Anoche conseguí quedarme dormida por puro agotamiento, no sé ni a qué hora fue. Esta mañana me despierta María al levantarse de la cama, aunque noto que lo está haciendo con todo el cuidado posible.
-Quédate aquí y duerme otro poco, anda, que es temprano-susurra al verme abrir los ojos, y me da un beso en la frente.
Decido hacerle caso en la parte de quedarme en la cama, pero no soy capaz de volver a dormirme, así que después de dar varias vueltas sobre mí misma acabo saliendo de la habitación tras ella.
-Anda que me haces caso, ¿eh?-me riñe con tono tierno cuando me ve aparecer por la cocina, y yo me voy directa a darle un abrazo-¿Cómo estás?
-¿Me crees si te digo que no tengo ni idea?
-Perfectamente. ¿Pero tranquila?
-Creo que sí. No lo sé, no sé-suspiro.
-Eso se arregla con un poco de comida. En un rato viene la señora esta de las gafas, que parecía maja, y hablamos con ella.
-¿Crees que la podrán ayudar?-no hace falta que mencione a nadie para que sepa de qué hablo.
-Nos prometió que lo haría. Vamos a confiar un poquito, ¿vale? ¿Quieres un café?
-Porfa-le digo, y abro el frigorífico esperando encontrarlo completamente vacío, pero para mi sorpresa no lo está.
-Hostia, cabrona, qué hambre, ¿no?-me dice al asomarse y verlo todo lleno de comida.
-Yo no tengo mucha-hago caso omiso de su ceja alzada con desconfianza-. Oye, ¿tú cómo estás?
-Pues yo de puta madre, Albita. Mira, tenemos un apartamento para nosotras solas, con cocina y una pantalla enorme que no sé ni para lo que sirve, y el frigorífico lleno de comida.
-En serio-le reprendo con la mirada por esquivar la respuesta, y ella suspira.
-Estoy bien, no sé, todo lo bien que se puede estar si se tiene en cuenta toda esta locura y que mi amiga está ahí dentro. Pero bien. Y ahora te vas a comer este sándwich tan maravilloso que te estoy haciendo, porque te lo estoy haciendo a ti y sería un feo no comértelo, coño, sería feísimo y me sentiría fatal.
-Eres idiota-sonrío, pero acepto el sándwich.Desayunamos sentadas en el sofá, hablando y sin hablar a ratos, concentradas en la otra o con la mirada perdida en la pared de enfrente, hasta que unos golpes de nudillos en la puerta nos interrumpen. Mamen nos trae una bolsa de ropa a cada una y nos pide que cuando tengamos un rato nos la probemos y le pidamos lo que necesitemos. Luego nos explica lo más importante sobre el programa de "readaptación en la sociedad", que consiste en una especie de tutorías grupales para que nos enseñen poco a poco la forma de vida de aquí; y nos pide paciencia por la mala organización, ya que, según nos cuenta, somos el grupo más numeroso de habitantes de la dictadura que han acogido desde que ella trabaja aquí. Nos pregunta por nuestros trabajos en la Residencia, y nos explica que intentan buscar un puesto de trabajo parecido para cada uno de nosotros, para que podamos empezar a ganar nuestro propio dinero cuanto antes y así pensar en "independizarnos" de estas viviendas temporales.
-¿Cuándo voy a poder ir a por Natalia?-le pregunto cuando parece que ha acabado de darnos la información más importante.
-De eso quería hablarte-me dice, y posa una mano sobre mi hombro. No me molesta, porque la mujer me transmite cercanía, pero tampoco me parece una buena señal-. Verás, no es tan sencillo como parece. Nosotros estábamos planeando una intervención, sí, pero hacerla ya podría ser demasiado precipitado.
-Pero es que no estoy pidiendo ninguna intervención, estoy diciendo que quiero ir a sacarla de ahí. Me dijisteis que podría volver cuando quisiera.
-Ya lo sé, pero-
-No, pero nada, si no me vais a ayudar vosotros voy a entrar yo, pero no voy a dejarla más tiempo allí.
-Alba, escúchale-María pone una mano sobre mi rodilla y le dirijo una mirada de enfado. No quiero escuchar que no va a ayudarme, quiero escuchar que puedo ir a por Natalia.
-Cariño, si yo te entiendo. Y de verdad que no queremos que le pase nada a tu amiga, pero ir ahí ahora mismo sería inmolarte y no conseguirías nada, además de caer arrestada tú también.
-Me da igual, prefiero intentarlo a quedarme aquí de brazos cruzados.

ESTÁS LEYENDO
Sempiterno || Albalia
Fanfiction"-Nat, ¿tú crees en el destino?-Alba gira su cabeza, apoyada en mis piernas, hacia mí. -¿Y esa pregunta? -No sé. ¿No la contestas? -No sé si en el destino como tal-respondo, arrastrando la manta que cubre su cuerpo hasta su hombro-. Creo que eso es...