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El segundo juicio de Jon no ha ido tan bien como el primero, pero, afortunadamente, este no lo he tenido que cubrir yo. Así que mi turno de esta mañana ha consistido en pasear por los pasillos de la primera planta de la residencia hasta que ha llegado la hora de la comida. Ahí ha sido cuando me he enterado de que el oficial que se ha encargado del interrogatorio ha sido Enzo, el mismo que lo hizo con el de Carla, de quien por cierto no he vuelto a saber nada. Según cuenta Héctor, apenas ha durado media hora, el tiempo que ha tardado el tipo en dejarle inconsciente. Pero luego son los de fuera los salvajes.

-¡Hey!-la voz de Marta me trae de vuelta a la realidad, haciendo que me sobresalte.
-Perdón, ¿qué has dicho?
-¿Se puede saber en qué mundo vives?-suspira- Que voy a aprovechar que tenemos la tarde libre para hacerme las uñas, ¿te vienes?
-Cabrona, que yo no la tengo libre. Me quedan cuarenta minutos de descanso.
-Hostia, no me acordaba. ¿Vigilancia?
-Sí, en la planta de habitaciones encima-me quejo. Es de los turnos más aburridos que hay.
-Bueno, ánimo. Yo me voy a la esteticién.
-Espera, que te acompaño. Quería dar una vuelta por ahí arriba.

En realidad, lo que quiero es intentar localizar a Alba para pedirle perdón por lo del sábado. Es cierto que aquí la que ha hablado mal desde en principio ha sido ella, pero desde que ocurrió le he dado muchas vueltas a aquella conversación, y no me siento bien del todo sabiendo que dije algo que pudiese dañarle, así que prefiero ir y disculparme.

-¿Y eso?
-No sé, hace mucho que no miro las tiendas.
-¿Te he dicho ya que estás rarísima?
-Perdona, pero yo no me hago la manicura cuando trabajo peleando. ¿No te da miedo que se te despeguen esas cosas?
-Qué va, esto es resistente-me dice, moviendo en el aire los dedos decorados con unas uñas excesivamente largas para mi gusto.

Emprendemos el camino hacia la quinta planta, una de las tres que hay destinadas a la moda, y la imagen personal, básicamente. El ascensor se abre ante nosotras para mostrarnos una multitud que pasea entre un local y otro.

-Yo voy para allá-dice Marta, señalando hacia su izquierda-, ¿tú?
-Voy a mirar esa tienda-señalo la primera que veo a mi derecha, antes de darme cuenta de que es una dedicada a piercings y modificaciones corporales, como dilataciones de las orejas.
-¿Esa?-pregunta ella, frunciendo el ceño extrañada.
-Es que me han dicho que tienen pendientes bonitos-improviso, encogiéndome de hombros.
-Ya... Oye, Nat.
-Dime.
-Esta noche quiero hablar contigo-dice rápido, como si no supiera bien cómo decirlo.
-¿Por?
-Lo hablamos luego, mejor. ¿Te parece bien que nos veamos en el cuarto después de la cena?
-Vale, hacemos eso.
-¡Hasta luego!

Se da la vuelta para dirigirse a su local favorito para la manicura, dejándome en mitad de la gente sin perder la expresión de confusión. ¿De qué querrá esta hablar conmigo? ¿Estará preocupada por lo de los niños de fuera? A lo mejor piensa que alguien puede saberlo. No tengo ni idea, pero decido dejar de darle vueltas y centrarme en encontrar a Alba. Cada vez me queda menos tiempo de descanso. A varios metros de mí veo un cartel grande con un mapa de la planta y voy a consultarlo, va a ser lo mejor. A ver, tatuajes, tatuajes, tatuajes... ¡Aquí! Espera, y aquí, y aquí, y aquí. Suspiro, hay cuatro estudios de tatuajes, y no tengo ni la menor idea de en cuál trabaja Alba. Ni siquiera sé si hoy trabaja o si estará en el descanso. En cualquier caso, lo mejor es ponerme manos a la obra cuanto antes. Camino con velocidad entre la gente. Algunos, al verme con el uniforme se apartan, dejándome pasar con mayor facilidad. Desde luego, esto es algo que siempre me va a gustar de mi trabajo. Visualizo el letrero del primero de los estudios que he localizado en el mapa y me acerco a preguntar. Una chica con el pelo azul y cara de pocos amigos me dice que ahí no trabaja ninguna Alba Reche, así que me encamino al siguiente estudio. Allí obtengo la misma respuesta, pero por parte de un chico rapado mucho más majo que me dice que pruebe en el que hay justo en frente. "Allí trabaja una Alba, pero no sé si Reche", dice. Así que con esa pista, entro al tercer local mucho más esperanzada.

Sempiterno || AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora