-¡Hala, es como mi flor!-exclama Natalia, moviendo en el aire su mano izquierda.
-¿Te gusta?
-No, la verdad. No me gusta nada que tú ya hayas sido capaz de dibujar una flor así tan entera y bonita y a mí solo me haya salido este ñordo-señala el garabato tridimensional que hay delante de su cara, y yo suelto una carcajada.
-Es... ¿bonito?
-Bonita, joe, que se supone que es una lechuga.
-¿Una lechuga?-me río más, tapándome la boca con la mano-¿Quién se pone a dibujar y dibuja... una lechuga?
-Pues yo, ¡son bonitas!
-No está mal-dice Marcos, intentando aguantarse la risa-. Es cuestión de practicar.La cosa es que ya llevamos un buen rato practicando e intentando convertir las líneas finas y temblorosas en trazos más seguros, tratando de acostumbrarnos a las tres dimensiones y dibujando, literalmente, en el espacio. Marcos nos ha enseñado algunos trucos, que Natalia no ha terminado de pillar todavía, y yo ya casi consigo hacer formas reconocibles.
-¡Jolin, es que intento hacer la línea curva y no me sale!-se queja como si tuviera diez años de pronto, y yo suelto una carcajada.
-Pero eso es porque tienes que hacerlo con cuidado, y visualizar la línea curva-le digo, y cojo su mano derecha para hacer la trayectoria del pincel con ella-. Mira, así.
-¡Llevo un rato intentando hacer eso!-exclama, cuando dejamos un trazo curvo delante de nosotras.
-Chicas, yo creo que aquí ya he hecho bastante-dice Marcos-. Voy a estar pintando, si necesitáis cualquier cosa, solo tenéis que darle dos toques para salir y me decís, ¿vale?
-Vale, muchas gracias-le digo, concentrada en mi nuevo dibujo.Natalia se despide también de él durante el próximo rato, y se pone de nuevo manos a la obra, aunque esta vez me pide ayuda para el monigote sonriente que está intentando dibujar. Me río de su frustración, expresada en pequeños saltitos, cuando no le salen los trazos como quiere y tiene que acabar borrándolos; y también me permito aprovechar lo concentrada que está para observarla. A pesar de las quejas, parece estar pasándoselo como una cría, y quizás es la vez que más relajada la he visto desde que la trajimos a Barcelona. O quizás sea la vez que más relajadas hemos estado las dos, estando juntas, porque durante este rato parece que se nos ha olvidado todo. No existe la amnesia, no existe lo que pasaba antes y ya no pasa por culpa de la amnesia, ni existe el arresto ni la dictadura, ni las mentiras. Estamos nosotras, pasándonoslo bien y haciendo el payaso con esta locura de realidad virtual que acabamos de descubrir, como dos personas que se están conociendo y a las que les gusta pasar tiempo juntas.
Cuando salimos del estudio de Marcos, después de habernos despedido de él, haberle dado las gracias mil veces y de haber hablado de una posible segunda visita algún día, ya ha casi anochecido del todo. Me fijo en que son más de las ocho de la tarde, lo cual me parece casi imposible porque jamás habría dicho que hemos pasado cerca de tres horas ahí dentro, pero supongo que el reloj no va a mentirme.
-Me lo he pasado muy bien-sonrío, viendo que la calle tiene mucho más ambiente que cuando llegamos.
-¿Sí?-pregunta ella, tan emocionada que me tengo que reír.
-Te lo juro. Me ha encantado.
-¿Entonces he superado el plan de las copias de llaves?-alza las cejas y yo suelto una carcajada.
-Sí, podríamos decir que lo has superado-estiro una mano hacia ella para estrechar la suya-. Enhorabuena.
-Gracias, gracias-agacha la cabeza teatralmente y me vuelvo a reír, menuda payasa-. ¿Pero te ha gustado en serio?
-Que sí, mujer, si me lo he pasado genial.
-Menos mal. Tengo que darle las gracias a Cris porque ha sido todo cosa suya, la verdad.
-Dáselas de mi parte, porfa, me ha flipado esto.
-Oye, no, a ver, yo le tengo que dar las gracias por darme la idea y hablar con su amigo, pero tú me las das a mí por traerte, tus gracias me las quedo yo, que te he traído. Es lo más justo.
-Lo más justo no sé-me río-, pero lo más zalamero sí.
-Perdona, ¿zalamero por?
-Pues porque ella te ha dado la idea, no le veo tu mérito por ningún lado-la pico.
-¡Y yo te he acompañado y he quedado en ridículo con mi lechuga pocha!
-Era bonita-me río, cerrándome el abrigo con ambas manos sobre el pecho.
-Vete a la mierda-me da con la cadera mientras andamos.
-Oye, que lo digo en serio, tenía algo.
-"Algo"-repite ella y me mira alzando una ceja.
-Pues sí, algo así como especial. Muy tuya.
-¿Mía una lechuga plana y pocha? ¿Me estás queriendo decir algo? Coño, que sé que no estoy muy dotada de aquí arriba, pero como para compararme con eso pues... no sé, tampoco lo veo.
-Tus tetas son perfectas así, gilipollas-suelto casi sin darme cuenta, de tan nuestra que estaba siendo la conversación. Mierda-. O sea, perdón, quiero decir, que para qué va alguien a querer más, ¿no? O menos, que es un buen tamaño, ni mucho ni poco. Pero vaya, que todas las tetas son bonitas, que si son grandes o pequeñas o caídas da igual. Que no digo que las tuyas estén caídas, por eso digo que son perfectas, pero que si lo estuvieran no pasaría nada malo. Me callo, ¿no?
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Sempiterno || Albalia
Fanfiction"-Nat, ¿tú crees en el destino?-Alba gira su cabeza, apoyada en mis piernas, hacia mí. -¿Y esa pregunta? -No sé. ¿No la contestas? -No sé si en el destino como tal-respondo, arrastrando la manta que cubre su cuerpo hasta su hombro-. Creo que eso es...