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Expulso el aire de mis pulmones con un suspiro y, de un vistazo rápido, compruebo que los niños aún siguen dormidos. Me giro entonces hacia Elena, que me observa con los ojos muy abiertos y suplicantes, y abro las sábanas para hacerle un hueco a mi lado. Al final, el objetivo de quedarme aquí era ayudar, independientemente de si quien recibe esa ayuda tiene cuatro, cinco o quince años. La joven acepta mi invitación entusiasmada, y no tarda en deslizarse entre las sábanas junto a mí. Con qué poquito es feliz.

-¿Y bien?-susurra, cuando termina de acomodarse.
-¿Qué?
-La rubia.
-¡Ah! Es Alba.
-¿Y es tu novia?
-No exactamente-respondo, dubitativa-. Pero algo así.
-Es guapa. Y simpática, el día que llegamos me cayó muy bien. Me gusta para ti.
-Ah-, me río-, ¿que necesito tu permiso?
-No, mi permiso no. Pero nunca está de más que te den el visto bueno, ¿verdad?
-Lo que está de más es tu alma de maruja, por dios, ¿cuántos años tienes, quince o cincuenta y siete?
-Quince y un mes, en realidad.
-Perdone usted-sonrío al techo ante su respuesta.
-¿Y cuánto hace que Alba es tu casi novia?
-Lo dicho, eres una cotilla de cuidado.
-Que no, que yo esto no lo cuento. Es por mi propia satisfacción personal-argumenta con los ojos muy abiertos.
-¿Satisfacción personal?
-Claro, enterarse de las cosas puede ser muy gratificante.

Me resulta divertida su personalidad tan extrovertida y cálida. A pesar de haber hablado con ella veces contadas, es tan cercana que casi parece que nos conociéramos desde hace mucho tiempo.

-¿Hacemos una cosa?-propongo.
-¿El qué?
-Yo respondo a tus preguntas, pero tú también a las mías.
-Me parece una estrategia horrible para disimular tu "alma de maruja", pero es justo-se mofa de la expresión que yo misma he usado antes, y le doy un codazo suave en las costillas.
-Pues desde hace unas semanas. Y no es una estrategia para disimular nada.
-Ya, y yo me chupo el dedo.
-Calla, que me toca-en realidad, sí que me ha parecido una buena forma de conocerla más y que se abra, que sienta que aquí puede confiar en nosotros. Pero nunca lo admitiré-. ¿A Alicia y los demás, los conoces desde siempre?
-Vaya mierda de pregunta-se burla-. Al final va a ser verdad que no eres ninguna maruja.
-¡Oye, la boca!-la regaño, señalando a los niños de la cama de al lado-. Y es mi pregunta, así que hay que contestarla.
-Desde siempre no. Hará un año o dos que la conozco a ella y a su hermano, pero a los otros dos solo unas semanas.
-¿Dónde vivías?
-Eh, que eso es una pregunta, me toca a mí-hace una pausa dubitativa, buscando su mejor pregunta-. ¿Te gusta vivir en la Residencia?

Sonrío levemente al darme cuenta de que, a pesar de sus insistencias por el cotilleo, al final la conversación puede tomar otro rumbo.

-Sí y no-respondo con sinceridad-. Vivir allí está bien, pero no me gusta mi trabajo.
-¿Cuál es tu trabajo?
-Soy agente. Dentro de la residencia, digamos que me ocupo de vigilar que se cumplan las normas. Esa parte es aburrida, pero llevadera. Lo peor son las redadas. Cuando localizan a alguien viviendo fuera de la residencia, como estabais vosotros antes de llegar aquí, tenemos que ir a buscarle y arrestarle. Esa parte es más fea.
-Eso es lo que estabas haciendo con nosotros, ¿no?
-Sí.
-Pero a nosotros nos ayudaste.
-Sí, pero no siempre se puede.

Se vuelve a crear el silencio en esta estrecha cama que estamos compartiendo, y aunque no la mire, puedo notar que Elena está bastante más tranquila porque su respiración suena más pesada, más lenta.

-¿A ti te gusta vivir aquí?-le pregunto, usando mi turno.
-Sí-me esperaba aspavientos y exclamaciones, pero debía estar en lo cierto con eso de que está más tranquila porque se limita a responder en un susurro-. Nunca había vivido en un sitio así, ni con tanta gente. Pero me podría acostumbrar a esto.
-A ver, hay un poco demasiadas camas en una habitación, pero somos majos, ¿no?
-Sí, de eso no nos podemos quejar-casi sin poder evitarlo, bosteza mientras habla-. No nos podemos quejar de nada, en realidad. Este sitio es genial.
-Me alegra mucho que te guste estar aquí. Ya verás que enseguida conocerás a más gente, apenas llevas unos días aquí.
-Ya.

Sempiterno || AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora