88

1K 77 1
                                    

*trece meses antes*

A veces me gustaría que la Residencia fuese, por lo menos, tres veces más grande. Y no es pequeña, ¿eh? Es bastante grande ya de por sí, pero ya la hemos recorrido casi de principio a fin y sigue sin apetecerme nada despedirme de Natalia. El problema es que no es tres veces más grande, ya llevamos varias horas paseando juntas y, muy a mi pesar, me va a tocar despedirme por hoy. Alargar esto más podría levantar en Natalia unas sospechas que no quiero levantar, por miedo a cómo pueda ella reaccionar en caso de hacerlo, así que me giro como si no me estuvieran comiendo las ganas de recorrernos estos pasillos blancos durante otras dos horas más.

-El café estaba riquísimo, buenísima elección-le apremio sonriente. Desde que la recogí en el hospital para llevarla a mi italiano favorito, hemos mantenido la costumbre de elegir una cada vez cuál será el próximo plan. El problema es que aquí dentro no hay demasiados planes y enseguida empezamos a repetirlos.
-Pero si ya hemos ido mil veces a esa cafetería, Alba-se ríe con ojos brillantes, levantando un cosquilleo en mi estómago.
-Pero eso no hace que esté menos bueno-me encojo de hombros-, ni que la elección del plan haya sido mala.
-Bueno, me alegra entonces que te lo hayas pasado bien.
-Me lo he pasado genial-sonrío. Alba, coño, despídete de una vez.
-Pues si quieres repetimos-se apresura a responder-. ¿Mañana por la tarde te apetece?
-Mañana por la tarde tengo una cita-contraigo los músculos de la cara con pesar, maldiciendo internamente tener que trabajar en lugar de quedar con Natalia otro rato.
-Ah-musita, más seria de pronto.
-¿Pasado?-le propongo, antes de que se arrepienta de la propuesta.
-Vale, pasado-sonríe un poco, aunque ahora no le llega la sonrisa a los ojos como antes-. Bueno, ¿y quién es el afortunado?
-¿El afortunado?-frunzo el ceño.
-Tu cita, ¿con quién has quedado?

De haber estado bebiendo ahora mismo, le habría echado todo el líquido encima al no ser capaz de controlar la carcajada que me sale al escucharla. Estoy tan acostumbrada a bromear con María sobre mis citas de trabajo como si fueran citas románticas que no he caído en que lo normal es que cualquier otra persona lo entienda de esa manera.

-¿Qué?-se ríe un poco, con timidez ante mi carcajada-. Vale que lo del "afortunado" es un poco antiguo, pero no sé...
-Con un cliente, Natalia-le explico, y ella asiente con cara de no entender qué tiene tanta gracia.
-Pues dile que te trate bien que ahora tienes una amiga agente, ¿eh?-me dice, como intentando bromear, y yo vuelvo a reírme al intuir que sigue sin entenderlo.
-Del trabajo, Natalia-le aclaro-. Una cita de trabajo, para hacerle un tatuaje.
-Ah-se rasca la nuca con timidez, y ahora es ella la que empieza a reírse mientras sus mejillas se tornan de un color rojizo adorable. Tengo que carraspear para salir de mi ensimismamiento con sus labios, que hacen una mueca avergonzada, y levantar la mirada hasta sus ojos-. He hecho el ridículo, ¿no?
-No mucho-le doy un golpe con el hombro, sonriendo.
-Qué vergüenza-se ríe-. Bueno, pero la amenaza se mantiene por si hay algún afortunado por ahí, ¿eh?
-No lo hay-le digo, aunque me tengo que morder la lengua sobre por qué no lo hay-. Y eso de afortunado no sé yo cómo suena, ¿eh?
-Bueno, es que es lo típico que se dice, pero sería la verdad.
-¿El qué?
-Pues que el que salga contigo tiene mucha suerte. Como mínimo, debe considerarse afortunado.
-¿Por?-murmuro, luchando con todas mis fuerzas por no morderme el labio y mirarla con cara de tonta. Joder, Natalia, es que me lo pones difícil.
-Pues porque tener a alguien como tú al lado solo puede ser bueno-se encoge de hombros, como si nada-. Transmites buena energía, como luz. ¿Tiene sentido o suena a que me estoy volviendo loca?

Difícil no, dificilísimo. Esta vez no puedo evitar atrapar mi labio inferior con los dientes, porque si no lo hago soy capaz de lanzarme a su boca y eso no traería nada bueno. ¿Pero es que cómo me dice esas cosas?

-Bueno, me voy a ir que había quedado con Marta para cenar, y llego tarde-se apresura a decir al ver que no respondo.
-Claro, yo también iba a ir. O sea, no con Marta, con María.
-Lo suponía-sonríe, también nerviosa-. ¿Pasado por la tarde, entonces?
-Pasado por la tarde-asiento, sin saber bien si despedirme con un abrazo o no.

Sempiterno || AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora