Sábado | 19:37

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23.05.20

[Sábado | 19:37]

María y Alba estaban en casa de Natalia poniéndose a punto para la fiesta de fin de curso. Estaban ya vestidas, Natalia con su ya hsbitual vaquero negro y botas militares junto a una blusa de estampado floral, y Alba con un pantalón negro de tela ceñido al cuerpo con un top blanco. Solo les quedaba el maquillaje que, como parecís que se iba a volver costumbre, era Alba la que se encargaba de hacérselo al resto.

—Estoy de los nerviooooooosss —gritó Natalia sin parar de mover la pierna arriba y abajo frenéticamente—.

—¡Naaaat! —se quejó Alba agarrándole la cara con el pintalabios en la mano—. Éstate quieta. Te voy a dejar los labios como Carmen de Mairena si no paras de moverte.

—Oye, después voy yo, ¿eh? —advirtió María, que también quería que la maquillase a ella—.

—Que síiiii. —Alba terminó de repasar, como pudo, los labios de su novia—. Listo. Levántate, Nat. Te toca, María.

Alba continuó maquillando a conciencia a María mientras Natalia no paraba de dar vueltas por el estreño baño sin dejar de mirar el móvil.

—Me mueroooo —volvió a bufar la morena—.

—¿Pero qué la pasa?

—Que está nervios porque luego va a tocar —le aclaró Alba—.

—Pero si ya lo has hecho —trató de tranquilizar a su amiga—. Esto es pan comido. Además, si va a estar todo dios mamado o haciendo cola para darse el lote en el baño. Si te equivocas no se van a fijar.

—Yaaaaa... —suspiró—. Pero hoy es diferente.

—¿Porque tienes que tocar delante del insti? —preguntó Alba sin dejar de maquillar, que sabía que para ella eso sería imposible hace un par de meses cuando empezaron a hablar porque no quería que los demás viesen su lado sensible y se cayese esa coraza de chica dura que aparentaba—.

—También. Pero no solo eso.

—¿Entonces?

—Es un secreto.

—Y dale con los secretos —bufó molesta Alba—. Y aún no me has contado ninguno de los secretos oscuros que me dijiste hace tiempo.

—Ni nunca lo sabrás.

—Yo también me quiero enterar de esos secretos, ¿eh? —se metió en la conversación María—.

—Alguno lo sabes —rio—.

—Que fuerte me parece que la Mari los sepa y a mí no me cuentes ni uno.

—Eh, que yo la conozco desde que éramos dos piojos. Me lo he ganado.

—¿Y Marta? —miró de nuevo la pantalla de su móvil—. ¿Por qué no llega? No me responde.

—Ya sabes que siempre llega tarde.

—¿Y si le ha pasado algo? ¿Y si le ha atropellado un coche?

—Ven pa'ca —Alba la cogió de las mejillas, la acercó a ella y le dio un morreo para que parase de estar nerviosa—. Para que te relajes un rato.

Natalia, que no se esperaba aquella reacción, se quedó parada en el sitio con una sonrisa bobalicona. Pero no se vio venir a la otra rubia en la sala.

—Ven aquí, yo también —María se acercó a ella y repitió exactamente lo mismo que Alba y le plantó un morreo del que la morena trató de zafarse—.

—Marijfjfkdak. Quitaaaaaaa —forcejeaba mientras María le sujetaba los brazos—.

—Que fuerte me parece que no aceptes un beso de mí, con todo lo que hemos compartido —se hizo la ofendida—.

—Naaaaaat —la llamó su hermana—. Está Marta en la puerta.

Salieron las tres de la casa con sus riñoneras para recibir a Marta y marchar hacia el local.

—¡Tenía que haber venido yo también para que me hicieses ese maquillaje! Qué guapas, bandías.

—Tú también vas guapísima, Marta —la cumplimentó Alba—

—¡Vamos! —las apuró María—. Hay que irse ya que Julia y Sabela están esperando por nosotras.

Natalia dejó que Alba y María echasen a andar para poder hablar con Marta a solas un segundo.

—¿Lo tienes? —le susurró la más alta—.

—Lo tengo. Que poca fe tienes en mí.

—Dámelo.

—No, no. Te lo guardo yo que con los nervios que tienes lo pierdes.

—Gracias, Marta —Natalia giró la cara de Mara hacia ella y le dejó un pico en los labios de agradecimiento—.

—¡Cabrona! A ella sí y a mí no —se quejó María al darse la vuelta y ver la escenita—.

Así, entre risas y nervios, se dirigieron al local con ganas de fiesta.


SKAM AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora