Lunes | 19:23

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11.05.20

[Lunes | 19:23]

Natalia se pasó la tarde del lunes en casa de Alba con la excusa de estudiar juntas para el examen final de Historia del Arte, asignatura que comparten. Aunque la realidad era que tenía ganas de pasar tiempo con ella, la semana pasada apenas pudo. También era cierto que se distraía hasta con las motas de polvo que veía flotando y estaba estudiando más bien poco.

Ahora estaba en la cama con Alba recostada boca arriba sobre las piernas de su novia con el móvil en la mano sin prestar atención a lo que le decía Alba.

—Vale, vamos con la arquitectura. ¿Cuánto mide la cúpula de Santa María del Fiore de Brunelleschi? —esperó Alba unos segundos la respuesta de la morena que no llegaba—. ¿Nat?

—¿Qué? —separó la vista de su móvil—.

—¿Qué haces tanto con el móvil? —se quejó Alba—. Te acabo de preguntar y no me estás escuchando.

—Ayyyy, la culpa es de Alicia que me distrae.

—Llevas media tarde hablando con Alicia —le dijo molesta—. Para eso estudio yo sola, Nat.

—Vaaaale, tienes razón, perdón. Un minuto, le termino de hablar y te prometo que no miro más el móvil.

Alba empezaba a notar un poquito el resquemor de los celos incrustándose en su pecho. Siempre que estaban juntas Natalia a penas tocaba el móvil. Y si lo hacía era para enseñarle algo a ella. Además, Natalia le había enseñado una foto de la chica, y no pido evitar sentirse un poco insegura e inferior al ver que la chica era mayor y de un atractivo envidiable y que Natalia parecía haberse encariñado mucho con ella.

¿Son eso celos, Alba? Relájate, Natalia no te ha dado ningún motivo para desconfiar —pensó Alba intentando autoconvencerse y quitarse esos pensamientos de la cabeza—.

—Es que me va a invitar a ver su grupo de baile —le comentó Natalia emocionada dejando el móvil sobre la cama lejos de su alcanze para no mirarlo más—. Ellos han bailado en varios eventos.

—Qué guay —musitó fingiendo que aquello le ilusionaba—.

—Voy al baño y nos ponemos con la arquitectura, ¿vale? —le prometió antes de levantarse dándole un breve pico en los labios—.

Según salió Natalia por la puerta la pantalla de su móvil se volvió a iluminar ante la llegada de un mensaje nuevo de Alicia. A la rubia le picó demasiado la curiosidad. En tres segundos se planteó unas 15 veces si mirar o no el móvil. Pero le pudo la curiosidad y se lanzó al móvil a ver los últimos mensajes que aparecían en la pantalla de bloqueo. Aunque poco pudo leer más allá de un "Te dejo estudiar, empollona". Chistó frustrada por estar cotilleándole los mensajes a su novia. No le gustaba un pelo sentirse así sin razón alguna.

Aún con el móvil en sus manos llegó el mensaje de un tal Mikel que le decía "Quiero el dinero para el jueves". Alba frunció el ceño al leer aquel mensaje.

¿Quién le está pidiendo dinero y por qué?

Cuando escuchó que Natalia salía del baño, apagó la pantalla de su móvil y trató de olvidarse de los mensajes que había leído. Era consciente de que estaba mal cotillearle el móvil a su novia sin su permiso.

—Oye, me acabo de acordar —dijo Natalia al entrar de nuevo a la habitación—. María me ha dicho de salir de fiesta a un local este finde, quiere que vengan tus amigas también. Y ahora que tu madre no te pone pegas para salir... ¿quieres venir? Así celebras que entras en la escuela de arte —trató de animarla—.

—Para eso primero tendré que aprobar. Pero me apunto. Luego le digo a las demás.

—¡Bien! —puso una pose victoriosa ilusionada—. ¿Seguimos con arquitectura?

—Espera. Yo también me he acordado de algo.

—Dime.

—Sabes que mi hermana te había contado que su novio tenía problemas ahí abajo, ¿verdad?

—Sí, me acuerdo.

—Vale, pues para resolver su "problema" —hizo el gesto de las comillas con sus dedos—. se tomó una pastilla azul de esas.

—¿En serio? —abrió los ojos Natalia sorprendida por la noticia—. ¿Cómo la consiguió?

—Esa es la cuestión. Me ha dicho que se la ha vendido un tal Santi de su instituto —Natalia se quedó blanca al escuchar el nombre de su hermano—. No quiero acusar a tu hermano, pero están en el mismo instituto y tienen la misma edad...

—¿No me jodas...? —Natalia empezaba a encajar las piezas del puzle en su cabeza. Pensaba que cuando Mikel le decía que Santi se estaba juntando con su gente se estaba marcando un farol. Pero la rubia le acababa de desvelar que no era así—.

—No te lo he dicho antes porque tenías todo lo del videoclip y no quería ponerte más nerviosa.

—Lo mato —se apretó el puente de la nariz con sus dedos—. Es que lo mato. Me va a oír bien.

—Igual no es el mismo Santi, Nat —trató de tranquilizarla—. Solo lo digo para que le eches un ojo por si acaso.

—Seguro que es él, Alba. Se le va la pinza. Gracias por decírmelo. Me voy a cantarle las cuarenta. Seguimos estudiando otro día, ¿vale?


SKAM AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora