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-¿Qué? ¿Cómo te tratan por aquí?

Desde que llegaron al Refugio hace una semana, he visto a Elena un par de días porque no he podido bajar mucho. Hoy habíamos quedado en cenar todos como el otro día, cuando la redada de urgencia nos interrumpió, y me he cruzado a la joven de camino al comedor.

-Bastante bien, la verdad. Esto es una pasada-comenta con emoción-. ¿Sabes que podemos comer lo que queramos?
-Claro-le sonrío, con ternura. Sus ojos claros brillan con una ilusión difícil de describir con palabras-. Todo lo que queramos y más. Oye, pero hay que ayudar también, ¿eh?
-Sí, sí. Ali, su hermano y yo estuvimos ayer con los más pequeños. Son un poco traviesos pero un amor.
-Sí, sí que lo son-le sonrío-¿Entonces te gusta este sitio?
-Me encanta. Es el mejor sitio en el que he vivido nunca.
-Entonces esperemos que te quedes aquí mucho tiempo más-y lo espero de verdad-. Bueno, me voy que me están esperando.

Me despido con un abrazo que ella misma comienza, y no puedo evitar sonreír. Es una persona muy carismática y alegre, y mira que tiene la edad perfecta para andar quejándose por todo lo que sucede a su alrededor. No sé bien si las circunstancias la han hecho así o si, si hubiese nacido en la Residencia, sería una persona muy distinta. En cualquier caso, es como un golpe de aire fresco por aquí, y desde el primer día pareció confiar en mí, así que siento la pequeña responsabilidad de demostrarle que no se equivocó al hacerlo.

-¡Morenaza!-la voz de Marta interrumpe mis pensamientos, haciendo que fije la vista en una mesa a mi izquierda, en la que ya están ella y Alba sentadas. Cuando me acerco, le da un codazo a la rubia-. Mírala, en manga corta para lucir tatuaje. ¡Quién la ha visto y quién la ve!
-¿No se te pasa por la cabeza que llevo manga corta porque estamos en agosto a casi 40°C?-camino hacia ellas mientras hablo, con la sonrisa dibujada en mis labios.
-Ya, es solo eso.
-Bueno, igual un poquito orgullosa del trabajo de Alba sí estoy. Pero no se lo digas, no quiero que se lo crea demasiado.

Mi comentario hace que me lleve un puñetazo en el hombro por parte de la aludida, a quien me había acercado a saludar.

-Pero qué graciosa eres, ¿no?-achina los ojos, fingiendo ofensa de más.
-Pues mucho, ¿eh?
-Mucho, ¿no?
-Pues sí, bastante-le doy un beso rápido a modo de saludo, y de intento de distracción.
-Bastante, ya.
-¿Algún problema?-me siento en la silla contigua a la suya, sujetando su mirada mientras alza las manos hasta mis mejillas, aunque sin llegar a rozarlas siquiera.
-¿Algún problema? Que menos mal, menos mal que tienes esta cara, porque si no...
-Equipo de rescate de sujetavelas en acción, hemos acudido a la llamada de emergencia para sacar a Marta de esta situación tan horrible que le está tocando vivir-la voz de María hace que me dé cuenta de que se me había olvidado dónde estaba, e incluso que había más gente, mientras Alba acariciaba mis mejillas riéndose con los ojos muy abiertos. Carraspeo y me sonrojo, a sabiendas de que esto se va a convertir en una lluvia de mofas que durará demasiado.
-¡Menos mal que habéis llegado!-vocifera Marta-. No aguantaba más el tonteo de estas dos.
-Yo les he traído un par de baberos-interviene Javi, a quien acuso de traidor con la mirada pues no me esperaba que se uniera a su bando.
-Bueno, ya está bien, ¿no?
-¡Ja! No sabes lo que te espera, rubia de bote-se burla María, que se ha sentado frente a mí.
-Perdona, ¿rubia de bote yo? ¿Y lo tuyo que es?
-Lo mío de bote también, pero yo lo llevo con orgullo-se golpea el pecho con el puño cerrado-. Las mentiras p'alante.
-¿Verdad, Natalia?-dice Marta, haciendo que las dos rubias de la mesa se giren hacia mí.
-Exacto, los tintes con dignidad.
-¡No jodas!-dice Alba, abriendo Nick los ojos-¿Pero tu pelo de qué color es?
-Rubio. Bueno, castaño. Pero de pequeña era rubia.
-¡Hostia, menudo giro de los acontecimientos!-dice María, riéndose-. Eso sí que no me lo esperaba.
-Mis raíces son más fáciles de disimular-le guiño un ojo, señalando el tono castaño que asoma por el crecimiento de su cabello.
-Alba, no me gustan las confianzas que está cogiendo esta persona.
-Claro, porque tú has tenido un problema con los pudores..., ¿desde cuándo exactamente?
-Que te den. ¿Vamos a por comida?
-Por favor y gracias-dice Marta, saltando de su silla-. Necesito llevarme algo al estómago.

Sempiterno || AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora