-Creí que no llegarías-se ríe Víctor, que me estaba esperando al otro lado de la puerta de hierro, en el hall.
-Es que he tenido que averiguar yo solita cómo coño se abre ese bicho. Ya podrías habérmelo explicado.
-Pensaba que te gustaban los retos-sonríe, caminando hacia el pasillo de las salas que me enseñó anoche.
-¿Hay algo que deba saber antes?-pregunto según nos acercamos.
-Nada que no sepas ya. Tranquila, va a ir bien-hace una pausa para señalar la última puerta del pasillo, que está abierta-. Esa del fondo es en la que solemos reunirnos cuando no somos muchos. Si es algo que tenemos que hablar entre todos, lo hacemos en el comedor.Me gusta esto de que hablen entre todos, como si no existiese esa jerarquía que tan presente tenemos en la Residencia. Me invita a entrar con un gesto de la mano y, cuando me veo rodeada de tanta gente, mirándome, es cuando realmente me pongo nerviosa.
-Chicos, esta es Natalia.
Alzo la mirada para saludar y me encuentro con algunas caras conocidas que me sorprende bastante ver por aquí. La primera en quien reparo es María, que me dedica una amplia sonrisa desde la silla en la que está sentada, casi tumbada sobre el respaldo. Reconozco también a la chica de la cafetería, que ya vi ayer por aquí; y a la castaña que estaba anoche con Alba. Ella, al contrario que María, me mira con cara de pocos amigos desde su lugar. También reconozco al señor barbudo que me crucé en la redada el día del accidente. Como para no reconocerlo, aún hay días que recuerdo en sueños la forma en que me miró mientras caminaba por mi lado. Para mi sorpresa, hay un par de agentes que son de otras patrullas, pero les conozco por haber trabajado alguna vez con ellos. El no ser la única agente aquí me tranquiliza un poco, si ya han aceptado a otros no les costará tanto aceptarme a mí. El resto son gente que no conozco, ni siquiera sabría decir si son de aquí o de la residencia.
-Natalia, estos son María, Pedro, Julia, Bea, Vicky, Gonzalo, Daniela, David, Álvaro y Mario; aunque probablemente ya se te hayan olvidado todos los nombres que acabo de decir-efectivamente, a pesar de que ha ido señalando a cada uno de los presentes según les nombraba, no he sido capaz de retener apenas ninguno-Ven, siéntate. Chicos, hoy Alba no ha podido venir.
Siento cómo mi corazón da un pequeño vuelco al escuchar el nombre de Alba y saber que debería estar aquí. No sé hasta qué punto ese "no ha podido" será un "no ha querido coincidir conmigo".
-Yo diría más bien que no ha querido tener que ver otra vez a esta energúmena-dice la castaña, señalándome con enfado.
-Julia-le reprocha el hombre de la barba.
-¿Qué? No entiendo por qué está aquí.
-Está aquí porque es agente y puede ayudarnos-contesta él, descubriéndome que ya sabe de mí mucho más que yo de él.
-Pues si se dedica a montar pollos como el de anoche, difícilmente va a ayudar.Noto el rubor subir a mis mejillas, quizá la chica tenga razón y no esté capacitada para hacer nada de provecho aquí.
-Julia-esta vez interviene María-, Natalia nos puede ayudar mucho. Que es mi amiga, coño. La conozco y sé que puede hacerlo.
Le dedico una pequeña sonrisa de agradecimiento a María, que está sentada justo frente a mí, y me responde con otra tranquilizadora. Me reconforta un poco que me haya llamado amiga. Al fin y al cabo, nos conocimos a través de Alba y perfectamente podría haber adoptado otra postura después de cómo la traté anoche.
-Pues que se lo digan a Alba, lo mucho que la ayudó anoche cuando acababa de enterarse de la muerte de Ana.
-Eso es algo que tienen que arreglar entre ellas, Julia. Ayer nadie tuvo un buen día, no conoces a Natalia ni sabes la relación que tiene con Alba ni el por qué de su reacción. Y ahora, por favor, déjate de reproches y empecemos con esto.Casi mato a María cuando ha mencionado la "relación" que tenemos Alba y yo, ¿no sabe lo peligroso que es? ¿No podría haber dicho "amistad"? La palabra relación la podría malinterpretar cualquiera de los que está aquí y estaríamos las dos en un buen lío.
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Sempiterno || Albalia
Fanfiction"-Nat, ¿tú crees en el destino?-Alba gira su cabeza, apoyada en mis piernas, hacia mí. -¿Y esa pregunta? -No sé. ¿No la contestas? -No sé si en el destino como tal-respondo, arrastrando la manta que cubre su cuerpo hasta su hombro-. Creo que eso es...