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Hoy es el día en el que todo va a pasar. Mi primera misión como aliada del Exterior, hoy se llevará a cabo. Son las tres de la tarde, acabo de llegar del descanso de la comida y estoy vigilando los pasillos de las celdas. Ahora mismo tenemos aquí a cinco presos, a pesar de que hay más de diez celdas habilitadas para quien pueda llegar en cualquier momento. Es en la número tres en la que se encuentra Nacho, el salvaje que hoy morirá a ojos del gobierno, a ojos del mundo. Trato de no estar demasiado pendiente de esa celda en concreto para disimular, aunque los nervios atacan mi estómago de una forma que me hace difícil esto de fingir que todo va como de costumbre, retorciéndolo sin piedad.

El viernes, después de merendar con María y más gente de fuera, fui al despacho de Víctor para que me pudiera detallar mejor el plan. Allí, David y Gonzalo estaban esperándome también. Nos explicó cómo íbamos a informar a Nacho de los planes, cosa que hizo el sábado Gonzalo. Es quien más tiempo lleva haciendo esto de los tres y, por tanto, quien más seguro era que lo hiciese. De todas formas, yo vine a vigilar como hoy para poder observar cómo lo hacía, y así poder acercarme a la forma de trabajar. También nos explicó que, como ahí dentro nuestro arrestado no tiene noción del tiempo, le daríamos la señal para que actuase con una conversación sobre el cambio de turno junto a su puerta. Al escucharnos, él debería empezar con su actuación para fingir el ataque al corazón y ahí entraríamos nosotros en el juego.

Mientras espero, no puedo dejar de pensar en cómo estará Alba, a pesar de que intento mantenerme concentrada en lo que va a pasar. Llevo sin verla desde el viernes, cuando vino a mi habitación, y aunque para cualquiera tres días serían poco tiempo, a mí tres días sin saber cómo está, estando acostumbradas a vernos casi a diario, se me están haciendo una eternidad. No puedo parar de pensar en si me estoy equivocando al reaccionar así, en si debería buscarla o si necesitará tiempo, o si quizás soy yo la que necesite tiempo. Tampoco he vuelto a ver a María para poder preguntarle por ella, porque estos días no he parado con el trabajo y ni siquiera he vuelto al Refugio, que es como Víctor me ha dicho que lo llaman. Y la verdad es que, en los ratos libres que he tenido, lo que me apetecía era despejarme de todo esto. No quiero que Alba lo pase peor por mi culpa, y no sé hasta qué punto puedo estar provocando que eso sea así. Lo que sí tengo muy claro es que esta incertidumbre me está volviendo loca y, mientras observo a los presos matar el tiempo a través de las pequeñas ventanas que hay en cada una de las puertas, decido que no puedo seguir comiéndome la cabeza de esta manera.

En algún momento, entre mi torbellino de emociones y pensamientos, que atraviesan mi cabeza como si estuviesen navegando a toda velocidad, ha llegado la hora de nuestra actuación, y los nervios vuelven a instalarse en mi estómago como si tuviera todo un zoológico ahí dentro. David y Gonzalo aparecen por el final del pasillo, con tranquilidad, bromeando entre ellos. Mientras llegan, continúo mi camino hasta la puerta número tres, de forma que cuando llegan hasta mí estamos los tres delante.

-¡Hola, compi!-exclama Gonzalo con alegría a medida que se acerca-Ya hemos llegado, eres libre.
-¿Ya? Pero si solo son las cuatro, yo tengo que estar aquí hasta las cinco.
-¿Hasta las cinco?-se extraña David-Qué raro, a nosotros nos han mandado para acá ahora.
-Quizás fuera un error de Víctor, si me dais un minuto lo comprue-

Mis palabras se ven interrumpidas por un fuerte golpe en la puerta de hierro que tenemos a nuestro lado. El agente encargado de los presos, que estaba haciendo caso omiso a nuestra conversación, se apresura a nuestro lado para ver qué ocurre.

-¡Ayuda!-una voz afligida llega hasta nosotros a través de la puerta, y un nuevo golpe a la puerta hace que me sobresalte.

Me asomo a la ventana junto al oficial, que con cara de pocos amigos, observa a Nacho y se da la vuelta.

Sempiterno || AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora