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Si no le he dado las gracias a Valeria mil veces por haberme dejado salir un rato, no se las he dado ninguna. Ella me ha repetido otras mil veces que no pasa nada, pero eso no hace que no me sienta tan mal por estar abandonando mi puesto de trabajo simplemente por esto. Me bajo del autobús a toda prisa, agradecida por no haberme saltado la parada como me pasó la última vez que cogí uno de estos, y giro la esquina casi asfixiada. Menos mal que no es la primera vez que vengo en bus al edificio de mi madre, porque de serlo podría haberme perdido fácilmente desde la parada hasta aquí. Veo a Javi saludarme desde el portal, y a Natalia y Mamen de espaldas a mí, y me siento aún peor por tenerles esperándome y no haber conseguido llegar antes.

-Joder, cómo corre la rubia para las patas cortas que tiene-escucho a Javi decir cuando llego hasta ellos, aunque solo tengo fuerzas para darle un manotazo en el brazo mientras intento recuperar el aire.
-¡Has venido!-exclama Natalia al verme, con una sonrisa que le achina los ojos y que no me ayuda a controlar la respiración.
-He dejado que fuera sorpresa-me guiña Mamen un ojo, que es a quien he avisado de que vendría.
-Creo que ella ha tenido algo que ver-la señalo, sonriendo, al recordar que cuando he ido a hablar con ella, Valeria ya sabía que necesitaría irme y por qué. Algún día voy a tener que agradecerle en serio todo lo que está haciendo por nosotras.
-Qué va, te dije que Valeria es un amor, ¿no?
-Gracias, en serio.
-Bueno, vamos, anda-niega con la cabeza, quitándole importancia-. Que al final vamos a llegar tarde.

Natalia me da un abrazo rápido, pero no me suelta la mano mientras nos dirigimos al coche de Mamen en el que nos llevará hasta el edificio de la asociación. Es el mismo al que nos llevaron cuando llegamos aquí, y eso añade un poco más de nervios a los que ya me revolotean en el estómago. Es la primera vez que lo piso desde aquella noche, y allí fue donde me explicaron que toda mi vida como la conocía había sido una mentira. Y donde tuve una crisis de ansiedad que me hizo salir corriendo de la habitación donde nos lo estaban explicando, tampoco hay que olvidarlo.

Pasamos el trayecto en silencio a pesar de los intentos de Mamen por establecer una conversación, pero estamos demasiado nerviosos como para centrarnos en eso. Javi, desde el asiento del copiloto, le sigue un poco más el rollo; pero Natalia y yo estamos apenas lo logramos. Eso sí, sin soltarnos la mano, porque es mi manera de decirle "estoy aquí y no me pienso ir" y la suya de recibir mi mensaje. Mientras nos bajamos del coche, Mamen nos vuelve a explicar que ahora va a tener que explicarles todo a la junta de abogados de la asociación, y que tanto ella como Javi y yo vamos a poder acompañarla pero sin intervenir a no ser que nos lo pidan específicamente. Va a venir también Sonia, para traer el informe médico y poder explicarlo a los abogados, ya que seguramente lo entienda mejor que cualquiera de nosotros y estuvo trabajando en su caso cuando empezó a trabajar en el hospital.

Tal y como me había imaginado que pasaría, poner un pie en el edificio hace que se me remueva todo por dentro. No hace ni dos meses desde que estuvimos aquí y sin embargo a mí me parece que han pasado años, con todo lo que ha pasado desde entonces. Natalia parece notar mi malestar, porque se aferra con más fuerza a mi mano y me dirige una mirada rápida mientras nos adentramos entre los pasillos. Son blancos y luminosos, como los de la Residencia, y quizás ese parecido sea también el culpable de la angustia que me está apretando cada vez más en el pecho. Intento centrarme y deshacerme de esta sensación de angustia mientras nos presentan a los abogados de los que nos habló Mamen, sobre todo porque sé que hoy lo importante es Natalia y poder estar para ella, que para algo he venido. En otras circunstancias habría tenido más reparo con el contacto entre nosotras, pero la verdad es que en este momento es lo último que me importa. Me da igual cuánta gente me tiene que ver dándole la mano a Nat siempre que eso vaya a ayudarla a estar más tranquila.

-Teníamos muchas ganas de conocerte, Natalia-le dice el que parece el más mayor. Creo que nos ha dicho que él no es abogado, pero tampoco me he enterado demasiado de lo que nos ha explicado, muy por encima, de su trabajo-. Mamen nos ha hablado bastante de tu caso. ¿Empezamos?

Sempiterno || AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora