Miércoles | 10:49

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15.04.20

[Miércoles | 10:49]

Natalia se dirigía al patio al punto ciego del patio donde sus amigas ya la estarían esperando. Hoy estaba notablemente irritable. Natalia cuando se enfadaba le entraba un cabreo intenso que le podía durar un par de horas, pero luego se le olvidaba todo, como si no hubiese pasado nada. Pero había otras veces en las que el enfado se le metía entre ceja y ceja por días. Y este era uno de esos enfados. Prefería no hablar con nadie porque sabía que a la mínima iba a gritarle o a responderle de malas maneras. Según su madre, la culpa la tenían las hormonas.

—Uf, huelo a mala hostia desde aquí —le gritó María en cuanto la vio llegar—.

—Déjame tranquila un ratito —contestó en tono borde—.

—¿Qué ha pasado? ¿Algún profe te ha sacado de quicio? —se extrañó Marta de verla así—.

—No es eso.

—¿Entonces? Tienes dos opciones. O seguir con tu cabreo lo que te dure, que ya veo que va para largo, o contárnoslo para ayudarle o desahogarte. Tú decides.

—Es Alba.

—¿La has vuelto a cagar con ella? —preguntó incrédula Marta—.

—No, ha sido ella conmigo.

—Pero si es inofensiva, ¿qué ha hecho?

—Ayer al salir de la academia me dio un número que consiguió su madre para enchufar a la mía en una empresa.

—Hostia, que bien —se alegró Marta, que veía aquello como una buena noticia—

—¿ Y dónde está el problema?

—¿Cómo que dónde está el problema?

—Pues eso. ¿Que dónde está el problema? No me estoy enterando.

—¿Cuántas veces he dicho que ODIO los enchufes? Llevo toda la vida criticando a la gente enchufada, me niego a aceptar uno.

—Esta niña es gilipollas —se llevó manos a la cabeza María—.

—Sin faltar que vengo de mala hostia, Mari.

—Es que eres idiota de cojones. Vamos a ver, alma de cántaro. Tu madre necesita trabajo, estáis mal de dinero. Ella te AYUDA. No, espera. No te ayuda. TE RESUELVE LA VIDA. ¿Y tu vas y te enfadas con ella? Discúlpame, pero te has ganado a pulso el título a gilipollas del año.

—¿Tú has escuchado lo que dije? No voy a aceptar un enchufe si llevo toda la vida criticándolos.

—O podrías tragarte un poquito tu orgullo y aceptarlo —aportó Marta esta vez—. Imagino que para darte ese número su madre habrá tenido que hablar con alguien más. Ha movido el culo por tu familia sin apenas conocerte. A eso añádele que su madre es medio homófoba, ¿no? En teoría debería odiarte. No lo estás apreciando nada.

—Tía, que eres más papista que el Papa —María empezaba a acumular un cabreo más grande que elnde la morena por su tozudez—. Eres una egoista. Te estás centrando en tus principios de mierda y estás dejando de lado lo importante, que es tu familia.

—¿Tú crees que a tu madre le haría gracia seguir buscando trabajo sin conseguir nada, cuando podría haber tenido un trabajo ahí en bandeja?

—No es que no le haría gracia. Es que la mataría. Si no te matamos antes nosotras por lo cabezota que eres. Estáis mal de dinero. ¿Qué vais a hacer cuando os falte más? ¿Vas a volver a vender droga? ¿O qué?

—Ya sabemos que no te gusta, pero las cosas son así ahora.

La verdad que las palabras de sus amigas le hicieron click en su cabeza. Se estaba centrando solo en uno de sus principio, cumpliéndolo a rajatabla, como si fuese un mandamiento, y en ningún momento pensó en lo que podría haberle costado a la madre de Alba conseguir ese número. Ni tampoco se había planteado que pasaría si pasaban los meses y su madre no conseguís ningún trabajo. Pero el cabreo le duraba, y ella no se quería bajar del burro.

—Dejádme en paz —terminó por decir resignada esquivándoles la mirada—.

—Bueno, vamos a dejarte sola para que pienses un ratito. Marta y yo nos vamos a la cafete.

SKAM AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora