*seis meses antes*
-Anoche Elena me preguntó si eres mi novia-dejo de acariciar su mano durante un milisegundo al escuchar la palabra novia, aunque espero que no se haya dado cuenta.
-¿Y lo soy?-pregunto, sin atreverme a girarme para mirarla.
-No sé, ¿tú quieres serlo?
-¿Me estás pidiendo que lo sea?
-Te estoy preguntando si quieres serlo.
-O sea que me estás pidiendo que lo sea.
-¡Alba!-me río cuando me estrecha con fuerza entre sus brazos para regañarme, con la barbilla apoyada sobre mi hombro.
-Perdón, perdón. ¿Tú quieres que lo sea?
-Sí-responde seria, y noto cómo posa su mirada sobre mí-. Quiero decir, a lo mejor te parece pronto, o no te apetece ponerle nombre a esto, es verdad que las etiquetas muchas veces ahogan y son innecesarias, pero-
-Nat.
-No, espera-me interrumpe-. No quiero que seas mi novia porque quiera que esto tenga un nombre. No es eso. Es solo que a mí me apetece estar contigo, no me nace fijarme en otras personas, ¿sabes? Me gusta nuestro nosotras, que nos dejemos llevar y nos disfrutemos mientras podamos, sin pensar demasiado-ahora soy yo quien se gira para buscar sus ojos, que me cuentan lo mismo que estoy escuchando-. Pero anoche, cuando Elena me preguntó eso, me di cuenta de que quizás hemos avanzado hasta otro punto; porque a una parte de mí le habría gustado responder que sí, que soy la novia de Alba Reche.
-Nat-susurro, mordiéndome el labio inferior para aguantarme las ganas de comérmela a besos.
-Pero que no pasa nada si te parece pronto, ¿eh? O si no quieres ponerle nombre, yo entiendo que eso de las etiquetas-
-¿Sabes qué pienso de las etiquetas?-ahora soy yo quien la interrumpe a ella, pero espero a que alce las cejas para seguir hablando-. Que están mal cuando es una persona externa la que las pone. Cuando se reduce todo lo que es una persona a una simple etiqueta, ahí están mal. Pero si es una la que toma la decisión de ponerle nombre a lo que siente, porque eso le ayuda o simplemente porque le parece el momento adecuado para hacerlo, no tiene por qué estar mal.
-¿Y a ti, te apetece ponerle nombre?
-Un poquito-respondo, sin poder luchar contra la sonrisa que empieza a asomar en mis labios.
-¿Un poquito?
-Me apetece, Nat. Y también me gusta nuestro nosotras-cierro los ojos, terminando con los pocos centímetros que nos separan hasta que mi nariz choca con la suya, y muevo la cara de un lado para otro, sonriendo.
-Entonces...-susurra-, ¿eres mi novia?
-Eso parece, ¿no?-giro sobre mí misma para sentarme de frente a ella.
-Alba Reche es mi novia-dice, casi como para ella misma, y se me escapa la risa.
-Lo dices como si Alba Reche fuera, no sé, alguien importante.
-¿Perdona?-abre mucho los ojos y alza las cejas en un gesto ofendido-. Para empezar, Alba Reche no solo es la persona más guapa de España, sino que también es la más inteligente, la de los ojos más bonitos, la que tiene el mejor coco del mundo-me da un par de golpecitos suaves en la sien-, y el mundo interior más bonito que he conocido nunca. ¡Ah! Y encima tiene un culo que flipas.
-Eres idiota-me muerdo el labio inferior, incapaz de evitar la sonrisa tonta que se me forma, y le doy un golpe suave en el brazo.
-¿Qué? Lo digo en serio.
-Estás exagerando, porque eres una exagerada-le aplasto la mejilla con el dedo índice, riéndome mientras intento disimular el rubor.
-Alba, no estoy exagerando nada. Te lo juro, cero. ¿Te crees que me gustas solo porque estás tremenda y eres guapísima?
-Partiendo de la base de que con eso también exageras, no estás teniendo mucho éxito en eso de convencerme de algo-le acaricio el ceño cuando lo frunce ante mis palabras.
-Pues me gustas porque me parece que tienes una mente increíble. Que también influye que te veo y me caigo para atrás, ¿eh?, que conste. Pero no es sólo eso. Es tu forma de ver el mundo, de pensar, de hablar... No sé, creo que tienes una mente super pura.Me quedo mirándola sin saber qué contestar mientras ella juega moviendo sus manos por mi espalda con lentitud. Nunca me habían dicho algo así, y creo que nunca me había sentido tan halagada como ahora. Al lado de tener la mente pura cualquier piropo me parecería ahora una puta mierda.
-Te quiero-digo al fin, y le robo un beso suave, de los de ojos cerrados, respiración pausada y nada más.
-¿Te has fijado alguna vez en las flores del jardín?-me pregunta, y asiento con la cabeza.
-¿Pero fijarme cómo?-pregunto-¿En cuáles?
-A ver, pues no sé, creo que en todas. Es que yo algunas veces las miro y me he fijado en una cosa. Cuando hay muchas, muchas juntas, a veces como que no caben todas.
-Ajá-digo, acariciando su nariz con la mía distraídamente.
-Bueno, pues cuando no caben bien, hay algunas que doblan el tallo y se quedan como agachadas, así dobladas-hace una curva con la palma de su mano para escenificarlo-. Y así hacen hueco y ayudan a que las que están a su alrededor se sostengan bien en pie. Pues, y siento si esto suena raro, para mí tú eres como una de esas flores del jardín.
-¿Yo?-sonrío un poco.
-Sí-se manosea el séptum con timidez-. Porque me ayudas a ser una mejor yo. No lo haces a propósito, ni siquiera creo que seas consciente, pero esa mente pura que te digo que tienes es tan buena y tan luminosa que me hace querer ser una mejor versión, para parecerme a ti. Eres como mi florecilla de apoyo, que me ayuda a encauzar.
-Y tú eres demasiado bonita-sonrío, con el corazón palpitando con fuerza dentro de mi caja torácica mientras intento procesar todo lo que me ha dicho.
-Pues eso-carraspea-, que por eso me parece muy fuerte poder decir que eres mi novia.
-Me gusta cómo suena-sonrío con el labio inferior aprisionado entre mis dientes.
-¿Que eres mi novia?-alza las cejas mientras pega su nariz a la mía.
-Que soy tu novia-asiento.
-Y yo soy tu novia-dice sobre mis labios, y me río.
-A ver, suele pasar, si yo soy la tuya tú eres la mía. Esto suele ser algo mutuo, ¿sabes?-me burlo, riéndome cuando pasa de acariciarme la espalda a hacerme cosquillas en los costados-¡Ay!
-Menos "ay" y más darme besos, novia-se ríe, estrechándome contra su pecho.
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Sempiterno || Albalia
Fanfic"-Nat, ¿tú crees en el destino?-Alba gira su cabeza, apoyada en mis piernas, hacia mí. -¿Y esa pregunta? -No sé. ¿No la contestas? -No sé si en el destino como tal-respondo, arrastrando la manta que cubre su cuerpo hasta su hombro-. Creo que eso es...