-¡Venga! ¡Un brindis!-grita María levantando la lata.
Me han vuelto a utilizar de excusa para beber cerveza y juntarnos todos, aunque no voy a ser yo quien se queje. Estaba nerviosa con mi primer día de trabajo, pero la verdad es que ha ido mucho mejor de lo que imaginaba que iría. Dedicaremos esta semana a que aprenda a usar las máquinas de aquí en unas pieles sintéticas que utilizan ellas para practicar; y a crear mi propio catálogo para mostrarlo en el estudio a los clientes una vez esté listo, así que me ha dado una cámara para que fotografíe estos días los tatuajes que haya hecho a los que están aquí. La cámara es parecida a la que utilizaba en la Residencia, solo que una versión mucho más moderna. Me ayudó a vincularla a mi móvil, así que cada foto que haga va directa a la memoria de este, o algo así me ha dicho.
-¡Alba, coño, que he dicho que brindemos, deja el juguetito!-me regaña en tono cariñoso, porque yo estoy descubriendo lo mucho que disfrutaba esto de fotografiar a la gente cuando no se daban cuenta y me estoy dedicando a hacer un reportaje de la quedada improvisada que nos hemos marcado para celebrar que me haya ido tan bien la primera jornada.
Suelto la cámara mientras le lanzo un beso, y me acerco con la lata en la mano y una sonrisa enorme en la cara.
-Ea, ¡por el trabajo de Alba!-dice Julia.
-¡Otra vez!-exclamo yo, riéndome.
-Y las que hagan falta, que se nos hace mayor la enana-Javi me despeina el flequillo con cariño, y yo le doy un codazo suave en las costillas.Brindamos y bebemos de nuestra lata todos a la vez, y la verdad es que me podría acostumbrar a estas reuniones cada poco tiempo. Aunque solo sean como la de hoy: una cerveza, unas risas, y cada uno para su piso que mañana se madruga. Pero, no sé, me llena estar con ellos y me ayuda a olvidarme un rato de todo lo demás.
-Bueno, no sabéis lo que me ha pasado hoy-dice Marta, soltando su cerveza sobre la mesa del comedor para tener las manos libres y poder gesticular todo lo que le haga falta.
Escucho entre risas el gran drama de su día: ha confundido a una chica con la Mari, y en vez de saludar como una persona normal le ha abrazado por la espalda agarrándole las tetas como si le fuera la vida en ello. Cuando nos cuenta la hostia que se ha llevado, estoy a punto de mearme encima de la risa porque me puedo imaginar perfectamente la cara que se le ha quedado al ver que en realidad no era María y acababa de estrujarle las tetas a una desconocida. Echo un vistazo alrededor por el simple placer de ver a mis amigos, todos juntos, riéndose y pasándolo bien. Natalia tiene la cabeza hacia atrás y la boca desencajada de tanto reírse, y aplaude como una morsa. Dios mío, cómo de jodida tengo que estar para derretirme por verla reírse de esa forma. No tardo en llevarme un codazo suave por parte de la Mari, que alza las cejas cuando la miro y puedo leer perfectamente en su mirada el comentario que me haría, del tipo de "vas a desgastarla de tanto mirarla" o "se te ha olvidado el babero". Le saco la lengua y vuelvo la mirada al frente, pero esta vez para ver a Javi acariciando distraídamente la espalda de Vicky, así que quien da un codazo a María ahora soy yo. Nos dedicamos una mirada cómplice cuando le indico con los ojos qué es lo que tiene que mirar, que termina con un "voy al baño" por mi parte. Las cervezas siempre hacen que me haga muchísimo pis y el ataque de risa con la equivocación de Marta no ha sido de ayuda que digamos. Aprovecho para cambiarme el tampón y repasarme el pintalabios, así que cuando vuelvo al salón les ha dado tiempo a cambiar de tema. No tardo mucho en darme cuenta de que también le ha dado tiempo a Natalia a desaparecer, y aunque primero pienso que está en el otro baño, enseguida la veo tras el cristal de la ventana que da a la pequeña terracita con dos sillas y nada más que tenemos en el salón. Dudo por un momento qué hacer, pero enseguida veo a Marta asentir con la cabeza y, acto seguido, señalar a Nat con la barbilla, así que decido salir con ella y tantear el terreno un poco.
ESTÁS LEYENDO
Sempiterno || Albalia
Fanfiction"-Nat, ¿tú crees en el destino?-Alba gira su cabeza, apoyada en mis piernas, hacia mí. -¿Y esa pregunta? -No sé. ¿No la contestas? -No sé si en el destino como tal-respondo, arrastrando la manta que cubre su cuerpo hasta su hombro-. Creo que eso es...