-Entonces ha ido todo bien, ¿no?-concluye Víctor tras escucharnos.
-Sí, por ahora sí. Aún no tenemos noticias de fuera, ¿verdad?-David se rasca la nuca con nerviosismo.
-No, pero paciencia. Es un proceso un poco lento.
-Seguro que va todo bien-susurro, aún con la adrenalina recorriendo mi cuerpo.
-Claro que sí. Pero me temo que ahora tenéis que seguir trabajando, chicos. Os llamo con lo que sea, ¿vale?
-De acuerdo-Gonzalo se pone de pie.
-Natalia, salga como salga esto, cuando acabe tu turno ven al Refugio, quiero que veas lo que sucede ahora.Las palabras de mi jefe me despiertan curiosidad, ¿qué sucede ahora? Asiento con la cabeza y me despido para volver a mi puesto de trabajo, que a estas horas ya está en la décima planta de la residencia, dando vueltas alrededor para comprobar que nadie se salta las normas. Una sonrisa se dibuja en mis labios cuando pienso en la ironía rebelde de eso: acabo de sacar a un arrestado de su celda, fingiendo su muerte, he mentido a las autoridades y, acto seguido, me voy a vigilar que nada ni nadie incumpla nuestras leyes. Me podría acostumbrar a esto.
Afortunadamente, para cuando me he incorporado tan solo me quedaban tres horas de trabajo, porque a medida que pasaba el tiempo y la adrenalina abandonaba mi cuerpo, me he introducido en un torbellino de dudas y nudos que me estaban carcomiendo la cabeza. ¿Y si les pillaran y descubrieran que en realidad Nacho estaba vivo? ¿Qué pasaría con nosotros? Podrían matarnos por haber mentido de esa forma, por haber ayudado a quien, a sus ojos, es un salvaje. Víctor tardó cerca de dos horas en llamarme para confirmar que todo había salido bien y que Nacho estaba fuera, seguro. Cuando escuché sus palabras, una sensación que no sabría explicar de felicidad y nervios y satisfacción invadió mi estómago. Lo habíamos conseguido, habíamos salvado la vida de ese hombre, le habíamos sacado de aquí aunque eso significase fingir que estaba muerto, actuar y mentir a quien fuera necesario. Y no le conozco, nunca jamás había cruzado palabra con él, pero la felicidad que me ha causado saber que estaba a salvo es comparable con muy pocas ocasiones. Ahora, después de una hora y cuarto con ese nudo de alegría y adrenalina en la boca de mi estómago, me dirijo al jardín para acceder al exterior y poder ver por fin a qué se refería Víctor cuando ha dicho lo de "lo que sucede ahora". Tengo tanta curiosidad que ni siquiera me importa plantarme allí con el uniforme; ahora que me ha servido realmente para ayudar a uno de ellos, no me siento tan mal por usarlo como me sentí el jueves, cuando Víctor me enseñó todo aquello. Espero con impaciencia a que llegue el ascensor, y cuando se abren las puertas, me encuentro con alguien a quien no esperaba ver.
-Hola, Natalia-saluda, con un gesto de su mano-¿Bajas a cenar?
-Marta-tardo varios segundos en darme cuenta de que tengo que mentirle, no puedo decirle que no voy a cenar porque voy a celebrar con los salvajes que hemos liberado a un arrestado-. En realidad iba a cambiarme de ropa, me muero por quitarme el uniforme este.
-¿No has visto que este ascensor va para abajo?-pregunta, señalando la pantalla que indica que ya estamos en la quinta planta.
-Anda, menudo despiste. No me había dado cuenta.
-Es normal, he escuchado lo que ha pasado hoy. ¿Estás bien?Marta sabe que estos días he estado bastante afectada con lo que pasó en la redada del jueves, y aunque también lo he estado por otros factores externos a esa redada (más o menos externos), eso ella no lo sabe, y está preocupada. Lo noto por cómo me mira cuando hablamos y porque siempre intenta distraerme.
-Bueno, en realidad no mucho.
El ascensor llega por fin a la planta baja, pero miro a mi amiga confundida cuando veo que no hace ademán de bajarse.
-Te acompaño-dice, colocando una mano sobre mi hombro.
-No hace falta, ve a cenar-la apuro mientras el ascensor vuelve a llenarse de gente.
-Que no quiero, tonta-con un gesto decidido, pulsa el número 15 que nos llevará a nuestra habitación, y termina de rodearme con firmeza.
ESTÁS LEYENDO
Sempiterno || Albalia
Fanfiction"-Nat, ¿tú crees en el destino?-Alba gira su cabeza, apoyada en mis piernas, hacia mí. -¿Y esa pregunta? -No sé. ¿No la contestas? -No sé si en el destino como tal-respondo, arrastrando la manta que cubre su cuerpo hasta su hombro-. Creo que eso es...