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-Como que me llamo María Villar que hoy nos vamos de cañas-exclama dándome un abrazo.
-Mari, que solo voy a empezar a trabajar-me río.
-¡Por eso!-grita Julia uniéndose al abrazo-. Hay que celebrar.
-Sois un par de exageradas-niego con la cabeza, sonriente.

Acabo de salir de una pequeña entrevista con la que será mi jefa a partir del martes, una mujer de unos treinta y tantos dueña de un estudio de tatuajes que hay relativamente cerca de nuestros apartamentos. No voy a negar que estoy un poco emocionada, porque la verdad es que estaba empezando a echar de menos tener una rutina diaria y tatuar pieles a diestro y siniestro. Mamen se puso en contacto con ella hace unos días, no lo había hecho antes porque el estudio ha estado cerrado por vacaciones y hemos tenido que esperar a que vuelva, pero por fin puedo decir que voy a empezar a trabajar. Así tendré cosas con las que distraerme, y aunque eso signifique pasar menos tiempo con Elena y mis amigos, debo decir que tengo muchas ganas.

-Y no solo se sale-dice María, alzando las cejas-. Es que encima te vas a poner el vestido que te compraste el otro día.
-¿Cuál?
-¡El negro, coño!
-¿El negro?
-¡Claro! Te hace culazo, Alba, ¡culazo!
-Yo eso quiero verlo-dice Julia.
-Y hay otra que también quiere verlo aunque no lo admita todavía-le doy un golpe en el hombro a mi amiga, aunque me río-. Cero mentiras he dicho.
-Voy a avisar a esta gente en cuanto lleguemos-dice Julia, y le falta dar saltitos de emoción-. Vamos todos, como en los viejos tiempos.
-Cena y cervezas como en el Refugio, ¡ya tenemos plan!




Me miro en el espejo de la habitación durante un rato, girando sobre mí misma para verme desde todos los ángulos. Al principio no estaba muy convencida, pero he acabado decidiendo ir a por todas, como me dijeron mi madre y María el otro día. No voy a forzarla a nada ni a acercarme más de lo que lo he hecho hasta ahora, pero si puedo provocar un poco de chiribitas, como las llama María, ¿por qué no hacerlo? Es verdad que este vestido me queda como un guante; es pegado y hasta la mitad del muslo, con cuello alto pero manga sisa, dejando gran parte de los hombros al aire. Los labios me los he pintado del mismo rojo oscuro de la chaqueta de cuero sintético que también me compré con ellas, así que en los ojos me he limitado a un poco de rímel y un eyeliner discretito.

-Madre del amor hermoso-dice María desde el marco de la puerta-. Me acaba de dar un paro cardíaco.
-¿Es demasiado?-achino los ojos, insegura.
-Demasiado para mi salud mental y para la patata de Natalia, sí, pero es perfecto.
-¿De verdad?
-Si yo tuviera ese cuerpazo iría así hasta a comprar el pan, Alba. Estás preciosa.
-Gracias-me muerdo el labio-. Pero tú no eres muy objetiva porque siempre me dices lo mismo.
-No te preocupes que Natalia tampoco va a ser objetiva cuando se le caigan las bragas hasta los tobillos.

Suelto una carcajada y le tiro el primer cojín que veo a la cara, ignorando sus quejas por todo el rato que lleva intentando maquillarse "decentemente" para que ahora yo se lo estropee.

-Tú también estás muy guapa-le doy un beso sonoro en la mejilla-. ¿Vamos?
-Vamos-me coge del brazo para echar a andar-. Marta me ha dicho que ellas ya han tirado, así que recogemos a los chicos y vamos, que Julia y Vicky están ahora duchándose las muy perras.

Pasamos por el apartamento que comparten Pablo y Javi, y también hacen que me sonroje un poco con sus comentarios a pesar de que no son nada al lado de los de María, y recorremos de manera tranquila los diez minutos que nos separan del bar en el que hemos quedado. Esto de tomar algo aquí es parecido a como era en la Residencia, solo que no exactamente igual. Aquí los bares y restaurantes están en la calle, y más repartidos. Allí teníamos dos plantas destinadas únicamente a la hostelería y fin, aquí puedes pasear por donde quieras que seguramente encontrarás, como mínimo, algún bar o cafetería, estés en la calle que estés. Hoy vamos a ir a uno que nos ha recomendado África por estar cerca de nuestros pisos y porque dice que tienen una amplia carta de cervezas y de tapas; así que le hemos prometido que hoy salimos por los viejos tiempos pero que, si nos gusta el sitio, cuando repitamos se tiene que venir con nosotros.

Sempiterno || AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora