-¿Vas a decir algo o me vas a decir de qué hablas?-pregunto malhumorada. A lo mejor con esta actitud soy más capaz de mantener la calma.
El hall está ya casi vacío y yo solo pienso en ir a darme una ducha, como están haciendo mis compañeros, para poder bajar al Refugio.
-¿Qué te traes con la rubia?-suelta sin miramientos.
Yo siento como si la sangre huyera de mi cuerpo y las válvulas de mi corazón se hubiesen quedado petrificadas. He pasado tanto tiempo asustada precisamente por que pasara esto, y ahora está ocurriendo. ¿Qué ha visto? ¿Qué ha podido ver para que venga a decirme esto? Hago un repaso mental de las últimas dos semanas y creo que escucho un tímido latido, de mi corazón empezando a volver a su ritmo normal, cuando me doy cuenta de que no ha podido ver nada. En la residencia nunca hemos ido más allá de un abrazo rápido, más seco incluso que los que le doy a Marta. Bueno, quizás algún beso ha caído en el estudio de Alba, o algunos; pero ha sido en su estudio, es imposible que nos haya visto.
-¿Se puede saber de qué hablas?-le espeto de malas maneras. He tomado la decisión, en esta media milésima de segundo, de que tengo que hacer todo lo que está en mi mano y lo que no para quitarle esa idea de la cabeza, sea como sea.
-Os vi en el jardín antes de la redada.
-¿En el jardín?-finjo estar haciendo memoria de lo que pasó, aunque la verdad es que me acuerdo. Alba parecía triste por la interrupción de nuestra cena y traté de animarla con una broma tonta, a lo que ella respondió con un codazo. ¿Se puede saber dónde está lo extraño de eso?
-Sí, paseando.
-¿No puedo pasear por la residencia con mi amiga?
-¿Y por qué la defendiste cuando la arresté?
-¿Porque es mi amiga?-exclamo, incrédula-. Mira, tío, no sé qué concepto de amistad tendrás tú, pero yo no voy a permitir que le toquen el pelo a ninguna de mis amigas. Te metiste con Alba y te advertí, llegas a tocar a Marta y te arranco los huevos de una patada, y lo mismo con María.
-¿Me estás diciendo entonces que estás todo el día con esa porque es tu amiga?
-Pues sí, porque es mi amiga. Es como... como mi hermana. ¿Tienes algún problema con eso?Él me mira, aún con desconfianza en sus ojos, pero mucho más calmado que al principio de la conversación. He de decir que eso de llamarla hermana se me ha hecho un poco bola, pero si es efectivo, lo repetiré las veces que sea necesario.
-¿Todo bien, Guille?-Héctor se acerca a nosotros con expresión extrañada.
-Sí, todo bien-responde el aludido, aún sin apartar la mirada de mis ojos. Es obvio que está tratando de intimidarme, pero no se lo voy a permitir.
-Si no te importa, voy a darme una ducha y a descansar.Sin esperar respuesta, giro sobre mí misma y me encamino hacia los ascensores, dejando a ambos en mitad del hall.
Lo lógico sería que todo el mundo estuviese durmiendo, pues son casi las dos de la madrugada. Sin embargo, cuando entro al refugio, está tan lleno de vida que no puedo evitar contagiarme de la buena vibra, olvidándome un poco del mal cuerpo que se me ha quedado tras la conversación con el tal Guille. La gente celebra en el comedor, riendo y charlando como si fueran las cinco de la tarde, pero no me hace falta asomarme para saber que quienes busco no estarán aquí. Hay cinco miembros nuevos en el refugio, cinco habitantes que no conocían la existencia de este sitio, así que no van a meterlos ahí en medio cuando acaban de llegar. Deben estar en las salas de reuniones, en busca de tranquilidad para poder explicarles bien qué es todo esto.
-Hola-saludo con timidez, temiendo haber interrumpido algo importante, cuando entro en la más grande de las salas y veo que mi intuición no me ha fallado.
Aquí dentro están nuestros nuevos compañeros, Pedro, Julia, Vicky, María y Alba. Todos me dedican una sonrisa al verme, incluso Julia, con quien las cosas ya no están tan tensas. No es que haya coincidido mucho con ella en estas semanas, pero creo que ya no está enfadada conmigo por lo que le hice a Alba.
ESTÁS LEYENDO
Sempiterno || Albalia
Fanfiction"-Nat, ¿tú crees en el destino?-Alba gira su cabeza, apoyada en mis piernas, hacia mí. -¿Y esa pregunta? -No sé. ¿No la contestas? -No sé si en el destino como tal-respondo, arrastrando la manta que cubre su cuerpo hasta su hombro-. Creo que eso es...