muy bien. Le conté cosas de cuando estábamos en la Residencia y luego estuvimos anotándolas en su diario, para que pudiera leerlas cuando quisiera. No sé asustó ni pidió que me fuera, ni vi en sus ojos el miedo del primer día, y eso ya significa mucho. Sonrío al recordar lo feliz que estaba ante la posibilidad de poder irse hoy del hospital, según los resultados de las pruebas de esta mañana. Mierda, las pruebas de esta mañana, eran a primera hora y ya son las once. Me estiro con cuidado para alcanzar el móvil y escribirle a Marta. Aún se me hacen raros estos cacharros y no me termino de aclarar con ellos, pero para lo más básico me manejo. Mis padres se empeñaron en darles uno a todos mis amigos para que pudiéramos comunicarnos mejor. Dicen que son móviles ya usados que la gente vende más baratos o algo así y que no les costó ningún trabajo, pero yo estoy deseando ganar dinero de alguna forma y poder devolvérselo, porque ni me gusta deberles un favor así ni me parece que ellos estuvieran en la obligación de hacer esto. Le envío el mensaje preguntando por las pruebas tanto a Marta como a Javi, que son los que iban a estar esta mañana en el hospital, vuelvo a soltar el aparato sobre la mesita y suspiro hacia el techo. Quizás a partir de ahora es mejor, a lo mejor sólo tarda unos días más en recuperar sus recuerdos, ¿no? Sonia me estuvo explicando el día que le diagnosticaron la amnesia que no debería ser permanente, sino que puede recuperar la memoria gracias a la plasticidad del cerebro. También me explicó la importancia de ayudarla a ubicarse todo el tiempo, que es bueno tener un calendario siempre a mano y explicarle dónde está y por qué. Durante los dos primeros días estuvo más agresiva, pero eso también es culpa de la amnesia, y cuando empezó a aceptarlo todo más preguntó por las palizas. Tiene una visita diaria de su psicóloga, para que hablen de todo eso, y por lo que yo sé, ya le han contado que hizo algo que no era legal y que por eso estaba detenida de esa manera, pero que ahora la han sacado y nadie va a hacerle daño. No sé hasta qué punto han entrado en detalles, pero me preocupa que empeore su estado cuando salga del hospital y no vaya a su habitación de siempre en la Residencia, porque se dará cuenta de que ya no estamos ahí y eso puede que la desestabilice de nuevo.

-¿Qué hora es?-la voz ronca de Elena me trae de nuevo a la habitación.
-Tardísimo-le sonrío-, son las once y diez.
-¿Y sigues en la cama?-se estira, revolviéndose-. Eso es una novedad.
-Hoy he dormido bien.
-¿Sabes algo de Natalia?
-Todavía no, ¿desayunamos mientras esperamos noticias?


-¿Podéis relajar un poco los chochos?-dice María, recostada sobre Pablo en el sofá.
-Mari, cállate-le digo sin dejar de mover la pierna arriba y abajo.
-Eso-me respalda Elena-. Que están viniendo, ¡que le han dado el alta!
-Cariño, pero eso es genial, no hay que ponerse tan nerviosa.
-Os va a dar una taquicardia antes de que llegue-se ríe Pablo, y le lanzo una mirada asesina.
-Solo estoy preocupada, ¿vale? No sabemos cómo va a reaccionar con todo esto.
-Pues le petará el cerebro, como nos pasó a todos.
-El problema es que su cerebro ya ha petado demasiado-me levanto de la silla, porque estoy demasiado nerviosa como para seguir ahí sentada-. ¿Y si empeora?
-Si empeora será normal, nos lo ha dicho Sonia y lo ha dicho su psicóloga, pero no hay de qué preocuparse. En cuanto establezca una rutina volverá a adaptarse.
-Haces que suene fácil-gruño.
-Es que lo es. ¡Elena, cierra la ventana que se tira la gata!-me giro en un microsegundo cuando escucho a María decir eso, pero vuelvo a respirar tranquila al ver que la gata está en el suelo a los pies de Elena y que ella ha vuelto a cerrar la ventana sin accidentes-. Me estáis poniendo nerviosa, de verdad os lo digo.
-Mari, creo que tú también estás un poco nerviosa-le dice Pablo, riéndose.
-Claro, claro que lo estoy, por culpa de estas dos que no paran de moverse de un lado para otro. ¡Mira, hasta Queen se va a la habitación a huir de ellas!
-A lo mejor huye de tus gritos.
-Pablo Amores te vas a reír de tu abuela, o te callas o te echamos de este salón y te vas con la gata.
-También está nerviosa-le digo al novio de mi amiga con tono cómplice, señalando a esta con la cabeza.
-Que os den por culo.
-Mari esa boca.
-No te preocupes, no me voy a asustar-dice Elena, encogiéndose de hombros con la cara pegada al cristal de la ventana. Menuda casa de locos somos ahora mismo.

Sempiterno || AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora