-A ver, Alba, yo te quiero, ¿pero no crees que a lo mejor no fue para tanto?
-Mari, lo fue, créeme que lo fue-suspiro al recordar los ojos inyectados en ira de Natalia.Ayer fui a hacerle una visita antes de cenar, porque desde que salió del hospital hace seis días hemos establecido esa rutina y hasta ahora ha ido bastante bien. Charlamos un rato junto a Marta y Javi, y a veces Elena, y puedo pasar algo de tiempo con ella sin que se agobie. El problema es que anoche sí se agobió. Sonia me dijo que era por la amnesia y que no debía darle mayor importancia, y me encantaría ser capaz de no dársela, pero me es imposible. Me ofrecieron que me quedara a cenar, y como Elena estaba con Julia, acepté para poder alargar un poco más ese rato que puedo pasar con Nat. Cuando terminamos, ella empezó a fregar los platos porque decía que nuca le dejaban hacer nada, pero nada más empezar vi que se quedaba paralizada y que le temblaban las manos. Traté de tranquilizarla poniendo una mano en su espalda, y conseguí el efecto contrario: empezó a gritar que no le tocara, me apartó de un empujón que casi hizo que cayera al suelo y se aferró a Marta sin dejar de gritarme hasta que me fui. Fue la primera vez que la veía así desde que llegó a Barcelona, y me ha dejado tan destrozada como aquella.
-Pero Sonia dice que es normal-me acaricia la mejilla.
-El problema no es ese, yo entiendo que la enfermedad y la desorientación le hagan estar más violenta.
-¿Entonces qué es lo que te tiene con esa cara de pena?
-Pues todo, jo, todo. Es que ya han pasado más de dos semanas desde que llegamos aquí-levanto la mirada hasta la suya-, y once días desde que llegó ella. Y cuando nos dijeron lo de la amnesia yo ya supe que iba a ser difícil y te juro que he intentado dejar de ser un alma en pena, Mari, lo he intentado, pero cada vez me cuesta más convivir con esto. Porque yo quiero ayudarla, pero ya son muchos días sin recordar nada, son once días, y a saber cuántos quedan, o si no se recupera nunca.
-Eso no va a pasar.
-Imagínate que de un día para otro Pablo deja de saber quién eres-le digo.
-Me pego un tiro-admite ella-. Pero, Albi, tienes que tener paciencia.
-¡Es que es muy difícil tenerla, María! Es muy difícil que me salude con dos besos cordiales en las mejillas porque para ella no soy más que una desconocida, cuando lo que yo necesito es estar con mi novia, abrazarla y que me ayude a asumir todas las mentiras que he vivido.
-Yo no soy tu novia, pero me puedes abrazar y voy a hacer lo que sea para ayudarte con eso, ¿eh?
-Ya lo sé-suspiro-, pero es que la echo mucho de menos, Mari.
-Yo también-dice en tono triste-. Echo de menos meterme con ella por mirarte embobada y babeando y que se pusiera roja como un tomate.
-¿Con cuánta frecuencia hacías eso?-me río un poco.
-Pues si se lo decía cada vez que la pillaba así...-hace una pausa, pensativa-. No sé, ¿igual se lo podía estar diciendo cada diez minutos?
-Eres idiota-me río, dándole un golpe en el hombro.
-¡Es verdad! ¿Por qué te crees que te digo que me dais ganas de potar?
-¿Porque eres una rancia que no soporta que dos personas se quieran sin fingir que te dan asco?
-Pues no, imbécil, es porque vosotras lo dais de verdad. ¿En qué momento de la vida encuentras a alguien que te mira con tanto amor? Me parece injusto para el resto de los mortales, y por eso me dais asco.
-Bueno, pues no te preocupes, que eso se ha acabado por ahora porque no sabe quién soy y a ratos me tiene pánico-suspiro.
-Pues yo creo que no.
-¿Que no qué?
-Que no se ha acabado, digo. Al menos no de una forma tan tajante.
-Mari, por favor, que no se acuerda de mí.
-Pero que no se acuerde de quién eres no significa que hayas dejado de ponerle nerviosita. Coño, que está mal su memoria, no sus gustos.
-Y por eso en estos once días hemos avanzado un total de cero pasos y sigue manteniéndose a un metro de mí, ¿no?
-A ver, Albi, estamos hablando de Natalia Lacunza, que tardó un total de cinco meses en aceptar que le removías la patata y que al verte le hacía el chichi chiribitas.
-¡María!-le doy otro golpe en el hombro, riéndome de lo bruta que es.
-Cero mentiras he dicho-alza las manos en señal de inocencia-. El caso, que es de tiempos lentos y se le ha olvidado que aceptó todo eso, pero yo creo que se ha dado cuenta de que le pasa algo contigo y está acojonada la chavala.
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Sempiterno || Albalia
Fanfiction"-Nat, ¿tú crees en el destino?-Alba gira su cabeza, apoyada en mis piernas, hacia mí. -¿Y esa pregunta? -No sé. ¿No la contestas? -No sé si en el destino como tal-respondo, arrastrando la manta que cubre su cuerpo hasta su hombro-. Creo que eso es...