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Ya hace cinco días desde que trajimos a Natalia a Barcelona, pero yo sigo sin atreverme a hacerle una visita. He pasado bastantes horas en el hospital intentando coger valor y entrar a la habitación, pero no lo he conseguido, así que simplemente merodeo por allí o paso el tiempo en la sala de espera para no tener que alejarme mucho de ahí, porque aunque no esté viéndola al menos siento que estoy cerca.
Elena lo está llevando regular, pero mejor de lo que yo creía que lo haría. Es increíble lo fuerte y madura que es para los quince años que tiene, aunque luego me pide que duerma con ella y se me abraza con fuerza durante toda la noche y la veo pequeñísima, frágil.

Aprovechando el programa de reinserción en el que nos asignaban un puesto de trabajo, a Sonia la contrataron en el hospital para que así trabajase con Nat, así que todas las noches hablo con ella para que me cuente cómo ha pasado el día. Dice que está mejor, más tranquila, porque ahora escucha y, aunque se le olvida a veces, está empezando a comprender lo que le ha pasado. Aún no le han explicado lo de Barcelona ni la dictadura porque, a su parecer, ella sigue viviendo en la Residencia de Madrid como hace un año y medio, que es el periodo de tiempo al que ha afectado la amnesia. Explicarle ahora en estas condiciones de desorientación todo esto solo conseguiría que empeorase su estado, así que vamos a esperar por ahora.

-Llevamos dos horas buscándote, hija de perra-la voz de María a mis espaldas hace que dé un bote sobre mí misma.
-Si no fuera porque te quiero mucho te agarraba de los pelos y te arrastraba, que lo sepas-me giro para ver a Julia señalándome con un dedo acusador.
-Me apetecía desconectar un ratito-me justifico.
-Coño, tú desconecta lo que quieras, pero avisa o coge el teléfono que nos tenías al borde de un ataque de nervios-María se sienta a mi lado y me abraza con fuerza mientras me regaña.
-Sigo flipando con esto-dice Julia, también acoplándose a mi lado y señalando el mar con la barbilla-. Es impresionante.
-Es enorme-asiento, de acuerdo con ella, con la vista fija en el romper de las olas en la orilla.
-Que conste que mi intención era andarme con rodeos para sacarte información, pero nos has asustado tanto que voy a ir directa al grano-me dice María-. ¿Cómo estás?
-Te he dicho mil veces que no estoy mal, Mari-resoplo.
-No, perdona, me has evitado el tema mil veces, que no es lo mismo.
-Es que, ¿qué quieres que te diga? ¿Que echo muchísimo de menos a mi novia, que está en una cama de hospital y grita si me acerco a ella porque no tiene ni idea de quién soy y unos enfermos le han dado tal paliza que le tiene pánico a la gente que no conoce? ¿Te digo que estoy a punto de arrancarme el pelo a tirones porque no aguanto más el acojone que me da ir a verla? ¿O te digo que me había imaginado miles de veces que lo de mis padres era todo mentira y que iba a encontrarlos y ser feliz con ellos y ahora que me entero de que de verdad están vivos no sé cómo estar con ellos y no siento ni que sean mis padres?
-Pues puedes empezar por ahí, sí-dice Julia-. Marta dice que Natalia está mucho más tranquila que el otro día, y que esta mañana ha preguntado por ti.
-¿Por mí?-noto que me da un vuelco el corazón y giro la mirada hacia ella en cuestión de medio segundo- ¿Por qué por mí?
-Se ve que se acordaba de cuando entraste el otro día y ahora que le han explicado mejor lo de la amnesia y está en proceso de asumirlo quería saber quién eres.
-Vaya, que la chavala no ha perdido la vista y le sigue dando palmas el chichi al verte.
-¡Julia!-regaño a mi amiga, aunque no puedo evitar reírme un poco por lo burra que es-. Por eso se puso a gritar que me fuera cuando me acerqué un paso, ¿verdad?
-Coño, pues a ver si va a ser por eso-se ríe María-. Entró en pánico al ver lo nerviosita que le puso verte y se nos alteró la muchacha.
-¡Claro!-exclama Julia-. Se le cayó la baba al ver a una mujer tan despampanante con ese culazo y esos ojos y dijo "coño, esto qué es".
-Sois idiotas-me río un poco, dándoles un codazo a cada una.
-Nos adoras.
-No sé si sois las mejores o las peores amigas, así os lo digo.
-Obviamente las mejores-sentencia Julia.
-No, pero ahora en serio, deberías probar a volver. Yo estuve ayer, ¿sabes?
-¿Y cómo la viste?-con esto de evitar que me pregunten cómo estoy, también estoy intentando evitar su presencia, y que Elena me pida que duerma con ella me facilita las cosas.
-Pues tenía la cara menos hinchada que el lunes, y estaba tranquila. Entré con Javi y le estuvimos explicando que está en el hospital y que, aunque no me recuerde, me conoce. Y no reaccionó demasiado mal, ¿eh? Incluso bromeó un poco, lo de ser una payasa no lo ha perdido.

Sempiterno || AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora