Que la primavera esté cada vez más cerca solo trae cosas buenas: días más largos, más luz y menos frío. Y lo de los días largos lo agradezco especialmente desde que nos hemos convertido en una especie de activistas contra la Residencia, o algo así. Si bien en un principio la denuncia la iba a poner Natalia, con el tiempo hemos acabado formando un equipo entre la gente de la asociación y muchos de los que salimos de allí para enterarnos de que nos llevaban mintiendo toda una vida.
Cuando llegamos nos explicaron la verdad de dónde vivíamos, pero creo que no lo he llegado a entender del todo hasta hace relativamente poco. Aunque supongo que es normal, no es muy fácil de asimilar que el sistema en el que vives en realidad es fruto de una guerra civil bastante violenta que dividió tu país. Al final los de allí dentro iban a tener razón con lo de que hacía falta repoblar, pero no precisamente por los motivos que nos decían: no era que la gente se hubiera vuelto loca y se hubiese cargado a medio mundo por una malformación genética; sino más bien que ellos mismos habían decidido matar a todo aquel que no estaba de acuerdo con ellos hasta tener un rebaño lo suficientemente controlable. Un genocidio, vaya, y solo de pensarlo se me eriza el pelo de todo el cuerpo. Supongo que por eso también he tardado tanto en asimilar, creo que mi cerebro se abstraía de toda esa información hasta que ha sido capaz de procesarla bien, y ahora puedo hablar de todo esto mucho mejor con Leo, Mamen o Andrea, y escuchar lo que realmente pasó hace dos siglos y que jamás en mi vida me habían contado.
Algo así debe haberle pasado a mucha gente, porque casi cada día hay alguien en la asociación dando declaraciones sobre lo que ocurría allí dentro. Incluso Manu, el jefe de Víctor, se ha animado a hablar. Aunque él lo ha hecho de manera más anónima, porque si a Natalia ya la cuestionan por haber sido agente, a un jefe de oficiales como él ni te cuento.
-¿Alba?
-¿Mmm?
-¿Estás despierta?
-Creo que sí.
-¿Crees?-suelta una risilla. Su risilla, la que siempre hace que me muerda el labio porque me ablanda el alma.
-Lo estoy-giro la cabeza para observar su perfil, pero apenas me da tiempo porque enseguida deja de mirar al cielo para mirarme a mí.
-¿Tú crees que estamos haciendo lo correcto?
-¿Pasando las horas tumbadas en la arena en vez de siendo productivas con nuestras vidas? Mucho.
-No digo eso, idiota-se ríe y me da un manotazo en el abdomen-. Me refiero a la denuncia.
-¿Qué le pasa a la denuncia?
-Es que no sé-suspira-. Al final, los que están haciendo esas cosas también están viviendo una mentira, ¿sabes? Quiero decir, el origen de todo ese sistema empezó hace dos siglos, muchísimo antes de que nacieran todos los que están ahora allí. En realidad hacen lo que hacen porque se creen todas esas mierdas que les cuentan.
-Pero que no lo empezasen ellos no significa que esté bien lo que hacen ahora-frunzo el ceño.
-No creo que sepan bien lo que hacen.
-Nat-estiro una mano para buscar la suya-, sí lo saben. Cuando Héctor y su amigo te interrogaban, eran perfectamente conscientes del daño que te estaban haciendo. Y cuando se liaban a hostias en los juicios, o cuando mataron al padre de Lucas y Bruno.
-Pero es que es lo que les han enseñado, desde siempre.
-Y a ti-le digo, con más enfado del que me gustaría-. Natalia, a ti también te entrenaron para tratar así a la gente, te hicieron pensar que los de fuera eran salvajes y aún así nunca te gustó la violencia con la que les interrogaban. Y a Víctor, a Marta, a Javi, e incluso a Manu.
-Ya, pero no sé...
-Nat, escúchame-le hago mirarme cuando me aparta la mirada, agarrando su mentón con suavidad-. Por mucho que les hayan enseñado a ser así, está mal, y se tiene que denunciar. Y que tenga las consecuencias que tenga, pero como mínimo tenemos que hablar de ello e intentar que se haga algo al respecto. Es como... No sé, allí vivíamos en un sistema patriarcal que siempre ha favorecido más a los hombres que a nosotras, ¿no?
-Sí.
-Y si un tío te trataba con superioridad era porque le habían enseñado que tenía esa superioridad sobre ti, por ser hombre. Pero coño, si lo hacía, ¿tú te quedabas callada o le ponías los puntos sobre las íes?
-No soy mucho de callarme con esas cosas-admite, con una sonrisa tímida.
-Ya lo sé que no-sonrío yo también-, pero es lo mismo. Las injusticias tienen que denunciarse cuando se detectan, por mucho que nos hayan enseñado a no verlas injustas. Y lo de allí no solo son injusticias, es maltrato, es tortura física y psicológica, y es un daño enorme a muchísima gente.
-Dicho así se me quitan hasta las dudas.
-Pues es así, aunque te cueste verlo.
-Es que, por muy ridículo que parezca, me siento mal, ¿sabes?-se muerde el labio-. No quiero ser la responsable de arruinarle la vida a alguien que, al fin y al cabo, solo está haciendo lo que le han enseñado a hacer.
-Cariño-la miro con ternura. Casi dos metros de tía, para ahora hacerse tan pequeña y tener un corazón tan puro como para sentirse mal por arruinar a quienes casi le joden la vida a ella para siempre-. Tú no serías la responsable de nada, ¿me oyes? En todo caso lo son ellos, por hacerte lo que te hicieron. ¿Cuánto llevas sin dormir dos noches seguidas del tirón y sin pesadillas? ¿Y tú crees que a ellos les ha importado en algún momento?
-No creo-frunce los labios.
-Yo sé que te cuesta mucho, porque ese corazoncito tuyo es demasiado grande-ruedo sobre mí misma para tumbarme de lado y mirarla a ella-; pero lo último que se merecen es que te vayas a preocupar ahora por lo que les pueda pasar. Todos los que siguen ahí tuvieron su oportunidad, Nat, cuando se descubrió el Refugio y les intentamos convencer de que eran personas normales... Todos podrían haber dado un paso atrás, y algunos lo hicieron, pero los que siguen allí no quisieron. Es cosa suya y únicamente suya, ¿vale?
-Vale-musita, aunque no muy convencida. Me anoto mentalmente encontrar la manera de pedirle a su psicóloga que le saque el tema algún día, porque probablemente a ella se le dé mucho mejor que a mí convencerla de que está haciendo lo correcto.
ESTÁS LEYENDO
Sempiterno || Albalia
Fanfiction"-Nat, ¿tú crees en el destino?-Alba gira su cabeza, apoyada en mis piernas, hacia mí. -¿Y esa pregunta? -No sé. ¿No la contestas? -No sé si en el destino como tal-respondo, arrastrando la manta que cubre su cuerpo hasta su hombro-. Creo que eso es...