Domingo | 12:48

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15.03.20

[Domingo | 12:48]


Natalia estaba en su cuarto, pensativa, observando la pulsera que había cogido ayer del joyero de Alba, sopesando qué es lo que iba a hacer. Venderla para conseguir dinero estaba fuera de cuestión, no pensaba hacerle eso a Alba. Ayer lo había pensado en caliente, no tenía ni idea de cómo se había atrevido a hacer aquello. Estaba realmente arrepentida, con un peso en el pecho que no había sentido nunca, y no estaba dispuesta a aguantarlo mucho más.

¿La dejo de vuelta en su joyero sin que se de cuenta?

¿O mejor se lo digo?

Pero se va a enfadar...

Debería ser sincera con ella...

Me merezco estar así, no debería haberlo hecho.

¿Se puede? —Elena se asomó en la puerta se su cuarto—.

—Elena, pasa.

—¡Hala! ¿Y esa pulsera? Qué bonita. ¿De dónde la has sacado?

—Es de una amiga.

—¿Te la ha regalado?

—No, solo me la ha prestado —no quería darle explicaciones a su hermana sobre lo que había hecho—. ¿Qué querías?

—Nada. Es que mamá y papá están discutiendo otra vez y no me apetecía estar más en el salón —se encogió de hombros apenada—.

—Ven aquí, anda —la invitó a sentarse a su lado para abrazarla—. Mamá y papá están un poco nerviosos estos días, pero ya verás que pronto se les pasa.

—Eso espero. Me siento un poco carga.

—¿Carga tú? ¿Por qué?

—No sé. Soy la hermana pequeña, la última en llegar. Si no me hubiesen tenido probablemente ahora mismo no estarían tan nerviosos con el dinero.

—Elena, ni se te ocurra pensar eso. Si mamá y papá te tuvieron es porque querían y se lo podían permitir. Si después se torcieron las cosas no es culpa tuya. Te quieren tanto como me quieren a mí y a Santi. No eres menos por ser la última en llegar —le dio un beso en la sien de consolación—.

—Ya pero aún así...

—Además, que si no hubieses nacido, ¿a quién vacilo yo? ¿Con quién comparto cosas de hermanas? ¿Quién sería mi aliado para molestar a Santi? No tienes ni idea de lo importante que eres en esta familia —carcajearon ambas—.

—Pelota.

—Te quiero, enana. Aunque ya no seas tan enana. En nada vas a empezar a quitarme la ropa.

—Hablando de compartir cosas de hermanas. No has tocado la guitarra ni el piano en todo el día. Un domingo, que es tu día para la música, ¿pasa algo?

—Cosas de niña de 17 años que una niña de 13 no va a entender.

—Menuda escusa más ridícula. ¿No me lo cuentas?

—Le estoy dando vueltas a una cosa, nada más.

—¿Es por lo que tienes escondido en el cajón? —dijo Elena haciendo referencia a la droga que tenía guardada—.

—¿Cómo sabes qué tengo escondido en el cajón? ¿Has estado husmeando?—su semblante de repente se volvió duro—.

—No, el otro día te lo dejaste abierto, estaba a la vista —Natalia suspiró ante su despiste—.

—Tú de esto ni mu. No lo puede saber nadie. Ni siquiera Santi.

—Soy una tumba, no digo nada. ¿Pero por qué la tienes?

—No es mía, no te preocupes por eso, yo solo fumo tabaco normal. Y tú eso ni lo pruebes.

—Vale... Pero escóndela mejor. Si yo la vi, mamá y papá también pueden —le advirtió—.

—Gracias por la advertencia hermanita. Venga, vamos a molestar a Santi un rato. Vamos a decirle que se va a quedar calvo, que siempre se pica un montón.

Natalia dio gracias a que quien lo vio fuese su hermana y no sus padres, de lo contrario se habría metido en un buen problema.



SKAM AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora