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-¡Nat!-Alba se levanta emocionada cuando me ve aparecer por la puerta de su estudio, dejando lo que estaba haciendo para darme un abrazo.
-Hola, Albi-busco sus labios, y ella me responde con unas ganas que me hacen reír-. Pero bueno, que no hace ni dos días que no me ves. Si sé que me vas a recibir así voy a tener que aumentar mi jornada para que nos veamos menos.
-Ja, ja-me da un manotazo en la zona baja de la espalda-. ¿No puedo echar de menos a mi novia?
-Puedes, puedes-me muerdo el labio, tratando de reprimir una sonrisa tonta.
-Pues eso.
-¿Qué hacías?-le pregunto, señalando con la barbilla hacia la mesa.
-Nada, estaba trabajando en un diseño.
-¿Puedo verlo?-alzo las cejas con ilusión. Antes nunca me había parado a apreciar el valor artístico que tiene un tatuaje, y sin embargo ahora me pasaría horas viendo los diseños de Alba.
-Si me lo pides con esa carita-se ríe, y suelta su agarre alrededor de mi cintura para que la siga hasta la mesa, donde descansan sus papeles.
-Hala, Albi, me encanta.
-¿Sí?-pregunta con ilusión-. A ver, que es solo el boceto. La idea es que luego sea más limpio y eso, pero estaba probando un poco con el dibujo en sí y la composición.
-Es precioso.

Me agacho con cuidado hacia el papel, para observarlo mejor sin tener que tocarlo, y dejo que mis ojos se pierdan entre los trazos, firmes pero muy delicados, del dibujo. En realidad es muy simple, son únicamente dos manos con los dedos estirados la una hacia la otra, a punto de tocarse pero sin llegar a hacerlo. Pero la fuerza con la que está marcada cada línea me deja ensimismada durante un rato. Casi puedo imaginar a Alba sacando la lengua y con el ceño fruncido mientras lo dibujaba, y no puedo evitar sonreír ante la imagen.

-¿Qué?-pregunta ella al ver mi gesto.
-Nada.
-¿Nada?
-Que eres enanísima.
-Vaya, muchas gracias. Era justo lo que esperaba que dijeras.
-Ya, ¿eh?-me río y tiro de su brazo para atraerla junto a mí. Siempre finge picarse cuando le digo que es enana pero a juzgar por su sonrisa no creo que le moleste demasiado-¿Hasta cuándo tienes libre?
-En realidad estoy trabajando, caradura-se ríe, tamborileando con sus dedos sobre mis mejillas.
-In riilidid istii tribijindi-hago una mueca-. Yo que venía a secuestrarte un rato.
-Nat, cariño-vuelve a reírse y automáticamente se elevan las comisuras de mis labios. Su risa es como una cura al alma-. Es que tengo trabajo que hacer y en veinte minutos me llega la clienta.
-Con eso no me da tiempo a secuestrarte-concluyo con tristeza.
-No te da, no.
-Pues vaya mierda-me cruzo de brazos con una mueca enfurruñada que bien podría haber hecho Lucas, y de nuevo se echa a reír. Me pasaría la vida haciendo lo que hiciera falta para no dejar nunca de escuchar este sonido.
-Pero después de eso-se pone de puntillas para dejar un beso en mis labios antes de seguir hablando-, solo tengo dos horas más y soy libre.
-¿Libre del todo?
-Bueno, libre hasta mañana. Pero soy libre para que me secuestres hoy todo lo que quieras.
-Me parece un buen plan.
-¿Qué plan exactamente?-rodea mi cuello con sus brazos, balanceando las caderas suavemente de lado a lado.
-Pues-me hago la pensativa mientras abrazo su cintura-, te puedo recoger aquí cuando termines de clavar agujas en pieles inocentes.
-¿Y qué más?-se ríe.
-Podemos cenar en mi habitación.
-Huy, ¿pero a Marta le parecerá bien?
-Me la suda Marta, Albi-mi respuesta medio gruñida hace que se vuelva a reír con ganas.
-Vale, cenamos en tu habitación entonces. ¿Y después?-sus ojos ya me dicen lo que va a venir después cuando se posan descaradamente sobre mis labios, que humedezco casi inconscientemente mientras disminuyo la distancia entre nosotras.
-Después ya veremos, ¿no?-susurro, triunfal al ver un brillo de deseo iluminar sus ojos.

Cuando estoy a tan solo unos milímetros de su boca, doy un paso hacia atrás alegando que tiene que trabajar. Intento aguantarme la risa al ver su mirada de odio por haberla dejado con la miel en los labios, pero acabo soltando una carcajada que solo hace que se intensifique su enfado.

-Eres idiota.
-Una idiota que te encanta.
-¿Y tú qué sabes?
-Se te da de pena disimular-sonrío, tratando de atraerla de nuevo hacia mí a pesar de sus intentos por alejarse.
-Si ti di di pini disimilir-me imita con sorna, pero solo consigue que me vuelva a reír.
-¿Ves? No te podrías enfadar ni aunque quisieras.
-No me tientes, no te vayas a arrepentir.
-Qué miedo das, Reche-con un tirón, la atraigo hacia mí esta vez sin resistencia y, ahora sí, saboreo sus labios y su lengua como yo también me he quedado con las ganas de hacer antes-. Ale, a trabajar que me voy al Refugio. Nos vemos luego.

Sempiterno || AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora