Martes | 18:06

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14.04.20

[Martes | 18:06]

Alba esperaba en la entrada de la academia de arte a que Natalia saliese de sus clases de baile. Hoy estaba especialmente emocionada porque le iba a dar el número que podría darle por fin trabajo a su madre y resolver los problemas económicos de su familia que tanto le preocupaban.

—¡Hola! ¿Qué tal la clase de baile? —la saludó con un pico, como empezaba a ser costumbre entre ellas—.

—Genial. He aprendido pasos nuevos. Los prácticamos luego en tu casa si quieres.

—¿Vas a bailar para mí? —le preguntó con sugerencia—.

—Mejor aún. Te voy a enseñar para que luego tú bailes para mí.

—Si al final vas a ser lista y todo —rio—. Oye, tengo algo para ti. Bueno, no exactamente para ti. Es para tu madre.

—Si a tu suegra ya la tienes en el bolsillo, no necesitas sobornarla con regalos.

—Idiota. Toma —le ofreció el papel con el número escrito—.

—¿Un número de teléfono? No entiendo —frunció el entrecejo confundida—.

—Mi madre ha investigado un poquito en su edificio de oficinas. Una de las empresas de allí está buscando gente nueva. Tu madre puede llamar a ese número y decir que va de parte de la Rafi y puede que allí consiga trabajo.

—¿Un enchufe? —el semblante de Natalia, al contrario de lo que pensaba Alba, era serio. Casi de enfado—.

—Bueno... Más que un enchufe es un empujoncito.

—No, de empujoncito nada. Es un enchufe. Alba, he dicho mil veces que odio los enchufes.

—¿Por qué?

—Porque hay mucha gente con talento que se queda sin trabajo porque hayan enchufado al niño mimado de turno. No voy a aceptarlo.

—Pero llevas todo el mes quejándote de que tu madre necesita trabajo. Y aquí lo tienes, es una oportunidad más.

—Que no. Mi madre ya encontrará un trabajo por sus propios medios. No necesita enchufes.

—Pero no es ningún enchufe, es una ayuda.

—No. No hay más que hablar. ¿Te crees que puedes llegar aquí con tu familia de bien y resolver todos los problemas de la mía como si fueses una hermanita de la caridad? Pues no.

—¿De qué hablas? —esas palabras le dolieron un poquito a Alba. Ella solo trataba de ayudar y no estaba entendiendo la actitud de la morena. ¿Desde cuándo tiene tanto orgullo?—. No te entiendo. Mira, quédate con el número y haz lo que te de la gana con él. Me voy a mi casa.

—No te hagas la enfadada conmigo. Soy yo la que está enfadada.

—Pues tu actitud me enfada a mí también. Adiós.

Alba se fue de allí enfadada. Dejando en el sitio a Natalia, que estaba más enfadada aún que la rubia. Lo de los enchufes a Natalia le caían como una patada en el culo. En su casa los habían criticado desde que era pequeña, no iba a dar su brazo a torcer en ese tema. Le fastidiaba un poco también que fuese Alba, que venía de una familia con dinero, que nunca se habían tenido que preocupar por llegar a fin de mes, la que llegase como "salvadora" para resolver los problemas de su familia.

Odio los putos enchufes.

No le voy a dar el número.

SKAM AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora