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El corazón me va a mil por hora, apenas me acuerdo siquiera de respirar, porque lo único en lo que puedo, y quiero, centrarme ahora mismo es en el sabor de los labios de Natalia, después de un mes y medio de la última vez que la besé. Sabe a casa. De hecho, estoy tan absorta en la risa de Nat sobre mis labios que apenas proceso el "hostias, yo os dejo" de María hasta que oigo cerrarse la puerta de su apartamento.

-¿Nat?-vuelvo a preguntar, porque ahora mismo difícilmente soy capaz de hilar más palabras.

Ella se limita a separarse solo varios centímetros, para mirarme con ojitos llorosos y reírse, y luego vuelve a abrazarme, recorriendo con sus manos cada centímetro de mi espalda.

-Por dios, te quiero tanto-susurra, y siento que me va a explotar algo dentro.
-¿Qué quieres decir?-me separo un poco, para poder mirarla, sin querer afirmar lo que se me está pasando por la cabeza hasta que sea ella quien lo haga.
-Que me acuerdo, Albi-suelta una mezcla preciosa entre risa y sollozo, y yo hago lo mismo cuando acuna mis mejillas entre sus manos-. Me acuerdo de ti, de nosotras.
-¿Te... te acuerdas, Nat?
-De todo-se le escapa una risilla emocionada.
-Júramelo porque con esto no se juega, júrame que de verdad te acuerdas y que esto es real y que no lo estoy soñando y que eres Nat y que-me interrumpen sus labios, otra vez sobre los míos, riéndose y acariciándome con tantas ganas como delicadeza.

Se cuela entre ellos una de mis lágrimas y por unos segundos deja de saber a Natalia y solo sabe a sal, pero ella saca la lengua para retirarla y el contacto me hace estremecerme. Cuando su risa vuelve a acariciar mis labios y me seca las mejillas con los pulgares de ambas manos, soy yo quien se lanza a profundizar el beso, y siento que me tiemblan las piernas de lo mucho que echaba esto de menos. Se me hace raro enredar los dedos entre los pelos de su nuca y que no me cubran la mano, pero sé que es algo a lo que me podría acostumbrar perfectamente.

-Albi-se separa, dejando varios besos suaves sobre mis labios y nariz-. Albi, ¿entramos y hablamos?
-Vale-susurro, pero me abrazo a su pecho y no la suelto mientras saco las llaves de mi riñonera con una mano, y abro la puerta de la misma manera.
-¿Te has convertido en una lapa?-me da un beso tierno en la coronilla, sonriendo y sin dejar de abrazarme, y yo me limito a decirle que sí con la cabeza, lo que le hace reír-. Me gusta.

Nos sentamos en el sofá, y por algún motivo no puedo dejar de mirarla, como si al parpadear fuera a desaparecer, como si pudiera irse otra vez.

-Ay, jo, pero no me llores más-me dice con ternura, abrazándome fuerte-. Ya estoy aquí.
-Creía que no ibas a volver-sollozo un poco, confesándole el miedo que llevaba machacándome ya varias semanas, mientras me hago un ovillo sobre su pecho.
-Te prometí que lo haría-acaricia mi espalda de arriba a abajo con ritmo pausado, esperando a que me calme.

Yo me dejo llorar, porque aunque las dos primeras semanas estando aquí lo hice bastante, hace ya mucho que no soltaba y que me resguardaba en el "está mejorando" para no permitirme sentirme todo lo mal que me sentía. Nuestros cuerpos encajan, como siempre lo han hecho, como si estuvieran hechos para abrazarse de cualquier manera; y puedo notar su corazón latiendo con fuerza en su pecho, justo bajo mi mejilla.

-¿Cómo... cómo ha sido? ¿Te acuerdas de todo?
-De todo, todo, no creo. Seguramente me falten cosas, pero ya las iré recordando poquito a poco-me da un toque suave en la nariz y yo me abrazo más a ella-. Ha sido con Cris, porque estábamos hablando y me ha enseñado una foto de cuando era joven y, vas a flipar, ¿sabes qué camiseta llevaba?
-¿Cuál?-me sorbo los mocos.
-La de Jambo.
-¿Como la mía?
-Sí, y bueno, a raíz de ver la camiseta me he empezado a acordar de cosas.
-¿De cosas?
-De nosotras en la habitación de la resi vistiéndonos después de una ducha juntas y yo robándote la camiseta, por ejemplo-sonríe un poco-. Menos mal que estaba con ella, porque han empezado a venirme como flashbacks en cascada y me ha ayudado a gestionarlo.
-¿Pero eso ha sido esta tarde, entonces?-le pregunto, recordando que tenía su cita con Cris a las cinco y media.
-Sí.
-¿Y por qué no me has llamado antes?-le reprocho con un golpe en el brazo.
-¿Cómo te lo iba a decir por teléfono? He venido a buscarte en cuanto he llegado, pero no estabas. Te busqué también en el piso de María pero Pablo me dijo que habíais salido, así que preferí esperar.
-¿Y a Marta se lo has contado?
-Me siento un poco mal, pero todavía no-se ríe, rodeándome con más fuerza-. Oye, ¿crees que le habrá sentado mal a María que pasara así de su cara?
-¿Mal? Estoy segura de que está ahora mismo con Marta y Julia gritando las tres, si no están con la oreja detrás de esa puerta-señalo la puerta de la entrada, y Natalia se ríe.
-Debería hablar con ellas.
-Espera un poco-me aferro a su cuerpo-, porfa. No quiero ser posesiva pero te echaba mucho de menos.
-Joder, Albi, es que, ¿cómo lo has hecho?
-No lo sé-me escondo en su cuello, aspirando su aroma-. No tengo ni idea.
-Y mi yo amnésica rayada porque tenía ganas de besarte, joder, no iba a tener ganas de besar a mi novia-se ríe.
-Es que encima eres una cabrona-me separo para mirarla, riéndome, y le doy otro golpe en el brazo-. O sea, ¡yo tenía que asimilar que no te acordabas de mí y tú mientras preparándome citas y estando a puntito de besarme detrás de una fuente!
-¡Ay!-se queja, soltando una carcajada-. Pero no lo hacía a propósito, jo, que no me imaginaba que eras mi novia.
-Dilo otra vez-le pido, en un tono tan pavo que me dan ganas de pegarme a mí misma.
-¿Que eres mi novia?-me muerdo el labio y asiento despacio-. Eres mi novia.
-¿De verdad que no estoy soñando y te acuerdas?
-De verdad, gilipollas-se ríe, y me da un pico suave.
-Gilipollas tú, que te pasas un mes y pico viéndome y solo te da por acordarte de mí por una camiseta que me robabas. ¡Por una camiseta, y no por mí!
-Oye, que yo no tengo la culpa de que mi cerebro funcione así-me da con el dedo índice en el costado haciendo que me retuerza.
-Al final voy a pensar que lo que te gustaba de mí era esa camiseta y no yo.
-Me has pillado-se ríe-. Y ahora que no la tienes, creo que no me interesas, hasta luego.

Sempiterno || AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora