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-¿Cómo que tus padres? ¿Pero tus padres no...?
-Desaparecieron y creíamos que habían muerto, sí-sonrío tanto que me duelen las mejillas, ahora que puedo decir que simplemente lo creíamos-. Pero resulta que no, Nat, es una movida demasiado larga pero la cosa es que acabaron aquí, no murieron, no les arrestaron, no se los cargó nadie.
-Están aquí-repite ella, y sus ojos de par en par y boca medio abierta de la sorpresa se empiezan a convertir en una sonrisa-. Mi vida pero eso es muy fuerte.
-¿Que si lo es?-me río un poco-. Yo sigo sin asimilarlo.
-Ay, Alba-tira de mi mano para pegarme a ella y abrazarme con fuerza, y la escucho reírse en mi oído mientras nuestros torsos se tambalean hacia los lados por culpa del ímpetu del abrazo-. Qué fuerte, dios, pero eso es... Es genial, Albi, me alegro muchísimo.
-Yo también-me muerdo el labio, separándome un poco para mirarla-. Yo también, pero ha sido raro.
-Joder, normal, Alba. Una cosa así tiene que ser difícil de asimilar.
-Casi tanto como que tu novia no sepa quién eres-digo, medio en broma medio en serio-. Y como que toda tu vida te hayan estado engañando.
-Ha sido duro, ¿no?-frunce el ceño, como asimilando todo por lo que he pasado ahora que lo hemos enumerado todo seguido, y me coge las manos-. Ojalá hubiese estado contigo, de verdad.
-Si hubieras estado ya sería una cosa menos-sonrío un poco y me apoyo de lado en el respaldo del sofá-. No sé, es que lo de mis padres ha sido tan raro todo... Porque obviamente me alegré muchísimo pero a la vez era tan surrealista que me ha costado mucho asimilarlo.
-Es que no se asimila en un día que tus padres no están muertos después de haber convivido con eso durante diez años-me dice, imitando mi postura pero de frente a mí.
-Ya, pero creía que sería distinto. ¿Sabes que me había imaginado muchas veces que pasaba algo así?-me río un poco-. Sobre todo cuando era más pequeña y estaba más reciente, me imaginaba que volvían al Refugio y que yo corría hacia ellos y que era todo como muy épico y feliz.

Natalia se me queda mirando con una sonrisa tierna, como si estuviera también visualizando la misma escena que yo estoy visualizando ahora como tantas veces he hecho durante estos años.

-Y supongo que cuando pasó de verdad no fue como te lo habías imaginado, ¿no?-me dice ella, acariciando mis dedos distraídamente.
-Me dieron ganas de vomitar-respondo, y ella hace una mueca-. No pudo ser más distinto de lo que me había imaginado.
-Pero eso es porque en tu cabeza habías idealizado algo que creías imposible que sucediera, Alba. Como una especie de instinto de supervivencia, pero es normal que no fuese así. Es lo más normal, de hecho.
-No sé-suspiro-. Pero todavía me cuesta aceptarlo, ¿sabes? Aún hay veces que me cuesta llamar a mis padres papá y mamá porque llevo muchísimos años sin usar esas palabras como algo mío, en primera persona.
-Vas a tener tiempo para volver a hacerlas tuyas, ya verás. Y para acostumbraros a teneros de nuevo. Aunque ahora debe ser rarísimo, lo importante es que vuelven a estar contigo, cariño, y si os lo tomáis con calma retomaréis la relación a la normalidad. Pero sin prisas, eso no lleva a ningún lado.
-¿Por qué haces que suene fácil?-sonrío un poco.
-¿Por qué a ti no te parece fácil?
-Pues porque son mis padres; y les perdí y tuve que aprender a ser yo sola y cuando lo estaba consiguiendo han vuelto a aparecer y ni siquiera soy capaz de alegrarme del todo-suspiro.
-Sí que te alegras, pero estás demasiado centrada en cómo deberían ser las cosas y no eres capaz de verlo. Y la realidad es que no hay una reacción perfecta para algo así, no puede haberla.
-¿Y qué hago?
-Pues relájate y deja que fluya, sin expectativas. Has dicho que aprendiste a ser tú sola, ¿verdad? Ahora tenéis que aprender a ser los tres juntos, otra vez. Tenéis que reaprender.
-¿Ves por qué te necesitaba?-musito sin reprimir el puchero que se dibuja en mis labios, y me inclino para abrazarla. Ella respira hondo al recibirme y se queda en silencio, acariciando mi espalda de arriba a abajo en un gesto cariñoso-. Gracias.
-No me seas boba y no des las gracias, Albi-sonrío un poco cuando deja un beso en mi coronilla-. Ay, es que tus padres están vivos.
-Ya-me río ante el tono tan alegre en que lo dice, como si hablara de sus propios padres.
-Un momento-de pronto me coge de los hombros para separarme y poder mirarme-. Tus padres están vivos.
-Sí-frunzo el ceño, un poco confundida al ver su cara casi pálida-. De eso llevamos hablando un rato, Nat.
-Alba, es que tus padres son mis suegros.
-Si eres mi novia supongo que en eso les convierte a ellos, sí-me río.
-No te burles, cabrona. Mis suegros están vivos.
-Sí.
-O sea que tengo que conocerles-lo dice con tal cara de circunstancias que no puedo evitar soltar una carcajada.
-Cariño, ni que mis padres fueran monstruos.
-No son monstruos, Alba, pero acaban de recuperar a su hija después de diez años. Creo que eso es peor aún. ¿Cómo voy a caerles bien? Que te metiste en la Residencia para ir a por mí, fijo que me odian, dios. Imagínate que no llega a salir bien, y te vuelven a perder por ir a por mí. ¿Cómo les miro a la cara?
-Relájate, vida-me río con ternura por los nervios que le han dado-. Si ya les gustas, no seas boba.
-¿Cómo que les gusto? ¿Les has hablado de mí?
-No, iba sufriendo por las esquinas por mi novia amnésica pero no les dije nada de ti-ironizo, y ella me da un golpe en el hombro que hace que vuelva a reírme-. Claro que les he hablado de ti, Nat, y no te odian. Sólo tienen muchas ganas de conocer a la mujer que tiene loca a su hija.
-¿Eso les has dicho que soy?
-Eso es lo que eres, ¿qué querías que les dijera?
-No sé, podrías haberlo endulzado un poco. Que llevan diez años sin verte, seguro que te siguen viendo como su pequeña y adorada hija y ahora me van a odiar por meterme en tu vida, Alba. O que desconfían muchísimo de mí, dios, ¿cómo voy a caerles bien?
-¿Pero tú eres boba?-me río del bucle en el que ha entrado ella sola-. Nat, les he dicho que eres la mujer que me tiene loca porque es la verdad. Igual que les he contado que me haces muy feliz y me cuidas y quieres muchísimo. No te odian, cariño, solo quieren conocerte para entender por qué sonrío tanto cuando hablo de ti.
-No vale este chantaje emocional para distraerme-ronronea, mordiéndose el labio inferior.
-No es ningún chantaje-me río-. Te lo digo en serio.

Sempiterno || AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora