Martes | 18:08

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18.02.20

[Martes | 18:08]

Como cada martes por la tarde Alba salía de sus clases de pintura en la academia de arte. Pero en lugar de irse corriendo directamente a casa, esperó un poco a ver si conseguía volver a coincidir con Natalia. No quería que pareciese que la estaba esperando a ella, así que lo único que hizo fue recoger sus materiales más lento de lo normal, caminar muy lento por los pasillos y hacerse la remolona en el recibidor de la academia comprando una chocolatina en la máquina expendedora y mirándo el móvil.

Se cansó de fingir que estaba ocupada, así que se resignó a pensar que Natalia no había venido o que ya se había ido y decidió salir de la academia cuando escuchó que una voz familiar la llamaba.

—¡Ey! ¡Alba! ¡Espérame! —la llamó Natalia—.

—Hola, Natalia —la saludó Alba con una sonrisa al verla—.

—¿Me estabas esperando?

—¿Qué? ¡No! —contestó rápidamente con el rostro enrojecido al ver que la había pillado—.

—Las otras veces te has ido más pronto.

—Me he quedado hablando con la profe. No te creas el centro del mundo —se justificó sin querer darle la razón—.

—Jo... Pues yo te esperaría —le confesó con sinceridad—. ¿Volvemos juntas caminando?

—Vale.

Comenzaron a caminar juntas en silencio el mismo recorrido que hacían cada martes y jueves hasta que Natalia decidió romper el hielo.

—¿Te has pensado ya si quedamos para estudiar?

—El viernes en clase te digo —se hizo la interesante—.

—¿Me vas a dejar en ascuas toda la semana? ¿Te importa si me enciendo un piti? —le preguntó sacando uno de los cigarrillos de liar que tenía preparado—.

—Mientras no me eches el humo en toda la cara, adelante. Y sí. Te voy a dejar en ascuas toda la semana.

—Qué cruel. ¿Tú no fumas? —preguntó mientras trataba de encender el cigarro con el mechero—.

—No.

—¿Ni has probado a darle una calada? —le preguntó sorprendida—.

—Ni si quiera eso, no —negó con la cabeza—.

—Ahora me vas a decir que tampoco bebes ni follas, ¿no?

—Pues no, casi no bebo. Y lo de follar...

—A ver si adivino, ¿virgen hasta el matrimonio?

—¡No tía! —exclamó—. No me gusta nada el concepto de "virginidad". Si te refieres a si lo he hecho con otras personas, sí que lo he hecho, varias. Pero ahora no estoy con nadie —contestó encogiéndose de hombros—.

—Ah bueno, qué sorpresa, una sex machine, eso sí que no me lo esperaba —la picó soltando el humo hacia un lado para no molestarla—.

—¡Oye! ¡Que tampoco es eso! ¿Y tú qué? —le rebatió—.

—¿Yo qué de qué? Yo me quedo aquí, en el parque —la cortó para esquivar su pregunta—. Nos vemos el jueves otra vez, cuando salgas de tu clase. Espérame si no he salido —terminó por sugerirle con una sonrisa, haciéndole saber que la había pillado—.

—Ya, pesada. Chao.

Alba continuó su camino pensativa tras despedirse de Natalia.

Y así se va la tía sin más. Después de hablar de sexo.

¿Y qué hará todos los días en el parque?

Siempre se queda ahí.

Y la muy cabrona me ha pillado. Yo, la reina del disimulo...

SKAM AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora