Sábado | 21:45

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23.05.20

[Sábado | 21:45]

Empezó la fiesta. A las nueve de la noche  empezaron a llegar todos sus compañeros. Contra todo pronóstico parecía que por un día todos se llevaban bien con todos. Las chicas hablaban incluso con compañeros de clase con los que nunca habían cruzado ni un "buenos días", y hasta el más tímido se atrevía a bailar y cantar hasta la afonía las canciones que Pablo pinchaba desde la cabina del DJ.

—Observad mi imperio —gritó Julia lo suficiente para que se le escuchase por encima de la música—. María, algún día todo esto será tuyo.

—Haré honra a tu imperio —María se arrodilló haciendo una alabanza con el vaso en su mano—.

—Flipada —carcajeó Alba—.

—Venga ya, me vas a negar que me ha quedado una fiesta de 10.

—Tengo que reconocer que sí.

—Y Pablo al final no pincha tan mal.

—Ves. Que poca confianza.

—Me quedaría aquí sentada toda la noche a observar el comportamiento de todos —empezó a decir Sabela—. Mira, aquellos de allá van ya como una cuba, y la chica rubia les está haciendo de mamá. Aquella parejita de allí está haciendo cola para morrearse en el baño. Y mira al tímido de la clase, esta noche no hay quién lo pare. Os apuesto veinte euros a que acaba subiéndose a la barra.

—MIRA, MIRA —llamó María la atención de todas— MIGUEL. EL DE CIENCIAS. QUE SE ACABA DE METER CON OTRO TÍO EN EL BAÑO. Esto es una victoria para el colectivo. Que está to' buenorro.

—¡Eh, Eh! ¡Esta canción! —gritó Marta para que todas cantasen con ella— ¡Hoy quiero que la noche salga PA' ROMPERLA!

Alba se apartó un momento del grupo para poder hablar con Natalia unos segundos.

—¿Sigues nerviosa? —se le acercó al oído para que la escuchase sin tener que gritar—.

—Me estoy cagando encima.

—Te cagas, ¿eh...? —la rubia la miró con una sonrisa pícara—. Pues vamos al baño.

Alba la agarró del brazo y empezó a tirar de ella entre la multitud en dirección a los baños.

—Alba, que era un decir. Que no me hago caca.

—Shhhh, tú hazme caso y vamos al baño. Te voy a quitar esos nervios.

Alba le guiñó un ojo y Natalia se puso del color de los tomates. Una cosa era enrollarse en los baños del insti cuando estaban vacíos. Pero hacerlos en el baño de una discoteca rodadas de mil personas la ponía aún más de los nervios.

Tuvieron suerte y no había mucha cola justo cuando fueron ellas. Una vez dentro de la sala de los baños, Alba tiró del brazo de Natalia y se encerró con ella en unos de los cubículos. La aprisionó contra la puerta y se lanzó a sus labios para besarlos y morderlos sin parar. Y Natalia pensaba que estar rodeada de gente la iba a poner nerviosa, pero una vez y sintió los labios de la rubia contra los suyos, se olvidó del mundo y se dejó llevar.

—El pintalabios a la mierda —dijo la más alta recuperando oxígeno—.

—Luego te lo repaso. Pero primero te voy a dar un repaso a ti.

—Si no te lo doy yo a ti primero.

Natalia sin timidez ninguna llevó las manos al culo de la rubia para manosear a su antojo sobre el fino pantalón que se había puesto. En respuesta, Alba no pudo evitar llevar sus dientes al cuello y morderlo justo donde sabía que le gustaba cada vez que la morena apretaba con sus manos. Desabrochó los botones de la blusa de Natalia con cuidado de no romperla con el frenetismo del momento y en aquella posición un tanto incómoda apartó la tela del sujetador para darle la atención que necesitaba a sus pechos, dejando a la morena con los ojos en blanco.

Con un pezón en su boca, Alba escuchaba el rumor de la gente quejándose de que tardaban mucho en el baño, así que fue directo a su objetivo final. Bajó la cremallera del pantalón vaquero y sin dejar de mirarla coló una mano por sus bragas.

—Hija de perra, pero si tienes aquí el océano entre tus piernas. Si no hemos estado ni cinco minutos.

—Llevo así media noche. ¿Te crees que es fácil concentrarse con esos pantalones tan ceñidos que llevas?

—Luego me los quitas si quieres.

Y con esas últimas palabras Alba empezó a mover sus dedos en círculos y de arriba abajo sin parar hasta ver que su chica ponía esa cara que ya bien conocía que le indicaba que ya estaba a punto. Deslizó dos de sus dedos por su entrada con facilidad y embistió con ellos hasta dejar a la morena extasiada.

—Joder, Alba... —resopló todo el aire que se había guardado para no hacer ruido mientras la rubia cogía papel para limpiarle las pruebas de lo que había pasado—.

—Vamos, campeona que la gente quiere mear —le subió la cremallera del pantallón y empezó a abrocharle los botones de su blusa—.

—Espera, ¿y tú?

—Esto solo era para calmarte los nervios. Mi parte ya me la das luego en casa.

—No, valeeee. Te vas a quedar con el calentón toda la noche.

—Espero que merezca la pena. Tengo las expectativas altas.

Le guiñó un ojo y salieron del baño reconocándose la ropa y arreglándose el pelo con una sonrisa pícara en los labios bajo la atenta mirada de sus compañeros de clase que entraban también al baño. Pero poco les importaba que las viesen así. Mañana ya no volverían a verles las caras y al final todos iban al baño a lo mismo que ellas. Pobrecitos los que estuviesen en cola para hacer pis de verdad.

—¿Más tranquila? —le preguntó mientras se lavaba las manos—.

—Ni 10 tilas me habrían relajado tanto.

—Pues date prisa que te toca subir al escenario en nada.

—¿Ya? —se alarmó—. ¡Me voy! En primera fila te quiero ver.

—Que síiiii. Suerte.

Al salir del baño se encontró de frente con María, que la estaba buscando para ir hasta el escenario.

—Cabrona, por fin te encuentro. Te toca ir ya para el escenario.

—Perdón, perdón. Me he despistado.

—Sí, sí... "Despistado". Tienes una cara de haber echado el polvo del siglo.

—Ay, calla.

—Quién me iba a decir a mí que mi niña tímida al final iba a follar más que yo.

SKAM AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora