Viernes | 19:24

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15.05.20

[Viernes | 19:24]

Alba estaba tirada en su cama, ahogando la cara en la almohada, con el ánimo bastante bajo. Se había pasado media tarde en la que iba a ser su futura escuela de arte haciendo su elitista prueba de acceso.

Pero, con todo su pesar, no pasó las pruebas. Agradeció por lo menos que se lo dijesen el mismo día y no tener que esperar una semana o un mes para saber los resultados.

Se había ilusionado tanto con estudiar en esa escuela que se había quedado destrozada. Había contemplado la posibilidad de que no la aceptasen y había tratado de no hacerse ilusiones, pero cuando le dieron el "no" y lo vio tan real, se derrumbó.

Había llegado a casa y lo primero que hizo fue meterse en la cama a pesar de ser viernes. Echó un vistazo a su móvil y tenía un par de mensajes de Natalia que había leído pero no le apetecía contestar.

Macarrilla
Albi suerte en ls pruebas!

T los vas a comer

Avisame cuando salgas

He quedado pro saco unos minutos para hablar contigo

Besos

Aun no has salido?

Como ha ido?

Albaaaaaa q m desesperoooo

Contstame porfaaaaa

Le había clavado el visto porque no estaba de humor para hablar. Pero también pensaba que no merecía dejarla preocupada desapareciendo sin contestarle a ningún mensaje. Así que se decidió a dedicarle un minuto.

Alba
No me han cogido, Nat

Estoy de bajona no me apetece mucho hablar

Ya te contare

Pasatelo bien

A

unos pocos kilómetros de allí Natalia estaba poniéndose su chaqueta a punto de salir por la puerta de su casa. Había quedado con Alicia y su grupo de baile, que iba a ensayar para un evento. Iba a poder bailar con ellos también un rato, lo cual le hacía especial ilusión.

Pero las notificaciones en su móvil la frenaron justo antes de salir. Leyó los mensajes que le había dejado Alba, apenada porque su novia no había conseguido lo que tanta ilusión le hacía. Se había pasado las últimas dos semanas hablando de lo fantástica que era aquella escuela, de las ganas que tenía de estudiar en ella, de los profesores que tenían porque era fan de alguno de ellos... Se podía imaginar que estaría destrozada después de la noticia. Así que no se lo pensó dos veces. Mandó un mensaje a Alicia diciendo que no podría ir y puso rumbo a casa de Alba.

Alba seguía tumbada bocarriba en su cama con la cara sepultada en su almohada y  sus cascos puestos escuchando la lista de Spotify más cortavenas de la que disponía para llorar un poquito.

Con la música a tope sin poder escuchar nada de lo que sucedía a su alrededor, sintió unas manos que le empezaron a zarandear el cuerpo. Chasqueó su lengua molesta, pensando que sería su madre o su hermana para tratar de animarla por enésima vez en la última hora.

¿Cuándo voy a aprender a cerrar la puta puerta con llave? —pensó para sí misma viendo que no paraban de zarandearla.

Se quitó la almohada de la cara dispuesta a saltar como una fiera sobre su hermana o su madre para que la dejasen en paz. Pero su cara pasó del enfado a la confusión en un segundo cuando vio a la morena a dos centímetros de su cara.

—¿Pero tú que haces aquí?

Natalia le dijo algo que no escuchó, porque la muy idiota aún continuaba con sus cascos puestos a todo volumen. Su novia le hizo gestos para que se los quitase.

—Tía, te vas a reventar los oídos. Hasta el vecino de arriba está escuchando la música que estás escuchando.

—¿Qué haces aquí? ¿No habías quedado?

—Sí —se encogió de hombros—. Pero prefiero estar con este saquito de lágrimas monísimo.

—Ay, Nat...

—Ya sé que no te apetece hablar, pero no hablamos si no quieres. He traído tus chuches favoritas, mira —le enseñó el contenido de la bolsa del Mercadona que traía con ella—. Regaliz rojo con relleno blanco, Pringles y los cereales de chocolate y leche del Mercadona a los que eres adicta.

Alba se la quedó mirando con asombro. Había dejado su plan de lado para venir a mimarla.

—Jolín, Nat... —puso una mueca y empezó a llorar no sabía ya si de emoción, tristeza o qué—.

—Nu lloreees. No te flipes que en realidad he venido a gorronearte el Netflix para seguir viendo Merlí, que yo en casa no tengo.

—Idiota —rió secándose una lágrima y le dió un manotazo en el hombro—. ¿Tú no habías quedado con esa Alicia y su grupo de baile?

—Sí, pero ya iré otro día.

—No hace falta, Nat. Puedes ir con ellos. A mí ya me ves todos los días y con ellos te lo vas a pasar mejor que conmigo lloriqueando.

—Yo me lo paso bien contigo aunque estés lloriqueando. Además, la Rafi me ha hecho prometerle que no iba a salir de aquí hasta que no dejases de llorar porque te vas a deshidratar. Y los deseos de la Rafi son órdenes para mí.

—Gracias por venir, jo.

—Hazme un huequito en la cama —Natalia se sentó detrás de ella para poder abrazarla por la espalda y alcanzó el portátil para poner Netflix—. ¿Quieres contarme cómo fue?

—Les entregué el portfolio que me había preparado e hice un examen  Pero se ve que mi portfolio no les gustó o que la prueba me salió como una mierda. Seguro que fueron las sombras de los cojones.

—Malditas sombras... —susurró mientras le acariciaba el brazo—. Pero, Albi, hay muchas más escuelas de arte que estoy segura de que van a apreciar tu talento. Tienes la escuela pública también.

—Ya... Lo sé, pero me había ilusionado demasiado con esa en concreto. Tienen profesores que trabajan de verdad en el mundo del arte, ya me había imaginado conociéndolos.

—¿Pues sabes qué? Si no los conoces ahora como alumna, estoy segura de que algún día los conocerás como compañeros de profesión. Vamos que con el talentazo que tienes da igual dónde estudies que vas a llegar a lo más alto. Que les den a los que juzgaron tu portfolio, no tienen ni idea —Alba rió al ver cómo su novia trataba de animarla contraviento y marea—.

—Aduladora... Anda, trae esos cereales de chocolate que son mi perdición.

—Eeeeeeeh, ¿me tengo que poner celosa de unos cereales?

—Lo siento, esos cereales siempre ocuparán el puesto número uno en mi corazón. Pero tú tienes un buen merecido segundo puesto.

—Mira, no te los traigo más, me enfado con los cereales.





SKAM AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora