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-Bueno, y ahora que hemos conocido a nuestra nuera, digo yo que nos dejarás hacerte visitas por casa más a menudo, ¿no?-dice mi madre-. ¿O es que vives en una leonera y no quieres que lo veamos? Porque como sigas siendo tan ordenada como hace diez años, yo de verdad que no sé cómo puede vivir ahí la pobre Queen.
-Queen vive perfectamente, mamá, he madurado y aprendido a ser mínimamente ordenada.
-¿Eso es verdad?-levanta una ceja con desconfianza hacia Natalia, que niega lentamente con cara de circunstancias.
-¡Oye, cerda!-le doy con el cojín que tengo en las manos, provocándole una carcajada.
-Hija, haz el favor de tener cuidado, que le vas a volver a desgraciar la cabeza-la defiende mi madre.

Después del interrogatorio inicial un tanto tenso, la verdad es que la comida ha ido genial. Natalia está mucho más tranquila que cuando llegamos, más relajada, y parece que se ha llevado genial con sus suegros. Sobre todo con la Rafi, que no ha dudado en buscar una alianza en ella para meterse conmigo. A veces no sé si tengo una madre o una hermana pequeña, la verdad.

-Déjate de cabezas desgraciadas, haz el favor-dice mi padre, terminándose de un sorbo el café que le quedaba en la taza.
-Sí, por favor-asiento yo-. No quiero saber más de cerebros atrofiados hasta que nos pongamos manos a la obra con la denuncia y no me quede más remedio.
-¿Vas a denunciar, entonces?-le pregunta mi madre.
-Sí-suspira ella-. El lunes he quedado con Mamen, que se ofreció a ayudar si decidía hacerlo. No sé muy bien cómo funcionará eso ni si servirá para algo pero... No sé, siento la necesidad de hacerlo.
-Me parece muy valiente-mi madre le coge la mano desde donde está, y veo en su mirada que lo dice en serio-. Por poco que sirva, alguien tenía que empezar con esto, ¿no? Es que si solo consiguiéramos que centrasen algo de su atención en lo que pasa allí, eso ya sería un gran paso.
-Lo que sería un gran paso es que se cargaran a todos los hijos de puta que tienen a medio país engañado-murmuro yo con enfado.
-No, pero tu madre tiene razón-interviene mi padre-. Hay que empezar por algo. Y es muy valiente por tu parte dar el paso, dadas las circunstancias.
-Gracias-se sonroja Nat, sonriendo tímidamente.
-Oye, nosotras nos vamos a ir yendo-informo, tras ver en el reloj de mi móvil que son casi las seis y media de la tarde.
-¿Tan pronto?
-¿Pronto?-me río-. Mamá, te hemos invadido la casa durante más de cuatro horas. Y tengo que hacer algo de compra antes de ir a casa, que me estoy quedando sin huevos.
-Ay, espérate, si te tengo preparados unos tuppers. No te faltará comida, ¿no? A saber lo que comes tú, Alba, que nunca te llegamos a enseñar a cocinar-relata de camino a la cocina. No tarda ni un minuto en salir con una montaña de tuppers del tamaño de su torso.
-¡Mamá!-exclamo, con el ceño fruncido-. ¿Estás loca?
-No ha cambiado ni un poco-le dice mi padre por lo bajo a Natalia, que también está un poco alucinada con la cantidad de comida que pretende mi madre que me lleve-. No sabes lo que era cuando Alba iba a pasar dos días sin poder venir al refugio, le preparaba una maleta que ni que se fuera a mudar para siempre.
-Miguel Ángel, deja de meterte contigo que te estoy oyendo.

Tras un rato de insistencias para que me lleve todo eso por parte de mi madre, y para que se quede ella con la mitad de mi parte; acabo cediendo porque es obvio que no voy a conseguir nada. Nos despedimos de ellos cargando con la bolsa que ha llenado mi madre de estas cajitas para comida tan prácticas, y salimos rumbo al súper. En realidad no me hacen tanta falta esos huevos, pero conozco a Natalia y no quería que se abrumase pasando tanto tiempo ahí metida.

Durante el trayecto no hablamos mucho, ni siquiera sobre la comida con mis padres, porque de nuevo se instaura en nosotras esa tensión por estar en público y no saber cómo comportarnos. Es curioso porque, por mucho que me hayan dicho que aquí no hay problema, cada vez que me acerco a Natalia un poco más de lo socialmente aceptado para dos amigas me empiezo a poner nerviosa y un martilleo desagradable se apodera de mi pecho, y acabo alejándome de nuevo.

Sempiterno || AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora