Cuelgo el teléfono con un suspiro: acabo de quedar con Pedro en encontrarnos dentro de media hora en un punto intermedio para que termine de llevarnos al nuevo refugio, pues ninguno de los que estamos aquí ahora mismo sabe dónde está exactamente.
-Vale-dice María cuando se lo explico, y se pone en pie para acercarse al resto de la gente-. Chicos, siento que el descanso haya sido tan corto, pero tenemos que seguir moviéndonos.
Algunos obedecen enseguida, pero otros se quejan, y ella les dedica una mirada de reprimenda.
-Sabíamos que algo así podía pasar en cuanto empezamos a reunirnos, así que es un despropósito quejarnos ahora-interviene Noemí, que ha sido una de las primeras en ponerse en marcha.
-Gracias-le dice María con los ojos muy abiertos.La mayor no tarda en acercarse a mí, y sé perfectamente lo que se viene ahora. Es normal, de pronto nos hemos puesto a dar órdenes como si fuéramos los reyes del mambo y, aunque parece que tenemos la situación medianamente controlada, es lo más lógico que les surjan dudas.
-¿Me vas a explicar ahora qué está pasando, Alba?-me pregunta, con un tono suave, pero firme.
-Es demasiado largo.
-Tenemos tiempo.
-No creo que debamos tomarnos esto como un paseo para ponernos al día charlando, Noemí, debemos darnos prisa.
-No puedes pretender que te sigamos sin saber a dónde estamos yendo.
-Ya lo sé, por eso voy a intentar hacerte un resumen-suspiro-. El refugio que encontraron... Efectivamente, había gente dentro de la Residencia que lo conocía. Yo entre ellos, y María, Sonia, Vicky y Pablo. Y no somos los únicos. Cuando lo encontraron, alguien nos avisó con tiempo suficiente para desalojarlo y llevar a la gente a otro refugio, y ahí es a donde estamos yendo.
-¿A reunirnos con los supuestos salvajes que vivían bajo la Residencia?
-Exactamente.
-Vale-responde. No sé qué respuesta me esperaba, pero no era esta. De todas formas, la agradezco, es mucho mejor ahora mismo un "vale" que un numerito-. Y la chica de la reunión... He visto que os despedíais-
-Es mi amiga-le interrumpo con toda la firmeza que puedo. Prefiero no pensar en eso ahora-. También conocía el refugio y se ha quedado allí para darnos tiempo, con los demás. Se reunirán pronto con nosotros.
-Claro-asiente, y creo que le ha parecido suficiente explicación-. Si necesitas algo, avísame, ¿vale?
-Gracias. No es fácil que te tomen en serio cuando mides poco más de metro y medio.Ella sonríe y me da un apretón en el hombro, justo antes de cambiar el ritmo de sus pasos para quedarse atrás. María le sustituye enseguida, interrogante, pero con un gesto de la cabeza le explico que está bien.
-¿Sabemos a dónde estamos yendo?-me pregunta, sin dejar de andar.
-Sí, Pedro está llamando al transportista, el del camión que les llevó a ellos allí. Van a venir a por nosotros.
-Está bien-hace una pausa-, ¿y has llamado ya a Marta?
-Todavía no-me muerdo el interior del labio-. Estaba esperando a estar con los demás.
-Trae, yo la llamo-con un suspiro, le tiendo el móvil mientras ella me abraza por el costado, y no tarda en llevárselo a la oreja. La veo fruncir el ceño mientras me asomo por la esquina del edificio que nos cubre, asegurándome de que podemos continuar-. No contesta. Pero seguro que es porque ya han salido y están de camino.
-Claro-respondo.Aunque ni siquiera yo me creo la firmeza en mi respuesta, porque podría perfectamente estar temblando de la inseguridad. No me ha hecho ninguna gracia tener que dejarles atrás, pero intento recordarme que no va a pasar nada porque era fácil, solo tenían que esperar un rato y huir como nosotros. Seguro que ahora están atravesando los bosques y aproximándose a los límites de la cuidad, la misma ciudad que nosotros ahora intentamos cruzar en el más absoluto silencio. Intento prestar atención a todo lo que me rodea, porque aunque no es mi primera vez fuera de los límites de la Residencia, sí que es mi primera vez en la ciudad. Los edificios de aquí son mucho más pequeños que el nuestro, supongo que porque no estaban diseñados para abarcar a tanta gente en uno solo, sino para repartir entre muchos a todo el mundo. Algunos son más bajitos que otros, pero todos tienen este aspecto de viejo, incluso algunos están medio derruidos. Todos lucen abandonados, con los cristales rotos y las paredes agrietadas. Me parece increíble cómo puede estropear un edificio la simple ausencia de vida en él. Quiero decir, si aún viviese gente aquí, no estarían tan estropeados, pero el abandono de la vida humana los ha demacrado completamente. Siento pena por un momento, mientras camino entre los altos muros de ladrillo y cemento, pensando en la gente que habitó estas casas. ¿Cómo serían? ¿Qué harían? ¿Cómo sería vivir aquí fuera, les dio tiempo a huir, pudieron ponerse a salvo en algún sitio? Sacudo la cabeza para apartarme todos esos pensamientos de la mente, y el flequillo me hace cosquillas justo sobre las cejas. Será mejor que no entre en bucle con estos pensamientos.
ESTÁS LEYENDO
Sempiterno || Albalia
Fanfiction"-Nat, ¿tú crees en el destino?-Alba gira su cabeza, apoyada en mis piernas, hacia mí. -¿Y esa pregunta? -No sé. ¿No la contestas? -No sé si en el destino como tal-respondo, arrastrando la manta que cubre su cuerpo hasta su hombro-. Creo que eso es...