12.05.20
[Martes | 19:34]
Natalia se encontraba con Alba una tarde más a la salida de la academia de arte. Hoy tenía planeado volver al parque por última vez. Con un poco de suerte, hoy vendería todo lo que le quedaba y ya no tendría que volver más. O al menos eso esperaba.
—Hola, Albi —la saludó con un pico en los labios y echaron a andar agarradas de la mano—.
—Hola, Nat. ¿Hablaste ayer con tu hermano? —preguntó preocupada por cómo se había ido de su casa a la prisa ayer—.
—Sí, fui corriendo a casa al irme.
—¿Fue él el que le vendió la pastilla al final?
—Sí, sí que fue él. Ya le eché ayer un rapapolvo para que no vuelva a hacerlo —suspiró—. Afortunadamente lo único que ha vendido ha sido esa pastilla, así que no lo digas por ahí porfa.
—Labios sellados, de aquí no saldrá —hizo que cerraba sus labios con cremallera—.
—Según él quería "hacerle un favor" a su amigo —bufó enfadada al recordarlo—. ¿Te puedes creer que lo único que le importaba era que no se lo contase a nuestros padres para no quedarse castigado en verano? Es un inconsciente.
—Es lo que tienen los quince —rodó los ojos recordando que su hermana a veces también se comportaba así—. Pero me alegro de que lo hayas pillado a tiempo.
—Y menos mal, se estaba juntando con gente que no debería. Como lo vuelva a pillar lo encierro en su cuarto lo que le quede de vida —bromeó oara quitarle hierro al asunto y no preocuparla más—.
—¿Vienes hoy a casa? —preguntó Alba al llegar a la calle en la que se tenían que separar—.
—Hoy... —se puso nerviosa agarrándose los dedos de las manos preparándose para decirle de nuevo una mentira—. Es que le prometí a mi madre ayudarla con un par de cosas después de la academia.
—Jo... —puso una mueca apenada Alba—. Estoy echando de menos no tenerte casi cada tarde. ¿Ya no te apetece? —preguntó con un poco de inseguridad, rondándole por la cabeza aún que el día anterior que pasaron juntas se lo pasó pegada al móvil hablando con Alicia—.
—¿Cómo no me va a apetecer? —respondió con obviedad abrazándose a ella para llenarle la cara de besos—. ¿Por qué piensas eso?
—No sé. Ayer parecía que no tenías ganas de estar en casa... —respondió cabizbaja—.
—¡Para nada! Me encanta pasar tiempo contigo. Nunca pienses lo contrario. Y si lo piensas, me lo dices para quitarte esa duda de un porrazo.
—Qué agresiva. Si me vas a dar un porrazo no te lo digo más —bromeó Alba—.
—Te cambio el porrazo por un abrazo.
—Aceptamos polvazo también, ¿eh? Lo dejo caer.
—¡Alba! Luego soy yo la bruta.
—Hay que llamar a las cosas por su nombre, ¿no? —rió ante la repentina timidez de su chica—.
—Te prometo que la semana que viene me tienes pegada a ti como una lapa la semana entera.
—No lo digas muy alto que la semana que viene son los exámenes finales y no vamos a poder ni respirar.
—¡A la mierda los exámenes!
—No lo digas ni en broma. Estudia —la amenazó con el dedo índice—.
—A sus órdenes, mi generala. Pero algún ratito sacaremos para estar juntas. Nos vemos mañana, ¿vale?
Se besaron antes de separarse y Alba comenzó a caminar en dirección a su casa. Antes de doblar la esquina quiso darse la vuelta para ver a Natalia por última vez, sin embargo, Natalia no giró en dirección a su casa, sino volvió por donde vino.
Alba frunció el ceño, no entendía por qué había dado media vuelta. Su yo cotilla, heredado de su madre, le hizo seguirla para descubrir por qué volvía sobre sus pasos. No sabía si aquello estaba bien o mal, pero no le gustaba eso de que Natalia la hubiese mentido. Volvió a recorrer la calle y la siguió de lejos para no verse descubierta. Ya unos pasos más adelante, Natalia entró al parque de la zona.
— Vamos, no me jodas... —susurró Alba—.
Alba empezó a atar cabos. Ya iban dos veces que no quedaban al salir de la academia y hoy se iba a ese parque. Eso, junto al mensaje que había leído ayer en el que alguien le pedía dinero... No podía ser otra cosa que estuviese volviendo a vender. ¿Pero por qué no le había contado nada?
Se acercó hasta la entrada del parque, asomó la cabeza y allí la vio intercambiando con mucha sutileza algo que no alcanzó a ver con otro chico encapuchado. Se decidió esperarla en la entrada del parque hasta que saliese para que le ofreciese una explicación. Por una vez, poco le importó perder media tarde en la que podría haber estado estudiando.
Las horas pasaban y pasaban. Llegaron las siete de la tarde y Alba empezaba a plantearse si deberí irse y hablar con ella en otro momento o ir directamente a buscarla. Llegaron las siete de la tarde y Natalia respiró aliviada sabiendo que ya se había desecho de todo lo que le había dado Mikel. Ya solo le quedaba entregarle el dinero y sería libre. Se dirigió a la salida del parque con la intención de volver a casa y allí se encontró con una Alba con el rostro serio. A Natalia se le heló la sangre al verla allí parada, no entendía que hacía allí.
¿Me ha pillado? —pensó Natalia—.
—Albi... ¿qué haces aquí? —le templó la voz—
—¿Qué haces tú aquí? ¿No ibas a tu casa? —le respodió apenada—.
—Sí... Bueno... Es que... —vio un atisbo de decepción en la mirada de Alba que le partió el pecho y no la dejaba hablar—.
—¿Por qué no me habías dicho que estás vendiendo otra vez?
—Alba, no te enfades, porfa —la miró con miedo. Natalia no quería que se enfadase por habérselo ocultado—.
—No me enfado, Nat. No soy tu madre, no te voy a prohibir nada. Pero me fastidia que me hayas mentido. ¿Por qué estás vendiendo otra vez?
—Por que... Me están obligando...
—¿QUÉ? ¿Quién te obliga? —preguntó la rubia alarmada—.
—Mi antiguo camello. Ha aparecido de la nada amenazándome para que vuelva a vender. Lo siento de verdad, Alba, no te enfades.
—¿Pero cómo no me lo has dicho antes?
—No quiero preocupar ni decepcionar a nadie. Pienso darle el dinero que haya conseguido y no volver a verle.
—Natalia si te ha amenazado una vez, lo va a volver a hacer. ¿No le has dicho nada a tus padres?
—No...
—Pues se lo contamos a la mía. Ella nos puede ayudar con eso.
—¿QUÉ? NO. NO. NO —abrió los ojos a todo lo que daban ante la ocurrencia de su novia—. ¿Cómo le voy a decir a tu madre que estoy trapicheando? Me va a matar.
—Pues algo tendremos que hacer. No vas a dejar que te vuelvan a amenazar. ¿Lo sabe alguien más?
—La Mari y Marta. Nadie más.
—Perfecto. Mañana en el recreo buscamos una solución todas. No se hable más —dijo en un tono autoritario—.
—No hace falta Alba, no tienes que meterte en líos por mí...
—Me da igual meterme en líos —la cortó Alba sin dejarla hablar—. Asume que no es algo que puedas resolver sola y déjate ayudar.
—Está bien... Hablamos mañana con las chicas. Pero nada de decírselo a tu madre, por favor. Es abogada, no le va a hacer ni pizca de gracia.
—No diré nada. Por ahora...

ESTÁS LEYENDO
SKAM Albalia
FanficAlba, alumna aplicada, y Natalia, "chica mala" de manual. Dos polos totalmente opuestos, con más cosas en común de las que creen, que estudian en el mismo instituto. Fic siguiendo el formato de SKAM.