-Qué fuerte me parece esto-suspira María, rodeándome los hombros con un brazo desde detrás del aparato gigante con el que están apuntando a Natalia. Había visto cámaras antes, obviamente, pero ninguna era tan rara como esta-. La jirafa en la tele.
Apenas han pasado dos semanas desde que se publicó en los medios de comunicación la noticia sobre la demanda. Poco a poco estoy aprendiendo más sobre esos medios que se me hacen tan distintos a los que teníamos en la Residencia. Allí solo teníamos la prensa diaria, que nos contaba los acontecimientos más importantes en cuatro hojas de papel. La mayoría eran siempre sobre los salvajes y los juicios. Aquí no leen las noticias en papel, les basta con desdoblar la pantalla del móvil y ahí tienen toda la información. El otro día Leo me ayudó a hacerlo con el mío y flipé con la cantidad de noticias y fuentes distintas de las que leer. Por otro lado tienen la televisión: una cantidad innumerable de programas comentan la actualidad, hacen entrevistas e informan sobre lo que está pasando en el mundo. ¿Cómo no nos va a abrumar esto si en la Residencia solo recibíamos noticias sobre lo que pasaba entre esas cuatro paredes y aquí me hablan de gente que está al otro lado del planeta? Y por último, las dichosas redes sociales, aunque con esas todavía no soy capaz de apañarme. María las lleva mejor porque siempre ha sido una friki de la tecnología, pero yo por más que me esfuerzo no logro pillar nada más allá de que te tienes que crear un perfil sobre ti. No entiendo muy bien qué gracia tiene eso, pero supongo que con el tiempo me iré acostumbrando.
Más o menos al día siguiente del episodio con los periodistas delante de casa, nos empezó a llegar la lluvia de ofertas para entrevistas en la televisión. Bueno, del primer episodio con los periodistas, porque ha habido más pero para esos ya estábamos más preparadas. Y las ofertas en realidad le llegaron a Andrea, que menos mal que la tenemos a ella para encargarse de gestionar todo esto porque no sé cómo lo habríamos manejado solas. Por lo visto todo el mundo quería tener en su programa a la sensación del momento: la chica a la que había torturado su propio gobierno y que ahora se atrevía a contarlo. Supongo que la euforia sería mayor por el hecho de estar hablando de un gobierno sobre el cual no saben nada: nunca nadie había contado cómo era vivir allí; pero la verdad es que al principio nos recordó un poco a la propia residencia y a cómo las masas estaban encantadas con el protagonismo de una víctima. Al final, vienen siendo cosas muy parecidas. Supongo que por eso le costó tanto decidirse por venir a un programa de estos, pero al final aquí está: rodeadas de cámaras extrañísimas y sentada en un sofá de dos plazas junto al entrevistador. Según me han contado mis padres, este chico no es de los que va a despellejarte viva delante de las cámaras, así que espero que la entrevista no vaya demasiado mal.
-Está hecha un manojo de nervios-dice Marta, observando cómo se seca continuamente las manos en los pantalones.
-Normal, lo estoy yo-susurra Javi.Yo me limito a dedicarle una sonrisa todo lo amplia posible, desde aquí atrás, cuando la veo buscarnos con la mirada. Si no fuera por las circunstancias, me deleitaría más en lo guapa que está con el traje burdeos y de rayas finas blancas que le han puesto, y con el pelo desenfadado como lo lleva. Ya lo tiene un poco más largo que cuando llegamos a Barcelona, y le caerían los mechones rebeldes por la frente hasta la altura de las cejas si no fuera porque lo lleva en una especie de tupé despeinado. Sonríe un poco cuando sus ojos se posan sobre Andrea, supongo que porque ella le ha hecho algún gesto para indicarle que lo haga; pero no tarda en desviar su atención de nosotros para centrarla en el presentador, un tal Jordi. Se ha acercado para indicarle que el programa está a punto de comenzar y le sonríe con amabilidad mientras le pasa un vaso de agua.
-Vamos allá-murmura Andrea, juntando ambas manos delante de su cara con nerviosismo.
Estamos todas igual, en realidad, pero cómo para no estarlo. Somos conscientes de que ponerse delante de una cámara implica convertirse definitivamente en el foco de todo esto, en la viva imagen de la demanda. Por mucho que todos nosotros vayamos a dar declaraciones que también servirán para la denuncia, al final la que da la cara es ella, y eso nos acojona mucho. Pero por otro lado, ha hecho como cuando decidió traer el caso a los medios de comunicación: dejarse llevar por lo que sentía que era mejor. Y lo que sentía que era mejor era llegar hasta el fondo con esto. Si la gente ha empezado a mostrar un mínimo interés, entonces vamos a darles lo que quieren. Además, viniendo a la tele mantenemos la esperanza de que los periodistas dejen de buscarla en la calle.
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Sempiterno || Albalia
Fanfiction"-Nat, ¿tú crees en el destino?-Alba gira su cabeza, apoyada en mis piernas, hacia mí. -¿Y esa pregunta? -No sé. ¿No la contestas? -No sé si en el destino como tal-respondo, arrastrando la manta que cubre su cuerpo hasta su hombro-. Creo que eso es...