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-¿Cómo es que te ha dado por venir a la playa?-me pregunta Natalia mientras saca de la mochila una botella de agua.

La verdad es que casi la he arrastrado hasta aquí cuando ha salido de su cita con Cris, así que entiendo su incertidumbre.

-Me apetecía-me encojo de hombros-. ¿A ti no?
-Sí-sonríe-. Además hemos llegado justas para no perdernos el atardecer.

Señala con la barbilla los tonos rosáceos del cielo y el reflejo del sol, ya casi escondido, entre las olas del mar. Yo la verdad es que no me fijo tanto en eso sino en ella y en cómo le brillan los ojos con la luz del atardecer. Saco el móvil de mi bolsillo para hacerle un par de fotos mientras observa las nubes con el ceño fruncido, como si a pesar de lo bonito del paisaje no terminase de estar relajada del todo. En la Residencia muy de vez en cuando sacaba la cámara del estudio a escondidas, pero ahora que tengo acceso a una con tanta comodidad, tengo la galería llena de fotografías: la sombra de una planta sobre una pared, el reflejo del sol sobre la esquina del salón, la fachada de un edificio... incluso gente paseando por la calle, si me llaman la atención los colores. Y también tengo de mis amigos, de María cocinando sentada en una silla, de Elena jugando con Queen, de Nat... En general, cada vez que siento la necesidad de inmortalizar una imagen saco el móvil y la capto como puedo, intentando serle fiel a la belleza que le he visto a ese instante en un primer momento.

-Nat-la llamo, sonriendo grande cuando me mira y me ve haciéndole un reportaje.
-¿Qué haces?-se ríe.
-Que estás muy guapa-me encojo de hombros, esquivando sus intentos por tapar la cámara.
-Eres tonta-sonríe, rindiéndose al fin y mirándome algo sonrojada. Me la como.
-Más tonta eres tú que no me dejas hacerte fotos-le digo, mirando en mi pantalla las que he podido hacer-. Por favor, si es que eres guapísima.

En cuestión de segundos me estiro rápido hacia ella y le doy un beso en la mejilla, aguantándome las ganas de que sea en otro sitio. Noto cómo se queda un poco tensa bajo el contacto, así que le dedico una sonrisa todo lo amplia posible cuando me separo.

-¿Qué te pasa a ti que estás de tan buen humor?-me pregunta, con el ceño fruncido en un gesto divertido.
-Ah, no, primero me tienes que contar tú qué tal con Cris.
-Pues bien, supongo.
-¿Supones?
-Es que hemos estado hablando de la reunión de esta mañana, así que todo lo bien que me ha podido ir hablando de eso.
-Me habría gustado poder quedarme más tiempo contigo-le digo con tono triste.
-Tenías que trabajar, cariño.
-Ya, pero eso no quita que me hubiese gustado estar contigo. ¿Y qué habéis hablado de la reunión?
-No sé, de cómo me he sentido contándoselo a otra gente y eso. Y si te digo la verdad, me ha costado revivirlo, porque siempre me cuesta, pero creo que me he sentido incluso bien, ¿sabes?
-¿Y eso?
-¿A lo mejor por la razón por la que lo estaba contando? No sé-suspira-, pero me siento como liberada, de algún modo. ¿Y tú?
-¿Yo qué?
-¿Cómo te has sentido en la reunión?
-¿Vas a psicoanalizarme?
-No, imbécil-se ríe-. Pero quiero saber cómo ha sido para ti.
-Difícil, la verdad-le digo, recordando el nudo en el estómago mientras le escuchaba dar detalles sobre sus días arrestada-. Había cosas que no sabía y... No sé, Nat, te juro que si tuviera delante al que te ha hecho eso le daría de hostias.
-Pero bueno, pequeña pero matona-me da un golpe suave con el hombro.
-Lo digo en serio-aprieto la mandíbula. Llevaba casi toda la tarde sin acordarme de estos instintos asesinos que ahora están volviendo a apoderarse de mí-. No hay derecho, Natalia, no tenían ningún derecho a hacerte nada de... eso. Y te juro que si alguien vuelve a ponerte una mano encima no respondo de mí.
-Eres una agresiva, cariño. O como dicen aquí, carinyet.
-¿Tú qué harías si hubiese sido al revés?
-Me habrían detenido pero por asesinato-dice con un tono sombrío, mucho más seria de pronto.
-Pues eso. Que sea bajita no hace que me duela menos lo que te hicieron. Ni que me dé menos asco que te trataran así únicamente por quererme a mí, que soy una tía. Es repugnante-siento cómo me voy alterando cada vez más a medida que hablo-. Joder, porque sabes que a esa gente no le importa perder a cincuenta residentes, se la sudaba que desapareciéramos. De hecho les venía incluso bien, si se iba el único grupo de gente que estaba dudando de su autoridad, desaparecía el problema. Las palizas no fueron para saber dónde estábamos, fue puro desahogo porque les cuestionamos y porque sabían que tú eres como eres. Y ser eso en la Residencia no es más que otra forma de cuestionarles, y les jodía demasiado.
-Fue puro odio, Albi, porque es lo único que les mueve allí dentro. Es lo que nos han querido enseñar desde pequeños. Pero eso ya pasó, ¿vale? Ya estamos aquí.
-Ya lo sé, Nat, pero eso no deshace lo que te hicieron. Estar aquí no te quita las pesadillas-murmuro con enfado.
-Pero vamos a conseguir que tengan que pagar por ello, ¿vale? También he hablado con Cris de lo de hacerlo público-me dice.
-¿Sí?-le pregunto, intentando apartarme de la mente toda la rabia que he ido acumulando a medida que hablábamos-. ¿Y habéis sacado algo en claro?
-No mucho más de lo que saqué contigo-hace una mueca-. Pero creo que voy a hacerlo.
-¿Sí?
-Al final la conclusión a la que llego siempre es que debo hacer lo que sienta que es correcto. Y siento que lo correcto es hacer todo lo posible y más por destrozar a esa gente.
-Y eso sería hacerlo público.
-Es que si tuviera repercusión, por lo menos conseguiríamos que la gente de aquí sepa lo que está pasando ahí dentro, ¿sabes? Incluso si les llega a veinte personas, ya son veinte personas que se enterarían de las brutalidades que hacen allí.
-Nat, pues si eso es lo que te dice el corazón, sabes que yo te voy a apoyar tomes la decisión que tomes, ¿verdad?-ella me dedica una sonrisa mientras asiente, con el rostro mucho menos iluminado que hace apenas unos minutos cuando nos sentamos aquí-. Y si tenemos que enfrentarnos a la prensa mil veces, pues mil veces que nos enfrentaremos. Pero juntas.
-¿Me acompañas a hablar con Mamen mañana?
-¿Te parece si se vienen ella y mi madre a merendar y lo hablamos?-estiro mi mano hacia la suya hasta que se rozan mínimamente-. Lleva pidiéndome venir a ver a Queen desde que comimos con ellos el sábado.
-Me parece bien-sonríe, cerrándose el abrigo concienzudamente sobre el pecho.

Sempiterno || AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora